Las grandes tecnológicas quieren sus propios chips
Ante la escasez mundial, Google, Amazon o Apple apuestan por desarrollar sus procesadores en busca de autonomía
El año pasado, los procesadores Apple M1 sustituyeron por primera vez a los chips de Intel en los portátiles de la marca de la manzana. El Píxel 6, el nuevo teléfono de Google, también estrena cerebro. Los semiconductores Tensor desbancan al chip de Qualcomm que solía gobernar esta línea de teléfonos inteligentes.
Estos cambios se producen en un entorno enrarecido por la escasez mundial de chips, cuyas consecuencias son ya visibles. En España, Seat ha suspendido repetidas veces la producción en su fábrica de Martorell, mientras que el grupo Stellantis ha hecho lo propio con sus plantas de Vigo y Zaragoza. Hay más ejemplos. Pero aunque la automovilística parece la industria más afectada, no es la única. Se prevé que algunos ordenadores tarden en llegar al mercado entre 45 días y cinco meses más de lo habitual.
El interés de las grandes tecnológicas por diseñar sus propios chips no es nuevo, pero el estrés que ha introducido la pandemia en la cadena de suministro puede haber acelerado sus esfuerzos. Los desarrollos propios permiten ganar cierta independencia tecnológica y, en ocasiones, eliminar al intermediario que hace el diseño.
“La pandemia ha introducido un gran riesgo, que ya estaba latente y ahora ha aflorado”, indica Fernando Maldonado, analista principal de IDG Research, en referencia al cuello de botella generado por un fuerte incremento de la demanda de chips frente a la escasez de productores. “La fabricación está dominada por tres empresas: Intel, Samsung y TSMC. Esta última tiene una elevada cuota de fabricación, en especial en los de última generación, complejos
La fabricación está dominada por Intel, Samsung y la taiwanesa TSMC
de fabricar y que requieren una fuerte inversión. Además, ampliar la capacidad requiere nuevas fábricas que comienzan a estar operativas a los tres años”.
Capacidad negociadora
A las grandes tecnológicas se les presupone también mayor capacidad negociadora con los fabricantes. “Depende de los acuerdos que tengan”, señala Maldonado. “Supongo que Apple o Amazon los tienen bien atados. El problema es que venga un General Motors que no tenga un acuerdo tan vinculante”.
Apple diseña desde hace años sus propios procesadores, basados en arquitectura ARM, para el iPhone. Por su parte, Amazon introdujo en sus centros de datos su chip de diseño propio, Graviton, en 2018. Ambos atañen a áreas fundamentales de estas compañías, aunque Apple ya avisó de que la producción del iPhone también podría verse afectada a final de año por la escasez de chips.
En el caso de Google, no solo ha introducido chips propios en sus móviles. Medios asiáticos han publicado que la compañía prepara una versión de su portátil, el Chromebook, con uno de diseño propio. Además, usa sus propias unidades para tareas relacionadas con inteligencia artificial, uno de los campos más exigentes en capacidad de computación. De ahí que las compañías quieran un mayor control sobre los chips que asumen más carga de trabajo en los centros de datos. Amazon ha puesto en práctica esta filosofía, al igual que Google, mientras que Microsoft y Facebook trabajan en sus propios diseños. Incluso Tesla ha desarrollado un procesador destinado a entrenar modelos de inteligencia artificial.
“Dan respuesta a su necesidad de elevar la capacidad de procesamiento pensando en usos como la inteligencia artificial”, apunta Maldonado. “Un ejemplo es Apple, que ha introducido inteligencia artificial en sus teléfonos. Quieren ser ellos mismos quienes los desarrollen para lograr su optimización en usos concretos y diferenciarse de los rivales”.
Tradicionalmente, estas compañías desarrollaban el software (programas informáticos), mientras que el hardware (dispositivos y sus componentes) se solía externalizar. Pero al diseñarla dentro de la empresa, los equipos de hardware y software se pueden coordinar para limar asperezas y lograr que el producto final tenga mejor rendimiento. Y también se gana en eficiencia energética.
Pero todo esto se da en el diseño. La producción es un escalón hasta ahora inexplorado por estos gigantes de Silicon Valley. En principio, no parece algo factible por las elevadas inversiones que requiere. Por ejemplo, la taiwanesa TSMC anunció una inversión de 100.000 millones de dólares en los próximos tres años para aumentar su capacidad fabril.
La inteligencia artificial requiere más capacidad de computación