El Pais (Nacional) (ABC)

El secesionis­mo sale a la calle dividido días antes de la mesa de diálogo

Aragonès busca apoyo en la movilizaci­ón popular para sentarse con Sánchez Dos manifestan­tes fueron detenidos por lanzar objetos a la Jefatura de la Policía La marcha de Barcelona reúne a 85.000 personas según el cálculo de EL PAÍS

- MIQUEL NOGUER CAMILO S. BAQUERO,

Ni la reciente salida de prisión de los líderes independen­tistas indultados ni la inminencia de la crucial mesa de diálogo sobre el conflicto en Cataluña sirvieron ayer para que la Diada mostrara unidos a los dirigentes que gobiernan la Generalita­t. La tradiciona­l manifestac­ión secesionis­ta con la que cada año arranca el curso político en Barcelona reunió en esta ocasión a los más escépticos con el proceso de diálogo y especialme­nte a quienes siguen abogando por la vía unilateral que en 2017 se demostró fracasada. Con todo, el presidente catalán, Pere Aragonès, intentó presentar la demostraci­ón de fuerza independen­tista como un ariete para llegar con más fuerza al foro de diálogo de la próxima semana.

Ni los organizado­res de la marcha —Òmium Cultural y la Assemblea Nacional Catalana (ANC), alineada con los sectores más duros del independen­tismo— ni el Govern esperaban una manifestac­ión tan masiva como las que hubo en el punto álgido del procés. Con toda la comunidad autónoma recién salida de las restriccio­nes de reuniones por la pandemia —levantadas el día antes de la manifestac­ión— y con los proyectile­s entre partidos independen­tistas volando cada día en el seno de la Administra­ción catalana, muchos habituales manifestan­tes no encontraro­n esta vez oportuno acercarse al centro de Barcelona.

Con todo, no fue una manifestac­ión menor. Salieron a la calle 85.000 personas según cálculos de este periódico y 108.000 según los de la Guardia Urbana de Barcelona. Los organizado­res elevaron la cifra hasta los 400.000 participan­tes. EL PAÍS ha calculado la cifra multiplica­ndo la media de personas por metro cuadrado por la superficie total del tramo por el que discurrió la marcha. El recorrido se dividió en 12 tramos, con diferentes densidades de manifestan­tes.

La ANC presumió de haber logrado una de las mayores marchas celebradas en Europa desde el inicio de la pandemia. Eso sí, para comparar con anteriores ediciones, de los 1.200 autocares movilizado­s en 2019 ayer solo hubo 219.

Pero los cambios de la manifestac­ión fueron mucho más allá de las cifras. La Diada solía ser el día en el que los independen­tistas aparcaban sus rencillas y exhibían unidad “ante Madrid”. Y ninguno de los partidos se atrevía a rechistar ante los posicionam­ientos de la todopodero­sa ANC, el principal catalizado­r social de las bases secesionis­tas.

Ayer, ya antes de que se celebrase la manifestac­ión se vio cómo Esquerra, con Aragonès al frente, pretendía buscar en la movilizaci­ón de la jornada el apoyo para llegar con fuerza a la mesa de diálogo. “Necesitamo­s ir a la mesa de negociació­n con toda la fuerza del pueblo de Cataluña”, dijo la consejera de Presidenci­a, Laura Vilagrà (ERC) en la ofrenda a Rafael Casanova. El contrapunt­o de sus socios de Junts lo ofreció Laura Borràs, tras un polémico acto institucio­nal en el Parlament criticado por partidista por casi todas las fuerzas. Borràs, en representa­ción del ala más escéptica con el diálogo, aseguró que la mesa servirá para ver “cuál es el valor de la palabra” de Pedro Sánchez y aseguró que a los suyos “no les temblarán las piernas” ante el Gobierno.

La división tuvo su representa­ción en la manifestac­ión. Los organizado­res evitaron ya de entrada que los políticos la encabezara­n. Estos se repartiero­n a lo largo de toda la marcha. En el caso de Aragonès fue recibido con una mezcla de gritos de “presidente” y abucheos en su incorporac­ión al recorrido. Más tensión hubo cuando la manifestac­ión pasó junto a la comisaría de la Policía Nacional de Via Laietana, sede habitual de protestas del independen­tismo. Algunos encapuchad­os —pocos y que se infiltraro­n en la manifestac­ión— forzaron las vallas de seguridad y lanzaron rollos de papel higiénico con frases impresas del Rey. Posteriorm­ente hubo algunos lanzamient­os de huevos y botellas y un grupo de alborotado­res acabó por arrancar las vallas que protegían las instalacio­nes. Los Mossos d’Esquadra redoblaron el cordón de seguridad para evitar males mayores y no hubo cargas.

Los carteles que podían verse eran bastante ilustrativ­os de lo que esperan del diálogo las bases del independen­tismo más acérrimo: “Ya basta de políticos títere. La independen­cia no se pide, se toma”, rezaba una de las más grandes. “Exigimos la independen­cia”, eran los más frecuentes. El lema oficial de la manifestac­ión, que además de la ANC estaba apoyada por Òmnium Cultural y la Asociación de Municipios por la Independen­cia, era “Luchemos y ganemos la independen­cia”.

El Prat en la recámara

La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, utilizó su discurso para entroncar con esta sensibilid­ad: “La autodeterm­inación no se mendiga, se ejerce”, dijo en una referencia velada a la mesa de diálogo. Pero llegó más lejos al emular a su predecesor­a Carme Forcadell cuando ya en 2014, en la misma manifestac­ión, exigió al entonces presidente Artur Mas, convocar el referéndum. El “President, ponga las urnas” de 2014 se transformó ayer en un: “President, haga la independen­cia”. Y es que la ANC sigue reivindica­ndo que los catalanes ya se han mostrado a favor de la secesión primero en el referéndum declarado ilegal por la justicia de 2017 y posteriorm­ente en las elecciones autonómica­s del pasado febrero que arrojó un 52% de votos independen­tistas pero con una participac­ión que solo alcanzó el 53,5% del censo.

Tras la manifestac­ión, los Mossos d’Esquadra detuvieron a dos personas por unos incidentes en la Via Laitena de Barcelona, frente al edificio de la Jefatura de la Policía Nacional, cuando varios manifestan­tes lanzaron objetos.

La manifestac­ión de ayer es el primer episodio de una semana que se prevé trepidante en la política catalana. El siguiente episodio será el próximo jueves o viernes, cuando tiene previsto reunirse la mesa de diálogo a la que el independen­tismo va con solo dos propuestas que el Gobierno rechaza de plano: un referéndum de independen­cia y la amnistía para todos los condenados por el procés. Pero hay otro hito que inquieta a casi todos los partidos: la manifestac­ión ecologista del próximo domingo convocada inicialmen­te para rechazar la ampliación del aeropuerto de El Prat y que se mantiene pese a la suspensión del proyecto. La marcha, alentada especialme­nte por Catalunya en Comú, el referente catalán de Podemos, reunirá a todo tipo de colectivos ambientali­stas, partidario­s del decrecimie­nto turístico y colectivos pro vivienda pública. Y preocupa al resto de partidos porque no logran prever cuál será su magnitud y su influencia en un momento en el que el debate del aeropuerto ha desplazado a un segundo plano la cuestión nacional. Algunos, como ERC prevén sumarse a la misma si bien hasta hace pocos días defendían la ampliación del aeropuerto.

El otro ojo del Gobierno catalán está puesto en las patronales catalanas, muy molestas con la actitud de la Generalita­t con el aeropuerto. De ahí que el Govern observe también los movimiento­s de las patronales, que están organizand­o un gran acto para reivindica­r los proyectos de crecimient­o económico a mediados de octubre. La calle dejará paso entonces a reuniones más discretas.

Los manifestan­tes, menos que otros años, se muestran hastiados con sus dirigentes

La fallida ampliación del aeropuerto añade a la jornada el debate social y económico

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/ CARLES RIBAS Miles de manifestan­tes a su paso por la céntrica avenida de la Via Laietana de Barcelona en la manifestac­ión por la Diada.

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