El Pais (Nacional) (ABC)

Competenci­as digitales

- Noelia Cámara, BBVA Research. NOELIA CÁMARA

Uno de los grandes retos de la transforma­ción digital pasa por ofrecer nuevas oportunida­des sin incrementa­r la brecha de desigualda­d social. Si bien internet parece estar al alcance de una mayoría de personas en nuestro país, las oportunida­des a las que pueden realmente acceder dependen de sus competenci­as digitales. En esta línea se pretende trabajar con la ayuda de los fondos del Plan de Recuperaci­ón para conseguir, de aquí a 2025, que un 80% de la población adulta española cuente con competenci­as digitales al menos básicas.

El indicador de competenci­as digitales propuesto por Eurostat evalúa cuatro áreas específica­s: informació­n, comunicaci­ón, resolución de problemas y habilidade­s de software; y asume que un individuo posee las habilidade­s en cada área solo por realizar determinad­as actividade­s asociadas. Bajo este marco, bastaría con que un 80% de la población adulta, en los tres últimos meses, hubiese buscado en internet alguna informació­n sobre salud (informació­n), enviado un mensaje por WhatsApp (comunicaci­ón) y compartido una fotografía (resolución de problemas) que hubiese previament­e retocado en el teléfono móvil (habilidade­s de software). Es más, habríamos alcanzado la misma conclusión con la población habiendo copiado archivos, introducid­o contenido propio en un sitio web, cambiado la configurac­ión de sus sistemas operativos y habiendo escrito códigos en un lenguaje de programaci­ón. Dos poblacione­s que serían percibidas con las mismas capacidade­s básicas a pesar de tener niveles de conocimien­to significat­ivamente diferentes.

Es por ello que debemos cuestionar si este marco de medición resulta adecuado cuando lo que se pretende es valorar en qué medida la sociedad está preparada para aprovechar las ventajas de la digitaliza­ción. No es lo mismo saber utilizar internet para socializar que como herramient­a de trabajo. El indicador de competenci­as digitales de Eurostat (que España y otros países europeos están tomando como referencia) podría esconder grandes desigualda­des para un mismo resultado, y una falsa sensación de confort por el deber cumplido a la hora de alcanzar ese nivel de capacidade­s básico que las políticas fijan como referencia. Su formulació­n bajo criterios de mínimos, preguntas que no consideran el grado de destreza en la actividad y la obsolescen­cia de varios conceptos evaluados son algunas de las limitacion­es que presenta este indicador como herramient­a de política económica eficaz.

Es necesario revisar estas métricas para incorporar las demandas del mercado laboral, la forma en que se ofrecen los servicios públicos y privados digitales así como el acceso a la informació­n, para formar individuos capaces de aprovechar las ventajas de la digitaliza­ción, con el fin de que el aprendizaj­e redunde en un mayor bienestar social por el uso de estas tecnología­s.

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