España escucha las revueltas latinas
Los expertos vaticinan nuevas protestas en Europa porque el capitalismo no está dando igualdad de oportunidades
El malestar social es como nubes cargadas de agua y cristales de hielo. Solo necesita las condiciones adecuadas para transformarse en tormentas torrenciales o gotas frías. España parece alejada hoy de estas inclemencias, atrás quedaron las revueltas en Cataluña o la repetición de elecciones. “Esta tierra es justa, civilizada y compasiva”, condensa el jurista Antonio Garrigues Walker. Y compara: “Francia, por ejemplo, siempre se ha expresado de una forma más agresiva”. Pero para los jóvenes este tiempo es otro país. La brecha generacional entre ellos y los mayores ha aumentado desde la crisis financiera de 2008. Contratos precarios, incertidumbre, paro. “Si la situación no mejora, es probable que el descontento pase a expresarse en forma de movilizaciones como las vividas en Cuba o Chile”, advierte Clara Martínez-Toledano, profesora de Finanzas en el Imperial College de Londres y miembro del Laboratorio Mundial de la Desigualdad dirigido por el economista Thomas Piketty. Tampoco descarta que aumente la marcha de chicos al extranjero.
Se sienta o no, la sociedad española demuestra la fragilidad de la cerámica resquebrajada. “A medio plazo habrá más contestación, porque el capitalismo no está dando igualdad de oportunidades”, alerta Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI). “Y el primer peaje del descontento es la disminución del consumo y de la inversión extranjera”. Porque se escuchan las manecillas del reloj girando en sentido contrario. ¿Qué sucederá cuándo se acaben los mecanismos de protección, como los ERTE, que se crearon durante la pandemia? “Podría haber un efecto de descontento generalizado, pues se verán más las múltiples desigualdades existentes (educativas, digitales, laborales)”, prevé José García Montalvo, catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra (UPF). “Aunque espero que una imposición más progresiva y el mayor gasto público amortigüen este problema”, matiza.
El desencanto en economía no es una variable matemática que se pueda introducir en una ecuación. Las vidas no vividas, las ocasiones malbaratadas; la incertidumbre en la existencia. “Lo que más nos preocupa es la fragmentación política porque, gracias a los fondos europeos, tendremos varios años de crecimiento, si se efectúan las reformas necesarias, y todos tienen que aportar. La confrontación reduce la posibilidad de actuar”, avisa Jorge Sicilia, director de BBVA Research. “El desafío es articular las demandas en reivindicaciones viables a través de la democracia participativa”, suma Toni Roldán, responsable del Centro de Políticas Económicas de ESADE.
Queda poco para el invierno y el primer ministro británico, Boris Johnson, enfrenta un año gélido. El impacto del Brexit, la inflación, la elevada deuda, la subida de impuestos (algo inconcebible en un tory) y una sanidad herida pronostican unas revueltas como las vividas en 1978. Aunque hay quienes dudan de este pequeño apocalipsis. “No veo qué podría causarlo, aparte de una enorme crisis fiscal o financiera, que me parece improbable”, descarta Martin Wolf, jefe de opinión económica del Financial Times.
¿Habrá tormenta?
E Italia, que sufrió tanto al principio de la pandemia, parece calmada. La suspensión de los despidos (que terminó hace algunas semanas), bonificaciones para los autónomos, compensaciones a los empleadores y un sistema de protección dirigido a los hogares pobres han mantenido la paz social. Y lo más insólito, también la política. “El malestar, en este momento, no está promovido por los partidos, ya que todos (la única excepción es Fratelli d’Italia), incluso La Liga, otro movimiento también orientado hacia la derecha, pertenecen a la coalición de gobierno de Mario Draghi”, explica Michele Raitano, profesor de Economía de la Universidad de la Sapienza de Roma. Cielos sin nubes, ¿descargará después la tormenta?