Conducción
El Seat es el más ágil y eficaz; el Nissan tiene el mejor equipo de seguridad, y el Renault sale más barato y gasta menos
Cuatro familiares
en formato SUV con mecánicas de gasolina y tecnologías variadas que ofrecen potencias equivalentes y prestaciones correctas. El Seat es el más convencional, con un 1.5 turbo de 150 CV. El Hyundai comparte potencia, pero con 1.6 litros y módulo microhíbrido de 48V que ayuda al arrancar y baja el consumo. El Nissan es un 1.3 también microhíbrido, pero con 158 CV. Y el Renault equipa un 1.6 turbo de 143 CV con módulo híbrido completo y una batería mayor que le permite circular trayectos de hasta un par de kilómetros en modo eléctrico y gastar menos. Todos tienen cambios automáticos, de doble embrague y siete marchas en el Ateca y el Tucson, y con un sistema de marchas programadas de forma autónoma según el uso sin que el conductor pueda decidir en el Arkana. Y el Qashqai de la prueba equipaba un manual de seis, al no estar aún disponible el automático CVT de variador y siete marchas. Además, todos incluyen modos de conducción: Eco, Sport, etcétera.
Las prestaciones
son correctas en todos, pero el Hyundai aprovecha bien la potencia y acelera un poco mejor. Le sigue de cerca el Seat, que es el menos pesado, por delante del Qashqai y con el Arkana detrás con una respuesta muy variable. Así, mantiene el tipo mientras la batería tiene carga, pero se descuelga cuando se le exige, por ejemplo, en trazados de montaña y subidas largas de autopista.
El Seat impone
su estabilidad, en especial con el acabado deportivo FR de la unidad de pruebas, que montaba el neumático de perfil más bajo. Ofrece una respuesta muy inmediata, con la dirección más rápida y una mayor agilidad y aplomo en curvas y cambios de apoyo en giros enlazados. Y a pesar de ser un SUV, recuerda un poco a los GTI. El Nissan y el Hyundai igualan tras el Ateca y transmiten sensaciones y velocidades de paso por curva muy similares. No giran tan plano y balancean algo más, pero ofrecen una buena estabilidad, dan confianza y circulan con aplomo en todas partes. El Renault es menos ágil en curva, y aunque tiene la suspensión más blanda y una dirección más lenta, agarra bien. Sin embargo, invita a llevar ritmos más tranquilos, porque el cambio elige siempre marchas largas, también en el modo Sport. Y aunque se esté acelerando, al levantar para entrar en la curva, pasa a una relación más larga de lo deseable y pierde eficacia.
El Ateca es el
que frena mejor y se para en distancias casi de coches deportivos. Le sigue de cerca el Tucson, pero tiene una suspensión más blanda que sujeta menos la carrocería. Y el Nissan y el Renault frenan bien, pero necesitan algún metro más. Por último, el Hyundai ofrece una calidad de conducción superior, con el tacto y consistencia de un coche más grande. Le sigue el Seat y después el Nissan, al que penaliza el cambio manual en esta versión. Lo mismo que al Renault, menos agradable de conducir por la respuesta poco previsible de su cambio automático robotizado.