Una medida extrema
El Gobierno de Polonia, capitaneado por el partido ultraderechista Ley y Justicia (PiS, por sus siglas polacas), forma parte del ala dura europea en políticas de inmigración y refugio, que habitualmente afectan a los países del sur como puerta de entrada a la UE. Por primera vez se ha visto expuesto a una presión fronteriza, que a pesar de ser todavía asumible en términos cuantitativos, ha enfrentado con su arma más pesada: el estado de emergencia, que no se empleaba desde la época comunista. “Es demasiado. En la Constitución polaca es la última frontera, que no hay que cruzar”, opina el politólogo Maciej Duszczyk, que recuerda que ni en los peores momentos de la pandemia de covid-19, cuando hubo miles de muertes, se empleó esta herramienta. “Eligieron el estado de emergencia porque hace imposible que las organizaciones humanitarias y la prensa puedan acceder a la zona de la frontera y documentar la situación”, señala Justyna Kajta, investigadora de la Universidad de Ciencias Sociales
y Humanidades SWPS. El Ministerio de Interior polaco remite a los discursos ante el Parlamento del pasado lunes del primer ministro y del ministro de Interior como toda respuesta a las solicitudes de información de este periódico.
Antes las críticas de la oposición, el jefe del Gobierno defendió la medida como respuesta a “un intento de violar la integridad del Estado polaco” y “la soberanía de las fronteras”. Mateusz Morawiecki mencionó también como una amenaza Zapad 2021 (Oeste 2021), los ejercicios militares masivos que Moscú y Minsk están haciendo en sus fronteras oeste.