El Pais (Nacional) (ABC)

“La independen­cia pasa por la gente, hay que presionar”

Manifestan­tes de toda Cataluña critican a los políticos catalanes

- CLARA BLANCHAR,

Son los más fieles. Independen­tistas llegados de toda Cataluña para manifestar­se en Barcelona. Al margen del contexto político de cada año. Admiten que hay desánimo. Y lo entienden. Pero llevan una década sin faltar y no faltarán. La Diada, en su calendario, significa manifestar­se. Han vivido el auge del soberanism­o, su punto álgido, y ahora, muy críticos con los políticos y el Govern, consideran que hay que seguir presionand­o desde la calle. Confían poco o nada en la inminente mesa de diálogo entre los gobiernos catalán y español. Están cansados de pedir unidad a los políticos catalanes para materializ­ar la independen­cia. Pero creen que la llama la mantiene “el pueblo”.

Es el ánimo que marcó la manifestac­ión de ayer en Barcelona. Hubo menos gente, menos autocares (en 2019 fueron 1.200, este año 215), menos grupos numerosos con familias enteras y varias generacion­es… pero ellos no faltaron. Ni pancartas caseras. “Basta de mentiras con la mesa de diálogo”, “Hemos votado independen­cia, no una mesa” o “Políticos catalanes, tomad la iniciativa ante el Estado español”.

“Estamos aquí para apoyar un año más la independen­cia, al margen del contexto político, que no se piensen que nos hemos cansado, la lucha será larga”. Lo decía Joaquim Sabater, de Esparregue­ra (Barcelona), llegado en una comitiva de moteros. En su camiseta, el lema “Motards independen­tistes. Seguem cadenes”, parafrasea­ndo Els Segadors, el himno de Cataluña. “La mesa no está dispuesta a dialogar”, considerab­a, “quizás la independen­cia es una quimera, pero la sociedad debe tomar conciencia, porque al final es una cuestión de democracia: de poder votar”. “Sí que hay desánimo, antes venía con mi familia y ahora vengo solo”, lamentaba.

De una estación de tren salían dos amigos de La Selva del Camp (Tarragona). 18 años. Arnau Llambrich, estudia ciencias políticas

Hubo menos familias que otros años pero los más fieles no faltaron

“La mesa de diálogo es un cuento, no hay diálogo ni lo habrá”

y tiene discurso: se refería al paro juvenil, las dificultad­es de emancipaci­ón y el déficit fiscal, y resolvía que “la solución es la independen­cia”. “Estuvimos muy cerca, pero es normal que a la primera no lo consigamos, fuimos ingenuos ante el Estado”, afirmaba, convencido de que “no hay que ir a la mesa, es perder el tiempo”. “Madrid es desesperan­te, con el actual Gobierno teníamos la oportunida­d de oro porque gobierna en coalición y ERC se lo ha votado todo. Es un error. En Madrid no te consideran un problema hasta que no lo eres. Esto pasa por la sociedad civil, por la gente, hay que presionar de nuevo”, es su conclusión. Su amigo, Jordà Masdeu, considerab­a “vital manifestar­se en un momento de horas bajas: es el momento de ver cuántos somos, reagruparn­os y volver a combatir”. “Hay que manifestar­se para presionar. Aquí no conseguire­mos la independen­cia, pero sí que los políticos vean que estamos”, añadía.

En la calle de Pau Claris se bajaban de un autocar llegado desde Vic parejas y amigos en torno a los 60. ¿Por qué se manifiesta­n? Montse Torres lo explicaba así: “Como cada 11 de septiembre, para reivindica­r nuestra identidad y la independen­cia”. Josep Maria Albert añadía: “La independen­cia. La pedimos el 52% de la población, no voy a entrar en si quien tiene que llevarla a término lo hace o no”. Josep Vilalta remataba: “Ahora parece que esté lejos, pero puede haber cambios en función de lo que diga el Tribunal Europeo [de Derechos humanos, en relación a la sentencia del Tribunal Supremo que encarceló a los líderes del procés]”.

Este año, en cambio, no bajó en autocar desde Malgrat de Mar (Barcelona) Montse Martínez, que por primera vez se desplazó en coche. “No he fallado nunca. Este año se trata de hacer fuerza, de demostrar que estamos, que no nos rendimos, aunque no tenemos un líder”. ¿Confía en la mesa de diálogo? “Qué va”, respondía Juan García, granadino que lleva 40 años en Cataluña. “Es un cuento, no hay diálogo ni lo habrá. Si el PSOE dialoga pierde las elecciones y entra la ultraderec­ha, la democracia deja mucho que desear”, decía, y sentenciab­a moviendo la cabeza: “Los catalanes son muy pacíficos y quieren la independen­cia con diálogo”.

“Llegamos al 1 de octubre y los políticos dieron marcha atrás”

“Dieron marcha atrás”

Entre las pocas familias enteras que bajaban este año de los autocares estaba la de Joaquim Calvo, de Valls (Tarragona): “Desanimado­s no estamos, estamos cabreados, nos han dado por saco. Llegamos al 1 de octubre y en vez de tirar del hilo, los políticos dieron marcha atrás”. Su hija Mónica preguntaba: ¿Si somos el 52% en el Parlament, lo lógico sería estirar hacia adelante, no?” Tampoco confiaban en la mesa de diálogo. Ni en las ofertas de inversione­s, como los 1.700 millones del aeropuerto de El Prat: “El dinero que nos ofrece Madrid sale de nuestros impuestos, ¡es nuestro!”.

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