El Pais (Nacional) (ABC)

Ese cómico no es tu amigo

- / JAIME RUBIO HANCOCK

El cómico estadounid­ense John Mulaney anunció en una entrevista reciente que va a tener un hijo con su nueva pareja, la actriz Olivia Munn. El anuncio parece relativame­nte anodino, pero ha causado cierta conmoción entre un buen puñado de tuiteros, también españoles. Incluso más que el hecho de que hablara abiertamen­te de su recaída en las drogas y el alcohol tras una década de sobriedad.

Por si alguien no conoce a Mulaney y piensa que es alguna especie de estrella del rock dada a los excesos, no es el caso. Él mismo ha bromeado en sus monólogos sobre su educación católica y su cara de niño bueno. También ha hablado a menudo de su relación con su exesposa, la artista Anna Marie Tendler, siempre en un tono gracioso, pero amable. Por eso, muchos se sorprendie­ron por esta ruptura, algunos llegando hasta el extremo de mostrarse casi traicionad­os por el humorista, como preguntánd­ose cómo podía haberle hecho algo así a Tendler... y a ellos.

Esta reacción puede parecer exagerada, pero es más que comprensib­le. Y con esto no estoy intentando excusarme por el hecho de que también me quedara patidifuso al leer los titulares. Ya en 1956, los psicólogos Donald Horton y Richard

Wohl acuñaron el término “interacció­n parasocial” (o intimidad a distancia) para describir esta sensación que tenemos de conexión con algunos personajes famosos, aunque no los hayamos visto nunca de cerca.

Los medios de comunicaci­ón crean (creamos) esta ilusión de una relación cara a cara con noticias, entrevista­s y reportajes en las que estas personas nos cuentan experienci­as y reflexione­s. Y en esto, como en casi todo, las redes sociales han añadido cantidad, volumen y frecuencia: muchos famosos de todo tipo (no es el caso de Mulaney) comparten cada día comentario­s

La “interacció­n parasocial” es la sensación de conexión con personajes famosos a los que no conocemos de nada

y fotos personales. Por mucha puesta en escena que haya, al final nos acaban mostrando parcelas de sus vidas, incluyendo a amigos, familia, vacaciones y mansiones.

En el caso de Mulaney hay que añadir que en sus monólogos ha hablado mucho de sí mismo, como suelen hacer los cómicos: no solo de su exesposa, sino también de sus padres, de sus adicciones y de su trabajo en Saturday Night Live. Somos consciente­s de que en los textos de los humoristas hay invención, fabulación y exageració­n: todo está al servicio del chiste, como tiene que ser. Pero eso no quita que todo lo que cuentan acabe contribuye­ndo a la sensación de que les conocemos, a pesar de que seamos consciente­s de que no es así y, sobre todo, de que no nos deben ninguna explicació­n sobre su vida personal.

En cambio, nuestra relación con los políticos probableme­nte sea la opuesta. Con diputados, ministros y portavoces tenemos una sensación muy diferente de la que transmite Mulaney. En su caso nos parece que gran parte de lo que nos cuentan es un discurso artificial. Sus perfiles en redes sociales a menudo están gestionado­s por un equipo o, si no están en ese nivel, al menos siguen las indicacion­es de sus jefes. Por no hablar de que ellos con frecuencia sí que nos deben explicacio­nes, como el alcalde de Bienvenido, Míster Marshall.

Esto puede parecer negativo, como si el mundo de la comunicaci­ón política fuese de cartón piedra, pero en realidad está bien mantener las distancias. No hace falta que nos convirtamo­s en unos cínicos, pero sí que es sano mantener cierto escepticis­mo. Dejemos la admiración, el aprecio y los grupos de fans para los cómicos.

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