El gran incendio de Málaga entra en vías de control
El fuego ha quemado 5.000 hectáreas y se ha cobrado la vida de un bombero
El incendio que se inició el miércoles en Sierra Bermeja, en el oeste de la provincia de Málaga, y que ha arrasado 5.000 hectáreas, además de cobrarse la vida del bombero forestal Carlos Martínez, de 44 años, entró ayer en vías de ser controlado salvo complicaciones. El incendio, que obligó a confinar a casi 1.000 vecinos en Genalguacil y Jubrique, ya ha sido calificado como “uno de los más complicados de España”. Su imprevisibilidad y la dificultad añadida de la orografía y la meteorología adversas lo acercan al grupo de los llamados incendios de sexta generación: los “superincendios”, como los define el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).
Es como un “monstruo hambriento”, según Alejandro García, subdirector del Centro Operativo Regional del Plan Infoca, el servicio de extinción de incendios forestales de la Junta de Andalucía.
Las condiciones a lo largo de la noche permitieron al personal en tierra reanudar labores de contención, que se paralizaron el viernes por la tarde ante la incertidumbre por la evolución del fuego, con características muy similares a las de los llamados incendios de sexta generación: macroincendios capaces de generar una dinámica propia que llega a alterar las condiciones meteorológicas y que quedan a expensas de la climatología y fuera de la capacidad de extinción con medios humanos. La imprevisibilidad en el comportamiento de las llamas eleva el riesgo para el personal sobre el terreno, después de la muerte, el jueves, de un bombero forestal.
La hipótesis de que el incendio ha podido ser intencionado cobra más fuerza. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, informó de nuevas evidencias encontradas por la brigada que investiga las causas: “En los dos focos se han encontrado montoncitos de hojarasca y encima una piña prendida con un mechero”. El dirigente del PP aclaró que la prioridad inmediata es apagar las llamas, después recuperar la zona y, por último “ir a por él”, en referencia al potencial autor del siniestro.
La principal característica de estos incendios enormemente destructivos es que sobrepasan la capacidad de extinción con medios materiales y humanos a disposición de las administraciones. Una vez desatados, solo unas condiciones meteorológicas favorables permiten avanzar en la lucha. Esto quedó claro el viernes, cuando la dirección del Infoca decidió retirar del terreno una mayoría de personal tras determinar que las labores en tierra no conseguirían frenar el avance de las llamas.
El mayor peligro, sin embargo, es la capacidad de convección del fuego, esto es, el potencial de crear una meteorología propia en el interior del incendio debido al ascenso rápido de enormes masas de aire a altísimas temperaturas. La consecuencia más llamativa y peligrosa de este fenómeno es la creación de pirocúmulos, enormes nubes como las formadas durante una erupción volcánica que ascienden en chimenea sobre el fuego elevando consigo material incendiario. Esa misma nube puede desplomarse como un edificio, provocando una “tormenta de fuego” que arrase todo.
El avance del fuego, tras el cambio del viento que volvió a soplar de Levante, con más humedad y hacia el Oeste, volvió a amenazar el paraje natural de Los Reales de Sierra Bermeja, un reducto único del pinsapo, una conífera mediterránea única en la serranía malagueña.
“Lo que queda es un trabajo continuo y muy lento para fijar todo el perímetro y para que esta tarde [por ayer], cuando la situación se ponga peor, que se pondrá, los escapes sean los menos posibles y el incendio se estabilice en su mayor medida”, explicaba a mediodía Juan Sánchez, jefe de Extinción del Infoca desde el puesto de mando.
Aunque ayer se pudo retomar la actividad terrestre, el combate contra las llamas se concentró en el cielo. Desde la mañana 41 aeronaves sobrevolaron la zona descargando agua. Aunque la meteorología parecía que se había vuelto más favorable, el avance descontrolado del fuego obligó a desalojar el viernes a 40 personas de 20 viviendas en la zona de Quiñones, en Estepona, según el 112. Además, seguía vigente la orden de evacuación de las 1.054 personas desalojadas de Estepona y Benahavís.
El pueblo-museo de Genalguacil y el núcleo de Jubrique son los más amenazados por el fuego. Sus vecinos han sido confinados en sus casas. Ambos municipios ven peligrar, además, una de las fuentes más importantes para su economía, basada en el turismo rural y en la agricultura.