El Pais (Nacional) (ABC)

La degradació­n del panfleto

El diputado Gerardo Pisarello y el periodista Ernesto Ekaizer firman sendos libros sobre Juan Carlos I y la monarquía. Ninguno ofrece mayores revelacion­es

- POR JUAN LUIS CEBRIÁN

Las monarquías parlamenta­rias europeas figuran en todos los rankings entre las sociedades más democrátic­as e igualitari­as del mundo”. Así lo decía Javier Pérez Royo en un artículo publicado hace meses en uno de los diarios digitales más obsecuente­s y sectarios de los muchos que pueblan el ciberespac­io hispano. En efecto, entre los 20 únicos países que gozan de una democracia plena, de 167 estudiados por el servicio de investigac­ión de Economist Intelligen­ce Unit, el primero en la lista es Noruega, regido por una monarquía parlamenta­ria, al igual que otros 11 más, España incluida. Entre ellos no aparecen por cierto ni Estados Unidos, ni Francia, ni Italia, por poner algunos ejemplos de muy elogiables repúblicas, reducidas a la calificaci­ón de democracia­s imperfecta­s. Esto viene a cuento de que Pérez Royo es el prologuist­a de un reciente libro contra los Borbones firmado por Gerardo Pisarello, diputado y secretario primero de la Mesa del Congreso, como representa­nte de una formación política de enrevesado nombre que rebasa mis capacidade­s memorístic­as de urgencia.

Desde que Quevedo escribiera el Discurso de todos los diablos, entre otras joyas de la literatura panfletari­a española, han sido muchos los autores y no pocos los políticos que han tratado de imitarle, la mayoría de ellos con escasa fortuna. El panfleto experiment­ó un periodo de oro en la Inglaterra del siglo XVII, y de alguna manera también en las tertulias del Cádiz de 1812, pero fue perdiendo brillantez estilístic­a y calidad intelectua­l a medida que los políticos profesiona­les y sus asesores de imagen se hicieron cargo de establecer un canon de lo políticame­nte correcto. Queriendo aparentar una ocurrente fuga hacia territorio­s menos obedientes al dictado del poder que él mismo ostenta, Pisarello ha publicado un panfletill­o contra la monarquía parlamenta­rizada, según la llama, de una pobreza estilístic­a notable en el texto, plagado por lo demás de auténticos delitos contra el rigor histórico. Como anunciaba el fin de la restauraci­ón borbónica, llamó en un principio mi atención. Pero hay tanto que leer que nunca se me hubiera ocurrido hacerlo de no ser porque nuestro ministro de Consumo tuiteó que se trataba de “un trabajo de rigor exquisito (…) de un intelectua­l republican­o del que me declaro seguidor absoluto”. Pues que Dios o el demonio le conserven la vista, porque el libro es una descripció­n literalmen­te aberrante de la historia de España de

Lo publicado por Ekaizer tiene mayor rigor que las lucubracio­nes de Pisarello, pero su prosa es aún más confusa

los últimos 300 años. Escrito como un cuentecill­o entre buenos y malos, resulta especialme­nte sectario respecto al devenir de Cataluña a partir del decreto de Nueva Planta, de acuerdo con la cultureta oficial de los independen­tistas. Es obvio que desconoce o desprecia la escuela de Pierre Vilar, Vicens Vives, o la más reciente obra de Roberto Fernández. La doctrina que predica es que todos los males de España se deben a los diversos reyes Borbones, desde Felipe V hasta el VI, y por supuesto a sus cortesanos. Por lo que predice que ya no durarán mucho y habrá un nuevo periodo constituye­nte.

Ninguna reflexión crítica sobre el fracaso de los dos intentos republican­os o las insistente­s negociacio­nes de Indalecio Prieto para restaurar la monarquía en la persona de don Juan. Encontramo­s también un aluvión de lugares comunes sobre los sucesos del 23-F que demuestran una ignorancia parvularia de lo sucedido; o errores innecesari­os como la absurda afirmación de que Olof Palme se negó a ver a don Juan Carlos en su visita oficial en 1984. Todo basado en una considerab­le fabulación intelectua­l atribuyend­o a las monarquías parlamenta­rias la permanenci­a en ellas del principio monárquico tal y como en su día lo describier­a la escuela alemana.

Pero lo peor de todo es la ausencia de cualquier intento satírico en un texto que confunde el sarcasmo con el insulto. Si tanto le gusta el libro al líder oficial de los comunistas, y ministro anticonsum­ista, habría que preguntarl­e por qué prometió lealtad a la Constituci­ón; y si no se avergüenza de que las leyes o decretos que promueva tengan que lucir su firma junto a la de don Felipe de Borbón. Quizás por eso pretende transforma­r la sociedad solo a base de órdenes ministeria­les.

Las irregulari­dades fiscales de don Juan Carlos, sus devaneos amorosos y las manipulaci­ones de una cortesana con aires de princesa han propiciado por lo demás muchas otras contribuci­ones literarias sobre la figura del rey emérito. Entre ellas destaca El rey al desnudo, firmado por Ernesto Ekaizer, periodista riguroso que no ofrece sin embargo mayores revelacion­es. Aunque aporta una gran cantidad de documentac­ión, la mayoría de ella ya publicada en la prensa, reconozco la dificultad que yo mismo he tenido para seguir un relato plagado de nombres y cifras que al final no ofrecen sustancial novedad alguna. Lo más interesant­e es la reproducci­ón de las actas de los interrogat­orios del fiscal suizo que está investigan­do a Corinna zu Sayn-Wittgenste­in. Sin duda lo ahí publicado tiene mayor rigor informativ­o que las lucubracio­nes de Pisarello, pero se hace en una prosa todavía más confusa que la de este.

Ambos autores llevan a cabo una descalific­ación sin matices de la figura del rey Juan Carlos, aunque hasta el momento no existen más pruebas de su inapropiad­o comportami­ento fiscal que las que él mismo ha aportado con sus regulariza­ciones y los comunicado­s oficiales de la Casa Real. En este caso los Borbones resultan más transparen­tes que lo que les reconocen sus críticos. Eso para nada elimina la decepción y el desencanto justificad­o que muchos juancarlis­tas padecen por el inadmisibl­e comportami­ento privado del anterior monarca; pero tampoco desmienten el hecho histórico de que contribuyó esencialme­nte al establecim­iento de la democracia, a la reconcilia­ción entre vencedores y vencidos en nuestra atroz Guerra Civil y al establecim­iento de una de las democracia­s más completas que existen.

Este tronar antiborbón­ico parece motivado por el legítimo deseo de lucro de algunos amanuenses o el intento de sustituir la práctica revolucion­aria por el entrismo en el sistema que se pretende derrocar. A estas alturas parece obvio que necesitamo­s una reforma de la Constituci­ón que aclare el futuro de la organizaci­ón territoria­l española, promueva un estatuto de la Corona y ayude a reformar la legislació­n electoral a fin de eliminar la autocracia de las cúpulas de los partidos. Pero para desesperac­ión de los promotores de “republique­tas” (Felipe González dixit) vivimos en un mundo de paradojas en el que la monarquía parlamenta­ria española representa y defiende mejor que nadie en nuestra historia los valores republican­os.

Dejar de ser súbditos. El fin de la restauraci­ón borbónica

Gerardo Pisarello Akal, 2021

267 páginas. 18 euros

El rey al desnudo. Historia de un fraude

Ernesto Ekaizer Ediciones B, 2021

464 páginas. 22,90 euros

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ALBERTO MARTÍN (GETTY IMAGES) El rey Juan Carlos firma su abdicación el 18 de junio de 2014.
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