La ampliación de El Prat naufraga en la laguna
Los expertos defienden el valor ambiental de La Ricarda, que cobija especies protegidas pese a su contaminación acústica
La laguna de La Ricarda se ha convertido en el paraje de la discordia que ha paralizado la multimillonaria inversión del Gobierno para la ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat. Situada cerca del mar y del Puerto de Barcelona, en terrenos de El Prat de Llobregat, es constantemente sobrevolada por los aviones que despegan y aterrizan. Este pequeño humedal pertenece a los descendientes del histórico empresario textil Manuel Bertrand y es inaccesible al público. Pese a ello, los expertos destacan la enorme biodiversidad que concentra. El doctor en Biología y director del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), Joan Pino, subraya su “servicio ambiental”: la laguna y su entorno dan cobijo a aves protegidas como flamencos o gaviotas corsas que cada año migran desde África a un paraje con el sello de la Red Natura 2000, la máxima protección ambiental que otorga la Unión Europea.
“Es un lugar insustituible y su afectación [por el alargamiento de la tercera pista, que invadiría en torno a 50 hectáreas] no se podría compensar”, dice Pino. Aena, empresa aeroportuaria controlada por el Estado, ofreció a cambio de ocupar parte de la laguna compensar con 280 nuevas hectáreas de protección al sur del aeropuerto. Pero a Pino no le convence la idea y defiende que, aunque se hiciese, ese terreno no podría sustituir nunca el espacio natural de pinares y humedales habitado por 43 especies incluidas en la directiva de aves protegidas, además de orquídeas (hasta 23 tipos diferentes), peces y reptiles. “No
“No es un estanque de patos, hay aves protegidas”, señala el biólogo Joan Pino
es solo un estanque de patos”, afirma el biólogo.
El catedrático de Ecología de la Universidad de Barcelona Narcís Prat, incide en la idea de que el lugar “es insustituible”. Este profesor emérito destaca el equilibrio del agua dulce —de la lluvia— y la salada de este paraje formado en los humedales de la desembocadura del río Llobregat. Se trata del principal río que termina en la conurbación de Barcelona y su salida al mar ya fue desviada por otra ampliación, la del Puerto de Barcelona en 2004. Antes de las elecciones autonómicas, el anterior Govern se comprometió a llevar agua a los humedales y acelerar el plan especial de protección del delta, pendiente desde 1994. La zona está rodeada por el área con mayor densidad poblacional de Cataluña.
La Ricarda no ha sido, hasta ahora, un humedal reconocido por la mayoría de los catalanes (aparte de ser inaccesible, en extensión es incomparable a otros parajes como Els Aiguamolls de l’Empordà, en Girona). La laguna ha sido descubierta por muchos barceloneses en los últimos meses tras saltar a las portadas de los periódicos por la polémica ampliación. El movimiento ecologista ha visto también en ella un símbolo para demostrar la sobrexplotación urbanística que a su juicio se está produciendo por la construcción de un nuevo barrio en Gavà (Barcelona), municipio cercano al aeropuerto.
La extensión del hormigón afecta a un paraje históricamente contaminado por la industria textil, y que llegó a convertirse en un río muerto en sus últimos tramos. Con todo, en los últimos años ha mejorado enormemente la calidad de sus aguas y la playa de El Prat de Llobregat, cuyo arenal se extiende desde la desembocadura del río unos tres kilómetros frente a juncales y pinares, ha pasado de estar vacía en los ochenta a llenarse de bañistas ahora los fines de semana.
Con todo, los parajes salvajes han visto perder, de nuevo, muchas hectáreas: 300 en zonas húmedas, según Depana, la organización que presentó el informe por el que el 19 de febrero la Comisión Europea abrió un procedimiento sobre lo que considera dejadez ambiental. Uno de los principales argumentos del movimiento conservacionista es que se trata de volver a ampliar el aeropuerto cuando la Comisión todavía estudia si las compensaciones de 2008 fueron correctas en un territorio donde en pocos kilómetros convergen dos universos aparentemente antagónicos. Y que dejan sorprendentes imágenes, como la de un flamenco alimentándose a escasos metros de la verja del segundo aeropuerto con más tráfico de España.
El humedal pertenece a los herederos de un industrial textil