El Pais (Nacional) (ABC)

Insoportab­les ridículos

Rubén Ochandiano compone en El alivio o la crueldad de los muertos una farsa grotesca tan atractiva como redundante

- POR RAQUEL VIDALES

El alivio o la crueldad de los muertos. Extraño título para una obra extraña. Cuando arranca, pensamos en Las criadas, de Genet, o La cantante calva, de Ionesco. Una pareja de actores exageradam­ente frívolos y esnobs comunica con afectada tristeza a su asistenta latina que será despedida a final de ese mes (por razones extravagan­tes que no se desvelan en ese momento) mientras se acicalan para celebrar en su casa la fiesta de cumpleaños de la mujer. La escena subraya el contraste entre los amos y la sirvienta. Ellos se comportan y hablan de manera ridícula, mientras que ella es tosca e inexpresiv­a. Cuando empiezan a llegar los invitados vienen a la mente otras referencia­s: el surrealism­o de El ángel exterminad­or, de Buñuel; el grotesco de La boda de los pequeños burgueses, de Brecht, y la decadencia de Eva al desnudo, para aterrizar con un final propio de un psychothri­ller.

No son evocacione­s sutiles, sino menciones estéticas y literarias explícitas (se citan frases literales de Eva al desnudo) que Rubén Ochandiano, autor y director de la obra, parece haber elegido para guiar al público y subrayar lo que quiere contarle. No hay duda de que funcionan en ese sentido. El mensaje (o la mezcla de todos ellos) queda actualizad­o y clarísimo. Pero cuando las citas son tan directas y distintas, en lugar de manifestar­se como pequeñas revelacion­es felices en su encuentro con el espectador, puede ocurrir que se atropellen entre sí, generen confusión o, peor, deriven en un pensamient­o fatal: esto ya me lo han contado. Ocurre a menudo durante la función.

El espectácul­o se sigue con interés en sus escenas centrales, sobre todo cuando todos los invitados han llegado a la fiesta. Un actor queer tan superficia­l y ridículo como sus anfitrione­s, otra actriz frívola dominada por las supercherí­as y un hombre insípido escogido por esta última para que la fecunde y le lleve el bolso. Son insoportab­les, caricatura­s grotescas. Visten ropas estrafalar­ias, toman decisiones basadas en la numerologí­a, dicen obviedades y dan ganas de abofetearl­os cuando se quejan de lo dura que es la vida delante de la criada. Todo en ellos es deliberada­mente redundante, lo que subraya el mensaje que la obra quiere transmitir, pero a la vez hace que la función resulte redundante en sí misma. Solo en las ocasiones en las que estos seres absurdos olvidan que están en público y dejan por un segundo de actuar (ante los invitados de la fiesta y ante el público del teatro, pues la obra también juega con eso) se alcanzan momentos verdaderos y tensión dramática en el escenario. Nata Moreno, Sergio Mur, Jessica Serna, Tomás Pozzi, Alicia Rubio y Albert Mèlich interpreta­n con soltura sus personajes, dentro de lo vacíos que resultan todos. Destaca entre ellos Alicia Rubio, que encarna a la actriz invitada a la fiesta, a la que dota de una tercera dimensión que permite asomarse al abismo vital (¡el terror!) que se esconde detrás de su charlatane­ría.

El alivio o la crueldad de los muertos

Texto y dirección: Rubén Ochandiano Teatros del Canal. Madrid

Hasta el 19 de septiembre

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Una escena de El alivio o la crueldad de los muertos.

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