“No hay que tener vergüenza por pedir ayuda psicológica”
Vegano convencido y defensor de una dieta sin proteína animal que le ayuda, explica, a mantener la potencia muscular sin ganar peso, Pol Espargaró (Granollers, Barcelona; 30 años) vive un momento de madurez personal y profesional que ofrece nuevos matices a su discurso. Especialmente esta temporada en que ha pasado de ser cabeza de cartel de KTM a medirse cada día con Marc Márquez en el equipo Repsol Honda como hará este en Aragón (la pole, hoy, a las 14.10; mañana, la carrera, a las 14.00, en DAZN).
Pregunta. ¿Cómo lleva la conciliación?
Respuesta. Está siendo un año un poco estresante por toda la situación personal y por la competición. Aunque pesa más la competición. Porque no soy una persona que esté mucho con los amigos, que salga mucho de fiesta o tenga una vida social muy activa; mi vida desde hace unos siete años ha consistido en estar encerrado en casa, en Andorra, entrenar y llevar una vida sana junto a mi mujer. Haber tenido hijos no me ha cambiado tanto la vida.
P. ¿Cómo de necesario es incorporar a psicólogos en los equipos deportivos?
R. Es bueno acudir a un especialista, funciona; pero también creo que la persona que se trata debe sentir que lo necesita. Cuando sientes que estás al límite, buscas ayuda psicológica. No hay que tener vergüenza, ni sentir que eso te hace más débil, al revés. Te hace más fuerte.
P. Hay pilotos a los que no les gusta oír las verdades; otros que mejoran desde la crítica constructiva. ¿En qué grupo está?
R. Yo debuté en MotoGP con Yamaha. Y allí era todo muy plácido, muy fácil, no había nadie que viniera a decirme las cosas claras. En aquel momento no lo eché de menos, estaba cómodo, peleaba por estar entre los seis o siete primeros en cada carrera y con eso tenía suficiente. Cambié de proyecto, me fui a KTM y allí las cosas cambiaron radicalmente. La manera de trabajar austríaca es muy dura. Son más directos, no usan florituras. A veces son demasiado duros, pero si eres capaz de gestionarlo psicológicamente, te ayuda mucho.
P. ¿Cómo se ve ahora?
R. La evolución más grande que he hecho en mi vida, no solo profesionalmente, también personalmente, la he hecho en esos cuatro años en KTM. Me hicieron como una roca. Aguanté todo lo que venía. Ahora vuelvo a aquella mentalidad japonesa, esa en la que cuesta tanto decir las cosas, tan educada, correcta. Y de alguna manera echo de menos las formas austríacas. Con KTM, a pesar de que los primeros años estábamos peleando siempre por las últimas plazas, la motivación era la más alta que había tenido nunca.
P. Dijo que la bronca en Silverstone de Alberto Puig, director deportivo, le fue muy bien.
R. Fue más una charla motivacional que una bronca. Para valorar cómo iban las cosas, ver cómo me sentía. No fue siquiera una crítica constructiva. En aquel momento yo no me creía un piloto capaz de hacer lo que hice en Silverstone [logró la pole y terminó quinto] porque los malos resultados te llevan a desconfiar, a creer que las cosas están peor de lo que en realidad están. Cuando no encuentras la solución o pides algo que no llega te vienes un poco abajo. Piensas: ostras, estaré así las seis carreras que restan de temporada. Y eso psicológicamente es duro. Alberto me hizo ver lo que pensaba y me ayudó muchísimo. P. ¿Qué cosas le dijo?
R. Me dijo, en resumen, que creía que yo era mejor de lo que estaba demostrando. Mi talento no encajaba con los resultados que estábamos haciendo. Eso te ayuda. Alberto para esto tiene mucho tacto porque también ha sido piloto y sabe lo duro que es estar aquí, soportar toda esta presión.
P. ¿Por qué se equivocó el desarrollo de la moto para 2021?
R. La crisis de la covid ha noqueado a las constructoras japonesas en comparación con las fábricas europeas. Para una fábrica japonesa es mucho más complicado poner en marcha toda la logística de un equipo de MotoGP que trabaja entre Japón y Europa: al final, todo el desarrollo lo hacen japoneses que no están en Japón, que no tienen todas las herramientas a mano. Cuando un equipo europeo desarrolla una pieza el piloto tiene esa pieza lista en su moto al cabo de tres días para poder volverla a probar; nosotros, no. A eso se añade que en Japón son mucho más estrictos con las medidas de salud de lo que lo hemos sido en Europa. Esto es un I+D muy vivo, que no para nunca, y ellos han tenido que parar la máquina al 100%. Y eso lo estamos pagando.
P. ¿Qué ha sido lo más difícil de asimilar de la Honda?
R. Yo siempre he usado mucho el freno trasero. Es uno de mis puntos fuertes: hasta bien dentro de la curva e incluso con algo de gas, intento usar el freno trasero por un tema técnico: cuando no gira la moto, para desestresar el neumático de delante o parar la moto en el último momento cuando ya no puedo tirar del freno delantero. Todo eso, con la Honda, no puedo hacerlo.
P. ¿Desestabilizan las caídas? R. Siempre desestabilizan. Las caídas nunca son un buen síntoma. Denotan que las cosas no van bien. A pesar de las victorias, como se ha visto los últimos años con Marc. Los resultados está bien que salgan con cierta facilidad, como vemos con las Yamaha o las Ducati, que no tienen que buscar tanto el límite como nosotros para ir rápido. Eso denota un estrés encima de la moto que no es ni debería ser normal.