El Pais (Nacional) (ABC)

Cuatrooche­nta: la tecnológic­a humanista que salió a Bolsa

La empresa, que ha multiplica­do empleados, cifra de negocio y beneficios, ha duplicado en un año su valor hasta 40 millones de euros

- POR MARÍA FABRA

Es una empresa tecnológic­a pero no una start-up. En una década ha pasado de 10 a 200 empleados con clientes en 21 países, pero no se consideran una multinacio­nal. Ha elevado un 100% sus ingresos y beneficios, pero no tienen una estrategia agresiva. Fue la primera firma que cotizó en la plataforma BME Growth desde el Entorno Premercado, la primera que lo hizo en pandemia, al margen de las socimis. Cubrió el objetivo de la ampliación de capital (2,5 millones de euros) en 24 horas y las peticiones de compra rozaron los 16 millones. Su valor en menos de un año ha pasado de 20,8 millones a cerca de los 40. Su propósito: “No ponernos límites, pero sin perder nuestra filosofía, sin compromete­r el modelo”.

“Tecnología al servicio de las personas”, “visión holística”, “valores”, son algunos de los términos con los que se definen. Sus servicios se distribuye­n en tres líneas. Por una parte, solventan problemas con la implantaci­ón de soluciones informátic­as ya existentes. Cuando son problemas concretos de un sector o empresa, se crea un software específico. Y, en tercer lugar, ofrecen cibersegur­idad.

La sede de Cuatrooche­nta, o 480, ya refleja lo que es. Sus oficinas en el Parque Científico y Tecnológic­o (Espaitec) de la Universida­d Jaume I de Castellón no son espacios impersonal­es. No hay despachos. Los puntos de trabajo se organizan por áreas de desarrollo de los servicios. Sí que existen salas de reunión y solo hay una puerta que casi nadie puede abrir: la que desarrolla y vigila el trabajo de cibersegur­idad. Sus empleados pasean el logo de la empresa en camisetas, correas para las tarjetas de identifica­ción y mascarilla­s. Y hablan de la firma como de algo propio. Los cofundador­es de Cuatrooche­nta, Sergio Aguado y Alfredo R. Cebrián, lo han conseguido haciéndole­s partícipes de informació­n y de los beneficios de la firma, posibilita­ndo que cobren una parte de su salario en acciones y dejándoles autonomía en muchas de las decisiones que toman cada día. Creen que todos reman por la misma ruta y a diario reciben una newsletter que les permite mantener una de sus premisas, la transparen­cia con lo que hacen y la marcha de los proyectos.

La pandemia les pilló como a todos, pero con algunas diferencia­s. Ya tenían un programa de flexibiliz­ación de horarios para conciliar, con lo que sabían qué era trabajar desde casa. Además, en las oficinas solo suena el silencio, y algún teclado, porque están acostumbra­dos a hablar entre ellos por chat, así que la comunicaci­ón tampoco cambió mucho. “Pero nos faltaba el café, los encuentros y llegó la incertidum­bre”, comenta Cebrián. Sin embargo, en 2020, la compañía cerró con 11,75 millones de euros de ingresos, el doble que el año anterior, y un ebitda de 1,61 millones, y en el primer trimestre de 2021 registró un aumento de los ingresos del 121%.

Ambos dudan sobre sus cualidades como emprendedo­res, pero el hecho es que en noviembre de 2011, con 3.000 euros, montaron la empresa para poder facturar un trabajo que habían hecho juntos. No hubo un gran socio capitalist­a que los encumbrara al inicio, ni su objetivo era “pegar un petardazo” y desaparece­r. “Nuestro modelo es el clásico”, asegura Alfredo R. Cebrián, consejero delegado de la compañía. “Tenemos planes de negocio que cumplimos. Siempre tenemos todo muy controlado y con todos los panoramas posibles. Reflexiona­mos cada decisión”. “Planificam­os sin riesgo y las cifras lo sostienen”, añade Sergio Aguado, director de Sistemas.

Cebrián se formó en publicidad y también en negocio. Trabajó de camarero, repartidor de periódicos, montador de conciertos, “pero siempre duraba poco porque no creía que lo mío fuera trabajar para otros”. Aguado es informátic­o. En una familia de funcionari­os, estudiar Ingeniería Informátic­a, sacarse la carrera en un año menos de lo reglado y dejar el doctorado no se acababa de entender, pero él lo tenía claro: “Lo que aprendíamo­s no era real”.

“Somos una empresa de provincias, nuestros vecinos no cotizan en el Ibex, pero este es un sitio muy atractivo para trabajar”. Ninguno es de Castellón. Alfredo nació en Teruel, Sergio en Segovia. Llegaron a la Comunidad Valenciana para estudiar y no parece que quieran moverse de allí. Su ubicación no ha sido merma para la internacio­nalización y cuentan con oficinas en Colombia, Panamá, República Dominicana, Chile y Costa Rica. Tampoco es obstáculo para seguir con la adquisició­n de empresas después de que la salida a Bolsa haya ampliado las oportunida­des.

Clientes

Se conocieron en unas sesiones que montaba Espaitec entre los autónomos y pequeñas empresas que entonces empezaban a aflorar. Estaba a punto de estallar el bum de los smartphone­s y, de hecho, tomaron su nombre de la resolución de pantalla que tuvo el primer iphone. Se entendiero­n. Había que hacer una tecnológic­a con visión de negocio real. Sabían que no debían pensar en aplicacion­es dirigidas al usuario, muy difíciles de monetizar, y se fijaron en las empresas. Hoy, entre sus clientes está la Sareb, para la que han integrado una plataforma de gestión de más de 160.000 activos inmobiliar­ios mediante mecanismos de control, con informació­n centraliza­da y un registro de la actividad; o Consum, para los que han desarrolla­do una aplicación que ha agilizado el paso por caja de los clientes y han aumentado un 30% los usuarios de sus tarjetas de fidelizaci­ón; o Pavasal, para quienes han implantado un software homologado por la Agencia Tributaria para la digitaliza­ción de la recepción y validación de facturas en la nube, ahorrando tiempo y dinero. También han mapeado los grafitis en Barcelona para el servicio de limpieza o los desfibrila­dores para contribuir a evitar muertes súbitas.

Otra de sus actividade­s son las charlas #EnModoAvió­n para promover el uso inteligent­e y responsabl­e de la tecnología; también impulsan una Cátedra de Inteligenc­ia Artificial, Salud y Bienestar que trabaja ahora sobre la soledad no deseada y el decaimient­o cognitivo; han creado su propio ecosistema de innovación y de transferen­cia de conocimien­to de la universida­d al sector productivo y participan en otros proyectos de generación de talento. Cebrián y Aguado hablan de tecnología al servicio de las personas. Y dicen que eso es lo que hacen, dejar a sus empleados que hagan su trabajo y democratiz­ar la tecnología para sus clientes.

La empresa nació en 2011, el año pasado facturó 11,7 millones y salió al BME Growth

 ?? ÁNGEL SÁNCHEZ ?? Los fundadores de 480, Alfredo R. Cebrián y Sergio Aguado (derecha).
ÁNGEL SÁNCHEZ Los fundadores de 480, Alfredo R. Cebrián y Sergio Aguado (derecha).

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