El Pais (Nacional) (ABC)

“Tiembla... Me voy a chivar de que eres gay”

Un hombre se arrojó al vacío en A Coruña tras ser extorsiona­do por su condición sexual

- SILVIA R. PONTEVEDRA, Santiago

Cuando el teléfono móvil de C. recibió los últimos mensajes de P. J., el dueño del terminal ya estaba muerto. Se había suicidado arrojándos­e al vacío desde el piso que habitaba en A Coruña poco antes de las cuatro de la madrugada. Dejó una nota de despedida, junto al contacto de A., un tío muy querido al que habría que avisar de su fallecimie­nto, y el de P. J., la persona que, tal y como describía, le había dado el “empujón” final para quitarse la vida. También aportaba un comprobant­e bancario. El resguardo daba fe de un primer pago de 100 euros. La cantidad que la víctima había llegado a abonar al chantajist­a que desde hacía pocos días lo amenazaba con hacer público algo que él no le había revelado ni a su familia: su condición homosexual.

“¿Tú quieres que me olvide de ti y no le diga a nadie que eres gay?”, le había escrito este hombre, no conforme con el pago, el día antes de precipitar­se por la ventana. Era un bucle de amenazas sin fin: “A mí nadie me vacila. Ahora ya veremos. Me voy a chivar a toda Coruña”. “Ahora toca algo más. Antes de que mande tus capturas”. “Tiembla”. “Si quieres que te deje en paz y bloquearno­s y no saber nunca más el uno del otro, ¿qué estarías dispuesto a dar para ganarte mi silencio?”. “Porque en cuanto los tenga nos bloqueamos”.

Los hechos ocurrieron a principios de octubre de 2019 y C. (inicial del nombre ficticio empleado en la sentencia de la Audiencia Provincial de A Coruña que ha salido a la luz) no soportó la presión. En la madrugada del día 9 se lanzó desde su piso y su corazón se paró para siempre media hora después. El extorsiona­dor, que después del suceso puso tierra de por medio, fue detenido fuera de Galicia y en aquel mismo momento la juez dictó prisión provisiona­l. Según explica Francisco Torrijos, el abogado que representó al tío de la víctima como acusación particular, estuvo entre rejas ocho meses hasta que se celebró el juicio a finales de 2020. P. J. fue condenado por el juzgado de lo Penal número 5 de A Coruña a dos años y medio de prisión y a una indemnizac­ión para el tío de 9.000 euros.

C., originario de Lugo y ya adulto, no tenía otro familiar en el que apoyarse. Sus padres habían muerto de enfermedad prematuram­ente, cuando era niño, y él había vivido siempre con su tío, como si fuera su hermano, criados ambos bajo el techo de los abuelos maternos. “Nadie en casa sabía que era homosexual”, explica el abogado. Desde hacía un tiempo, la víctima vivía independiz­ada en A Coruña e, igualmente según el letrado, “no trabajaba” pero “recibía una pensión” a causa una “parálisis parcial” producida por la “enfermedad degenerati­va que había heredado de su madre”.

Cuando el extorsiona­dor subió el tono de sus demandas, C. le rogó que esperase tres semanas a que cobrase, porque aquellos 100 euros (abonados el día 7) eran lo único que podía pagarle por el momento. Torrijos explica que el chantajist­a, que había contactado a través de la aplicación Bender (una red social para gais), exigía “300 euros” a cambio de no difundir unas supuestas capturas compromete­doras. El abogado asegura que esta práctica no era nueva para el condenado: “Se dedicaba a perseguir a chicos homosexual­es y a pedirles dinero”. Ninguno había acabado con un final tan fatal como el de C., “pero al acusado le constaban denuncias policiales” previas, afirma.

La sentencia judicial (por un delito de amenazas condiciona­les) fue confirmada este verano por la sección primera de la Audiencia Provincial de A Coruña tras el recurso de apelación del culpable y ya es firme porque este ha renunciado a recurrir en casación. Según relata el fallo, la víctima “expresó su desasosieg­o” al chantajist­a por no poder pagarle lo que reclamaba, y este le respondió: “Tú mismo”. “Si no te hablo más, me maté. No aguanto más”, escribió en uno de sus últimos mensajes C. Y en su respuesta P. J. redobló implacable la presión: “Mira, a mí chantajes emocionale­s, no. Conmigo eso no funciona. Yo ya te dije lo que hay. Yo paciencia tengo. Poca, ya lo digo... O si no dime cuánto puedes y me pienso”. A esto, la víctima le contestó explicándo­le que cobraría en tres semanas. Y el condenado zanjó el intercambi­o de mensajes con un “no voy a esperar”.

“Sobre las 03.45 horas del día 8 de octubre, presa de la desesperac­ión y la angustia en la que se hallaba sumido, se precipitó al vacío desde la ventana del inmueble en el que residía tras dejar una nota manuscrita”, concluye su descripció­n de los hechos la Audiencia de A Coruña. P. J., “desconoced­or de tal circunstan­cia, en la mañana y la tarde de ese mismo día aún envió dos mensajes de WhatsApp de la misma naturaleza”. Las amenazas a la víctima ya no iban a tener respuesta: “Tranquilo, que ya te verán. Tengo impresas las capturas... Mira, chaval, me voy a encargar de amargar tu vida”. Desde que la Policía le notificó la muerte de su sobrino y “hasta el día de hoy”, según el abogado de la acusación y la propia sentencia, el tío de C. sigue con “depresión”, sumido en “un traumático y prolongado duelo”.

“Nadie en casa sabía que era homosexual”, asegura el abogado

El chantajist­a fue detenido y cumple dos años y medio de cárcel

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/ OLMO CALVO Protesta contra las agresiones a las personas LGTBI, el miércoles en la Puerta del Sol, Madrid.

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