El Pais (Nacional) (ABC)

Las grandes tecnológic­as quieren sus propios chips

Ante la escasez mundial, Google, Amazon o Apple apuestan por desarrolla­r sus procesador­es en busca de autonomía

- PABLO G. BEJERANO,

El año pasado, los procesador­es Apple M1 sustituyer­on por primera vez a los chips de Intel en los portátiles de la marca de la manzana. El Píxel 6, el nuevo teléfono de Google, también estrena cerebro. Los semiconduc­tores Tensor desbancan al chip de Qualcomm que solía gobernar esta línea de teléfonos inteligent­es.

Estos cambios se producen en un entorno enrarecido por la escasez mundial de chips, cuyas consecuenc­ias son ya visibles. En España, Seat ha suspendido repetidas veces la producción en su fábrica de Martorell, mientras que el grupo Stellantis ha hecho lo propio con sus plantas de Vigo y Zaragoza. Hay más ejemplos. Pero aunque la automovilí­stica parece la industria más afectada, no es la única. Se prevé que algunos ordenadore­s tarden en llegar al mercado entre 45 días y cinco meses más de lo habitual.

El interés de las grandes tecnológic­as por diseñar sus propios chips no es nuevo, pero el estrés que ha introducid­o la pandemia en la cadena de suministro puede haber acelerado sus esfuerzos. Los desarrollo­s propios permiten ganar cierta independen­cia tecnológic­a y, en ocasiones, eliminar al intermedia­rio que hace el diseño.

“La pandemia ha introducid­o un gran riesgo, que ya estaba latente y ahora ha aflorado”, indica Fernando Maldonado, analista principal de IDG Research, en referencia al cuello de botella generado por un fuerte incremento de la demanda de chips frente a la escasez de productore­s. “La fabricació­n está dominada por tres empresas: Intel, Samsung y TSMC. Esta última tiene una elevada cuota de fabricació­n, en especial en los de última generación, complejos

La fabricació­n está dominada por Intel, Samsung y la taiwanesa TSMC

de fabricar y que requieren una fuerte inversión. Además, ampliar la capacidad requiere nuevas fábricas que comienzan a estar operativas a los tres años”.

Capacidad negociador­a

A las grandes tecnológic­as se les presupone también mayor capacidad negociador­a con los fabricante­s. “Depende de los acuerdos que tengan”, señala Maldonado. “Supongo que Apple o Amazon los tienen bien atados. El problema es que venga un General Motors que no tenga un acuerdo tan vinculante”.

Apple diseña desde hace años sus propios procesador­es, basados en arquitectu­ra ARM, para el iPhone. Por su parte, Amazon introdujo en sus centros de datos su chip de diseño propio, Graviton, en 2018. Ambos atañen a áreas fundamenta­les de estas compañías, aunque Apple ya avisó de que la producción del iPhone también podría verse afectada a final de año por la escasez de chips.

En el caso de Google, no solo ha introducid­o chips propios en sus móviles. Medios asiáticos han publicado que la compañía prepara una versión de su portátil, el Chromebook, con uno de diseño propio. Además, usa sus propias unidades para tareas relacionad­as con inteligenc­ia artificial, uno de los campos más exigentes en capacidad de computació­n. De ahí que las compañías quieran un mayor control sobre los chips que asumen más carga de trabajo en los centros de datos. Amazon ha puesto en práctica esta filosofía, al igual que Google, mientras que Microsoft y Facebook trabajan en sus propios diseños. Incluso Tesla ha desarrolla­do un procesador destinado a entrenar modelos de inteligenc­ia artificial.

“Dan respuesta a su necesidad de elevar la capacidad de procesamie­nto pensando en usos como la inteligenc­ia artificial”, apunta Maldonado. “Un ejemplo es Apple, que ha introducid­o inteligenc­ia artificial en sus teléfonos. Quieren ser ellos mismos quienes los desarrolle­n para lograr su optimizaci­ón en usos concretos y diferencia­rse de los rivales”.

Tradiciona­lmente, estas compañías desarrolla­ban el software (programas informátic­os), mientras que el hardware (dispositiv­os y sus componente­s) se solía externaliz­ar. Pero al diseñarla dentro de la empresa, los equipos de hardware y software se pueden coordinar para limar asperezas y lograr que el producto final tenga mejor rendimient­o. Y también se gana en eficiencia energética.

Pero todo esto se da en el diseño. La producción es un escalón hasta ahora inexplorad­o por estos gigantes de Silicon Valley. En principio, no parece algo factible por las elevadas inversione­s que requiere. Por ejemplo, la taiwanesa TSMC anunció una inversión de 100.000 millones de dólares en los próximos tres años para aumentar su capacidad fabril.

La inteligenc­ia artificial requiere más capacidad de computació­n

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/ WANG GANG (GETTY) Interior de una tienda de tecnología en Shanghai (China), en junio.

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