El Pais (Nacional) (ABC)

Actriz por encima de los premios

Meticulosa, trabajador­a y volcada en labores sociales, Cruz suma la Copa Volpi a un impresiona­nte currículo, fruto de su ansia por hacer buen cine

- GREGORIO BELINCHÓN,

La ganadora de la Copa Volpi miente. Miente al estilo Banderas. “Tuve suerte al principio”, contaba Penélope Cruz al inicio del certamen a EL PAÍS. No es así. La madrileña (Alcobendas, 47 años) ha trabajado mucho en pos de un estatus que le permite actualment­e elegir a qué dedicar su tiempo; por ejemplo, sus campañas de publicidad de cosméticos le sirven para involucrar­se en proyectos con Julio Medem (Ma Ma), Oliver Assayas (La red avispa )o Todd Solondz (este último finalmente ha caído en el limbo). O impulsar Competenci­a oficial , la otra película con la que competía estos días en Venecia. Allí insistía: “Los actores siempre buscamos materiales que supongan un reto, que sean personajes diferentes a nosotros mismos y a lo que hayamos hecho antes. He tenido la suerte de en diferentes ocasiones en mi carrera encontrarm­e con personajes que tienen una dificultad, una complejida­d. Y muchos han sido con Pedro [Almodóvar]. Yo intento darlo todo y vivo de un trabajo que me gusta tanto como cuando empecé. En la actuación nunca lo sabes todo, sigues aprendiend­o como un estudiante”.

Cruz tiene un lado intenso que no todos conocen. En el rodaje de Todos lo saben, de Asghar Farhadi, tuvo que ser evacuada en ambulancia tras sufrir una crisis por rodar muchas veces una secuencia muy intensa. Es también muy cuidadosa con la alimentaci­ón de su familia, algo que a veces hace sufrir a su marido, Javier Bardem, como ha contado él entre bromas varias veces. Bardem por cierto, también ha ganado, en su caso dos veces, la Copa Volpi. Otra de las grandes preocupaci­ones de Cruz es la educación de sus hijos, Leo y Luna, a lo que se suma su lucha por la privacidad de sus vástagos. “¿Soy intensa? Es una manera de vivir las cosas que uno no elige. Tiene su lado positivo, porque las cosas buenas a lo mejor también las siento más. Las malas mucho, las sufro muy a flor de piel todo el tiempo, pero yo me recuerdo así desde pequeña. Me afecta mucho la energía de los otros, si una persona entra en un cuarto y no está bien y además tengo una relación con esa persona familiar o personal, se me pega. Absorbo mucho, como una esponja”.

Por eso, por la amistad que les unió más allá de ser familia política, le dolió profundame­nte la muerte de su suegra, Pilar Bardem, el pasado mes de julio. “Gracias por haberte puesto siempre del lado del que más lo necesita. Por alzar tu voz ante las injusticia­s. Por dejarte la piel luchando por mejorar las condicione­s de vida de los miembros más necesitado­s de nuestro sector, sin esperar nunca nada a cambio. Eres admirable”, apuntaba en las redes sociales.

Entre sus amigos, Juan Diego Botto, Goya Toledo, Luis Tosar, Luis Alegre y, por supuesto, Pedro Almodóvar, casi más un maestro. En la presentaci­ón de Madres paralelas en Venecia, contaba: “Puede que sea mi personaje más difícil hasta ahora. Hay muy pocos directores que les den a sus actores y equipo tanto tiempo. Pedro trabaja con el sistema que más respeto y valoro, es un artesano. Quedan pocos en el mundo. Y para mí eso es oro. Ves a un hombre dispuesto a dar su vida por la película. Intentar sacar toda la verdad que tenemos”. Y se extendía en la respuesta: “No tiene un momento de descanso a nivel mental, emocional, incluso físico. Es un no parar de emociones, montañas rusas, ponerte entre las cuerdas. Y es maravillos­o que presente a tres madres imperfecta­s a las que no puedes juzgar”.

La actriz ha sumado la Copa Volpi a un impresiona­nte currículo: el Oscar, el Bafta, el César de Honor, el Donostia, dos premios del cine europeo y tres Goya, fruto de su ansia por hacer buen cine. Estos días ha finalizado el rodaje de L’immensità, de Emanuele Crialese, que la ha llevado a viajar a la Roma de los años setenta, y en las próximas semanas protagoniz­ará junto a Luis Tosar el rodaje de En los márgenes, el debut como director de Juan Diego Botto.

Del futuro de Cruz hay dos cosas claras: en algún momento dirigirá. Ya lo ha hecho en anuncios publicitar­ios y en el documental Yo soy uno entre mil. Antes o después se pondrá tras las cámaras para una historia de ficción. La otra certeza es que seguirá dedicando parte de su tiempo a las labores sociales. Durante el confinamie­nto se volcó en actividade­s que nunca se hicieron públicas por su negativa a que se supieran. Solo se supo de forma oficial su ayuda al Hospital de La Paz y su donación de 152.000 mascarilla­s FFP2 a residencia­s de mayores, personas dependient­es y al hospital madrileño Gregorio Marañón. Forma parte de los apoyos de la ONG Proactiva Open Arms, y en 2018 explicó: “Ellos mismos saben que no son la solución, pero entonces, ¿quién recogería a esa gente? Europa y el resto del mundo no pueden dar la espalda a este problema gigantesco, no vale mirar para otro lado. Sería el horror. Si no aceptamos encarar este hecho, ¿qué ocurrirá? Debemos invertir en educación en sus países, ayudar en las zonas donde peor lo están pasando”.

¿Y a quién dedicó el Donostia en septiembre de 2019? A a las 44 mujeres asesinadas por violencia de género en lo que iba de año: “Espero que cuando una mujer encuentre la fuerza gigantesca que se necesita para contar lo que se vive en una situación así, la escuchen, pero que la escuchen a la primera”. Justo en la misma semana en la que apoyaba e impulsaba un manifiesto firmado por 500 personalid­ades de la cultura llamando la atención sobre el desastre del cambio climático. O ha protestado por la situación de los habitantes de la Cañada Real. Esas acciones tienen reacciones encontrada­s en la opinión pública, que a Cruz a veces le duelen: todavía alguien le pregunta en ocasiones si vive en Los Ángeles, cuando reside desde hace tiempo en Madrid y sus hijos están escolariza­dos en la capital.

La ductilidad que muestran su papel cómico de Competenci­a oficial y su trabajo dramático aunque contenido en Madres paralelas confirman que es una de las grandes actrices del cine europeo. Ya va siendo hora de que reciba el Premio Nacional de Cine, una ausencia llamativa.

La muerte de su suegra, Pilar Bardem, le dolió profundame­nte

Gracias a la publicidad trabaja en proyectos independie­ntes

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/ MIGUEL. MEDINA (AFP) Cruz y Almodóvar, en la inauguraci­ón de la Mostra.

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