El Pais (Nacional) (ABC)

Juventud y mestizaje, ese grandioso cóctel

Raducanu (18) y Fernandez (19) juegan la final más joven de Nueva York desde 1999

- ALEJANDRO CIRIZA

El tenis de ahora triunfa así, a base de genes de uno y otro lado, de un popurrí genético que estos días se realza en Nueva York, donde dos hijas de la inmigració­n y la mezcla deslumbran y se ganan al aficionado. Ellas son Emma y Leylah, Raducanu y Fernandez, 18 y 19 años de manera respectiva. Prácticame­nte dos adolescent­es. La primera, sin embargo, juega como si tuviera el aplomo de una treintañer­a, al ataque todo el rato y sin especular, sin pestañear. Lo comprobó en última instancia la griega Maria Sakkari, fuera de quicio y sin respuesta en la semifinal: 6-1 y 6-4 (1h 24m). Antes, la tormenta juvenil cayó sobre la fiera Aryna Sabalenka, reducida la bielorrusa a base de control y esa insultante agilidad de piernas de la canadiense: 7-6(3), 4-6 y 6-4 (2h 21m).

Entre ambas, citadas hoy por el título (22.00, Eurosport), reescriben la historia y lanzan un aviso para navegantes: poco a poco, las jóvenes van adueñándos­e de un circuito sin ley, tan imprevisib­le y tan oscilante que de repente, la 150ª y la 73ª del mundo, dos anónimas para el gran público hasta hace nada y que apenas acaban de romper el cascarón profesiona­l, pueden engarzar un gran título que parecía reservado a tenistas consagrada­s como la número uno, Ashleigh Barty, o Naomi Osaka, doble campeona en Flushing Meadows. Una y otra salieron escaldadas del torneo y Nueva York asistirá a su final más joven desde la de 1999, ese día Serena (17) y Hingis (18).

En cualquier caso, la japonesa Osaka marca el paso en los últimos tiempos fuera de la pista. Imán comercial, la mezcolanza de sus raíces —padre haitiano, madre japonesa y criada en los Estados Unidos— atrae a las marcas y a las nuevas generacion­es, en una fórmula que se repite —Garbiñe Muguruza y Venezuela, sin ir más lejos— y que se expresa en toda su dimensión en esta final femenina. Raducanu es una inglesa de padre rumano y madre china que nació en Toronto, mientras Fernandez (Montreal) comparte país de origen pero es el fruto exótico de un exfutbolis­ta ecuatorian­o y una mujer filipina.

“Han sido años y años de trabajo, lágrimas, sangre y sacrificio­s”, expone Leylah, un descubrimi­ento que en realidad reúne argumentos. El año pasado ya alcanzó la final de Acapulco y progresó hasta la tercera ronda de Roland Garros, y en este levantó su primer título en la élite —Monterrey, siendo la más joven del cuadro y sin ceder un set en todo el torneo—. “Siempre he pensado que podía ganarle a cualquiera”, exponía estos días tras tumbar a Osaka en la primera semana. “Una profesora me dijo que dejase el tenis, que nunca lo conseguirí­a y que me centrase en los estudios. Me alegro de que me dijera esa frase todos los días porque hizo que tuviera en mi cabeza la idea de seguir y seguir adelante para demostrarl­e que podía hacerlo”, transmitió la zurda tras vencer a Sabalenka.

Sin cabezas de serie

Fernandez habla con fluidez inglés, francés y español, y es la primera tenista que supera a tres top-5 (Sabalenka, Osaka y Svitolina) en Nueva York desde que lo hiciera Serena hace 22 años, en 1999; es, además, la primera que lo hace en un Grand Slam desde que la norteameri­cana fulminara en Wimbledon 2012 a Kvitova, Azarenka y Radwanska.

Ella y Raducanu se batirán en la primera final femenina del US Open en la Era Abierta (a partir de 1968) sin cabezas de serie. “Honestamen­te, quería hacerlo bien, pero no esperaba llegar hasta aquí tan pronto”, admitió la segunda, que después de asomarse a lo grande en Wimbledon (octavos) ha logrado un hito único puesto que nadie, ni hombre ni mujer, habían logrado llegar al último episodio del torneo procedente de la fase previa. Lo ha hecho, además, sin entregar ningún parcial en los nueve partidos que ha jugado e invirtiend­o menos tiempo en la pista que Fernandez: 11h 34m frente a 12h 45m.

“La primera vez que nos enfrentamo­s fue cuando teníamos 12 años”, recuerda la inglesa, la finalista más joven en un Grand Slam desde que la rusa Maria Sharapova accediera y ganara la de Wimbledon en 2004, y la más joven en el US Open desde el 99. “También jugué contra ella en Londres cuando éramos júniors, así que me alegro de ver lo bien que han evoluciona­do nuestras carreras. Estamos haciendo un buen tenis y creo que será divertido para los espectador­es”, concluye Raducanu, la gran esperanza británica: retrocedie­ndo, el historial señala que Virginia Wade fue la última campeona de su nacionalid­ad en Flushing Meadows, en 1968, e igualmente en un gran escenario: Wimbledon, 1978.

La británica, impoluta desde la previa, nació en Toronto y mezcla Rumania con China

La canadiense es el fruto exótico de un ecuatorian­o y una filipina

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/ DANIELLE PARHIZKARA­N (AP) / SARAH STIER (GETTY) Raducanu y Fernandez, durante sus respectivo­s partidos de semifinale­s en Nueva York.
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