El Pais (Nacional) (ABC)

La ampliación de El Prat naufraga en la laguna

Los expertos defienden el valor ambiental de La Ricarda, que cobija especies protegidas pese a su contaminac­ión acústica

- CARLOS GARFELLA, Barcelona

La laguna de La Ricarda se ha convertido en el paraje de la discordia que ha paralizado la multimillo­naria inversión del Gobierno para la ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat. Situada cerca del mar y del Puerto de Barcelona, en terrenos de El Prat de Llobregat, es constantem­ente sobrevolad­a por los aviones que despegan y aterrizan. Este pequeño humedal pertenece a los descendien­tes del histórico empresario textil Manuel Bertrand y es inaccesibl­e al público. Pese a ello, los expertos destacan la enorme biodiversi­dad que concentra. El doctor en Biología y director del Centro de Investigac­ión Ecológica y Aplicacion­es Forestales (CREAF), Joan Pino, subraya su “servicio ambiental”: la laguna y su entorno dan cobijo a aves protegidas como flamencos o gaviotas corsas que cada año migran desde África a un paraje con el sello de la Red Natura 2000, la máxima protección ambiental que otorga la Unión Europea.

“Es un lugar insustitui­ble y su afectación [por el alargamien­to de la tercera pista, que invadiría en torno a 50 hectáreas] no se podría compensar”, dice Pino. Aena, empresa aeroportua­ria controlada por el Estado, ofreció a cambio de ocupar parte de la laguna compensar con 280 nuevas hectáreas de protección al sur del aeropuerto. Pero a Pino no le convence la idea y defiende que, aunque se hiciese, ese terreno no podría sustituir nunca el espacio natural de pinares y humedales habitado por 43 especies incluidas en la directiva de aves protegidas, además de orquídeas (hasta 23 tipos diferentes), peces y reptiles. “No

“No es un estanque de patos, hay aves protegidas”, señala el biólogo Joan Pino

es solo un estanque de patos”, afirma el biólogo.

El catedrátic­o de Ecología de la Universida­d de Barcelona Narcís Prat, incide en la idea de que el lugar “es insustitui­ble”. Este profesor emérito destaca el equilibrio del agua dulce —de la lluvia— y la salada de este paraje formado en los humedales de la desembocad­ura del río Llobregat. Se trata del principal río que termina en la conurbació­n de Barcelona y su salida al mar ya fue desviada por otra ampliación, la del Puerto de Barcelona en 2004. Antes de las elecciones autonómica­s, el anterior Govern se comprometi­ó a llevar agua a los humedales y acelerar el plan especial de protección del delta, pendiente desde 1994. La zona está rodeada por el área con mayor densidad poblaciona­l de Cataluña.

La Ricarda no ha sido, hasta ahora, un humedal reconocido por la mayoría de los catalanes (aparte de ser inaccesibl­e, en extensión es incomparab­le a otros parajes como Els Aiguamolls de l’Empordà, en Girona). La laguna ha sido descubiert­a por muchos barcelones­es en los últimos meses tras saltar a las portadas de los periódicos por la polémica ampliación. El movimiento ecologista ha visto también en ella un símbolo para demostrar la sobrexplot­ación urbanístic­a que a su juicio se está produciend­o por la construcci­ón de un nuevo barrio en Gavà (Barcelona), municipio cercano al aeropuerto.

La extensión del hormigón afecta a un paraje históricam­ente contaminad­o por la industria textil, y que llegó a convertirs­e en un río muerto en sus últimos tramos. Con todo, en los últimos años ha mejorado enormement­e la calidad de sus aguas y la playa de El Prat de Llobregat, cuyo arenal se extiende desde la desembocad­ura del río unos tres kilómetros frente a juncales y pinares, ha pasado de estar vacía en los ochenta a llenarse de bañistas ahora los fines de semana.

Con todo, los parajes salvajes han visto perder, de nuevo, muchas hectáreas: 300 en zonas húmedas, según Depana, la organizaci­ón que presentó el informe por el que el 19 de febrero la Comisión Europea abrió un procedimie­nto sobre lo que considera dejadez ambiental. Uno de los principale­s argumentos del movimiento conservaci­onista es que se trata de volver a ampliar el aeropuerto cuando la Comisión todavía estudia si las compensaci­ones de 2008 fueron correctas en un territorio donde en pocos kilómetros convergen dos universos aparenteme­nte antagónico­s. Y que dejan sorprenden­tes imágenes, como la de un flamenco alimentánd­ose a escasos metros de la verja del segundo aeropuerto con más tráfico de España.

El humedal pertenece a los herederos de un industrial textil

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/ ALBERT GARCIA La torre de control de El Prat, desde la laguna de La Ricarda, el jueves.

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