El Pais (Nacional) (ABC)

Europa se recupera

- / JOSÉ CARLOS DÍEZ

En marzo de 2020 la pandemia colapsó los sistemas de salud y los gobiernos europeos se vieron obligados a un cierre forzado. La economía se frenó en seco, como cuando en la Formula 1 hay un accidente y sacan el coche de seguridad. La vacunación llegó antes de lo esperado y esta primavera desapareci­ó el coche de seguridad y las economías han salido al sprint. Las empresas pararon en seco sus planes de inversión el pasado año y la recuperaci­ón mundial está siendo tan intensa que ha provocado restriccio­nes de oferta y repuntes de precios, principalm­ente de materias primas e industrial­es.

El BCE reaccionó rápido y con contundenc­ia en marzo de 2020 para evitar que el colapso de la economía llevara a otra crisis financiera y los gobiernos no hubieran podido financiar el fuerte aumento de la deuda pública. En su reunión de esta semana, estrenando la nueva estrategia, Lagarde había generado mucha expectació­n.

El banco central revisó al alza sus previsione­s de crecimient­o, pero siguen esperando que la inflación en 2023 continúe en el 1,5%, por debajo de su nuevo objetivo del 2% a medio plazo. El Consejo del BCE estima que el repunte de los precios es transitori­o y mantiene sus programas de compras de deuda al menos hasta marzo.

No obstante, Lagarde abrió el debate sobre la retirada de estímulos, que será gradual y flexible. Es el mismo mensaje que la Reserva Federal y los inversores lo recibieron con sosiego. El bono español a 10 años bajó su rentabilid­ad al 0,3% y la prima de riesgo se redujo. Si hubiera dudas sobre las compras de deuda, la prima volvería a subir como sucedió en marzo del pasado año.

Hay elecciones en Alemania y la inflación siempre es un tema muy sensible para los votantes, e inteligent­emente el Consejo del BCE se anticipa para evitar posiciones demagógica­s. Lagarde habla de recuperar los niveles de PIB anteriores a la pandemia a finales de este año y no tiene sentido que después de marzo se mantenga la intensidad de las compras de bonos que fue necesaria para evitar el colapso durante el confinamie­nto forzoso.

Manda también un mensaje a Bruselas y a los gobiernos para que comiencen a definir y a comunicar a sus ciudadanos que es el momento de retirar los estímulos fiscales y de reducir el déficit. La estrategia es la adecuada, la clave será la velocidad y la intensidad de la retirada de esos estímulos. Tanto la Comisión Europea como el BCE tratan de no repetir los errores de 2010, cuando se forzó una retirada caótica que provocó una doble recesión y una grave crisis financiera que puso en riesgo el euro y el proyecto europeo.

El nuevo plan de inversión europea no es de recuperaci­ón, que ya está en marcha. Pero sí es un plan que ayudará a que los gobiernos reduzcan sus déficits sin recortar la inversión y eso aminora significat­ivamente el riesgo de una recaída como en 2012. Que el BCE anuncie una retirada gradual lo refuerza. La clave de los fondos europeos no es si se gastan, sino en qué se gastan para aumentar el potencial de crecimient­o y pagar la deuda. La subida de los precios del gas mete viento en contra de la recuperaci­ón sobre el sector industrial, fuerza a replantear­se la velocidad de la transición energética. Urge revisar los sistemas de precios de la electricid­ad para reducir la volatilida­d de 2021 o el fenómeno de los chalecos amarillos en Francia se puede expandir a otros países. Y el populismo puede poner en riesgo las inversione­s en energías renovables, que son las más baratas y la solución a medio plazo.

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