Un error improbable pero no imposible en la identificación de los bebés
Los profesionales defienden el sistema actual de asignar un código neonatal al recién nacido y a la madre
El caso de las niñas intercambiadas al nacer en el hospital de San Millán en Logroño en 2002 ha reabierto un debate antiguo sobre el sistema de identificación de los recién nacidos en los hospitales españoles. La mayoría de los profesionales sanitarios defiende que en la actualidad no hay margen de error en la identificación y que el caso que se ha conocido ahora no podría ocurrir. Pero no todos están de acuerdo. Hay especialistas que defienden que el error es improbable pero no imposible.
Según un artículo publicado en 2017 por la Asociación Española de Pediatría (AEP) el sistema para identificar a un recién nacido debería cumplir varios requisitos imprescindibles: que se realice en el mismo momento del parto y verificar esta identificación durante toda la estancia hospitalaria y en el momento del alta. Pero también añade otros conceptos como el de fiabilidad, que permanezca a lo largo del tiempo y que permita una rápida resolución frente a posibles dudas.
Guadalupe Fontán, enfermera del Instituto de Investigación del Consejo General de Enfermería y exresponsable de la Maternidad de O’Donnell de Madrid, hace hincapié en lo improbable del error: “La identificación de los pacientes es prioritaria en un hospital y en el caso de los nacimientos y en el caso de los nacimientos se ha ido mejorando y añadiendo filtros de garantía. Antes se hacía con la huella dactilar de la madre y la planta del pie del niño, pero esto tenía limitaciones porque es difícil conseguir recoger huellas de forma correcta”.
Isabel Salgado, matrona supervisora de enfermería del departamento de Obstetricia del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, describe el protocolo que se sigue de forma habitual para identificar a un recién nacido. “Utilizamos un kit específico que se usa en toda España destinado a la identificación del binomio madrerecién nacido”. El codificador neonatal consiste en diferentes piezas con un mismo número y con un código de barras exclusivo para cada madre-recién nacido. Este código va impreso en una pulsera que se coloca a la parturienta, en otra que se pone en el tobillo del bebé nada más nacer y también en la pinza que cierra el cordón umbilical en el momento del nacimiento. “Además”, continúa Salgado, “esa misma pegatina con el código único se incluye en el carné de salud del niño y en la hoja de ingreso de la madre”. Si se trata de un parto múltiple se utiliza un codificador diferente para cada neonato.
La AEP afirma que a pesar de la mejora que ha supuesto este sistema, tampoco es infalible: “Remotamente existe todavía la posibilidad de perder una pulsera holgada o la pinza del cordón si el recién nacido precisa, por ejemplo, la canalización de los vasos umbilicales”. La misma entidad señala en su escrito de 2017 otros métodos más novedosos para identificar a los bebés: sistemas biométricos electrónicos para la lectura e impresión de huellas dactilares y el análisis de ADN. Respecto al primero continúan las dudas sobre la calidad de su valor identificativo. Sobre el segundo se abren interrogantes sobre su custodia.
Escándalo en La Rioja
El Gobierno de La Rioja, salpicado por el escándalo de las dos niñas nacidas en el hospital de San Millán, aclara que, actualmente, en sus dos hospitales de gestión pública, junto al codificador neonatal se realiza “una muestra de sangre del cordón umbilical para realizar análisis de ADN exclusivamente para casos en los que exista duda de identidad”. Este método ya se aplica en hospitales de otras comunidades autónomas como País Vasco, Andalucía o Murcia. Y también está en proceso en algunos hospitales de Cataluña, como el Vall d’Hebrón de Barcelona. Salgado y Fontán coinciden en que este es el único procedimiento que “garantiza sin lugar a duda” que un recién nacido es hijo de una madre concreta y creen que este método será puesto en marcha en breve en todos los hospitales.
Huella genética
Pero existen lagunas en la garantía de huella genética porque, como señala Fontán, su aplicación real no solo tiene que ver con su coste, sino también “con el tiempo que debe guardarse esa información (en la actualidad entre uno y cinco años según el centro) y con la custodia de la misma”. “La legislación”, explica Fontán, “obliga a la identificación inequívoca del recién nacido, pero no detalla cómo debe realizarse, por eso cada comunidad y, a veces, cada hospital, decide sus protocolos”.
En este escenario la AEP apuesta por la combinación de los codificadores neonatales junto con una muestra de sangre materna y sangre del extremo placentario del cordón umbilical como el método más recomendable, pero que debe realizarse con ciertas garantías: Siempre con el consentimiento materno y siempre con el único fin de garantizar y poder comprobar la identificación madre-hijo.
La llegada al mundo de un niño —en España hubo 338.435 nacimientos en 2020— no es la situación más propicia para que una madre esté pendiente de los detalles de identificación de su hijo y que madre o neonato pueden requerir atenciones puntuales que exijan la separación. La pregunta sigue en el aire: ¿Es totalmente fiable el sistema de identificación que se sigue actualmente?
El pediatra Antonio GarridoLestache continúa, a sus 90 años de edad, alzando su voz para garantizar la identidad de los recién nacidos. Para este pediatra, los sistemas son insuficientes. Una denuncia suya provocó que la ONU incluyera en la Convención sobre los Derechos del Niño del 20 de noviembre de 1989 el derecho del niño a la identificación, resolución que firmaron todos los países con la excepción de EE UU y Somalia.
Para Garrido-Lestache, a falta de la implantación de una identificación por ADN generalista y perdurable en el tiempo, lo más fiable y económico sigue siendo ligar la huella dactilar de la madre con la de su hijo justo en el momento del nacimiento. “Es falso que no sea fiable, lo que ocurre es que hay que hacerlo bien. La huella dactilar de una persona está completamente formada a partir de los 120 días de vida intrauterina. Me sigue resultando incomprensible inaugurar hospitales con la última tecnología y no ocuparnos de esta identificación, teniendo en cuenta que ahora la tecnología biométrica permite que existan aparatos sencillos para tomar y reconocer las huellas”.
“Es falso que la huella no sea fiable”, dice el pediatra Garrido-Lestache
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