Anarquismo sin imposturas
Tres apuestas. La tiranía de las moscas (Barrett), de Elaine Vilar Madruga. Un dictador bigotudo, un padre pelotas, una madre deprimida y aburrida, dos hijas extrañas, un hijo macabro, una familia desquiciada y un montón de moscas. Divertidísima novela escrita sin corsé alguno, repleta de hallazgos literarios y con un sesgo libertario que para nada suena a impostado. Presentado por la escritora Cristina Morales y con una potente portada de Manuel Marsol. Un bombazo.
Azucre (Pepitas de Calabaza), de Bibiana Candía Becerra. Mitad del siglo XIX. Con las cosechas destrozadas por las lluvias torrenciales, cientos de jóvenes gallegos abandonan su tierra para viajar a Cuba, reclutados con la promesa de una vida mejor. Tras una travesía infernal, una realidad más infernal aún. Basada en hechos reales, Candía Becerra ha escrito una novela que se lee en un suspiro y que deja un poso largo y espeso. A descubrir.
Los días perfectos (Libros del Asteroide), de Jacobo Bergareche. Un libro de amor, de relaciones cortas, intensas y complicadas. De ansias de eternidad y del tiempo que todo lo pudre. Inteligente, sutil y con un punto distante.
Un rescate. La distancia
que nos separa (Alfaguara), de Renato Cisneros. Inconta- bles son los libros que ahondan en la siempre complicada relación padre e hijo, eterno tema. El de Cisneros, publicado en 2015 y felizmente recuperado este año, destaca por su extraordinaria precisión literaria, su trabajo de reconstrucción histórica y por la galería de inolvidables personajes que la pueblan. Sin rechazar la polémica, a sabiendas de las dificultades y del inevitable amor, el autor mira cara a cara a su padre, el Gaucho Cisneros, figura clave de la política peruana del último tercio del siglo XX, un general de división educado en Argentina, amigo de Videla, Pinochet y de otros siniestros matarifes latinoamericanos. Grandísimo libro.