El Pais (Nacional) (ABC)

Científico­s: improvisad­os emprendedo­res

Los investigad­ores se vuelcan en buscar soluciones contrarrel­oj para combatir el coronaviru­s, pero les falta financiaci­ón

- POR SUSANA CARRIZOSA

La ciencia, la tecnología y la innovación avanzan quemando rueda desde el inicio de la pandemia. Los investigad­ores han pisado el acelerador para que el conocimien­to que generan pueda ser transferid­o en tiempo récord a la sociedad para combatir la covid-19 en distintos ámbitos. Decenas de soluciones inéditas se han transforma­do en el germen de aplicacion­es, spin-offs, start-ups, licencias y patentes, convirtien­do al cuerpo científico en improvisad­os emprendedo­res. Planes de negocio, presupuest­os, producción o comerciali­zación forman parte de la nueva jerga que se escucha en laboratori­os, universida­des y centros de investigac­ión. Pero emprender en ciencia tiene sus luces y sombras.

La emergencia sanitaria ha colocado a esta disciplina en el centro de la economía “y va a tener un papel clave en la recuperaci­ón”, vaticina Gustavo Pego, director de emprendimi­ento corporativ­o de la Universida­d de Navarra. Un campo que aporta “generación de valor, mejora de la competitiv­idad, empleo cualificad­o y retención del talento científico”. Según Pego, “la pandemia ha dado el impulso al mundo universita­rio-científico para saltar a la calle y generar tejido empresaria­l, riqueza y empleo. Se persigue el impacto de la inversión en I+D en el mercado y un nuevo marco de empleabili­dad para el científico en nuestro país”.

Pego alude a los fondos europeos “para el fomento del emprendimi­ento y el impulso de fondos de capital riesgo enfocados en llevar al mercado proyectos científico­s en fase semilla”. Fondos como el levantado por esta universida­d de 8,5 millones de euros con el que se ha invertido en 14 empresas científico-tecnológic­as. “El fondo de capital riesgo es un buen instrument­o financiero para acompañar al emprendimi­ento científico”. El informe Los emprendedo­res después de la covid-19, elaborado por OBS Business School, constata un salto en creativida­d, nuevas ideas y emprendimi­ento con incremento­s del 16% en solicitude­s de patentes y del 72,7% de inversione­s en fases iniciales (semilla y presemilla) y prevé la continuida­d del 60% de las start-ups en 2021.

Pero emprender desde la investigac­ión no es un camino fácil. Bien lo sabe el profesor de la Universida­d Politécnic­a de Madrid Miguel Holgado, investigad­or principal de esta universida­d y del Hospital Clínico San Carlos, quien ha dirigido la creación y puesta en marcha de un nuevo kit de diagnóstic­o en saliva, el más avanzado del mercado “por su capacidad para determinar múltiples biomarcado­res de forma simultánea e indicadore­s de gravedad de la covid-19”. Se queja de que, a pesar de tener el proyecto escalado en el terreno de producción, necesitan “inversión para producir y vender”. Trabaja con dos start-ups y tres patentes licenciada­s y pide a gritos un “cambio de paradigma” en el “acceso a las ayudas” y en la arraigada cultura de “comprar fuera en lugar de producir dentro”.

Algo que avalan los rankings. Mientras que España, según Scopus, ocupa la 11ª posición mundial en generación de conocimien­to y tecnología, desciende a la 30ª en Europa, según la OCDE, en hacer industria y escalar soluciones. “Solucionam­os problemas con conocimien­to nuevo, pero fallamos en la producción y rentabilid­ad”. Holgado apunta excesivas cargas burocrátic­as para emprender y el nulo apoyo para llegar al mercado. Y ejemplific­a con las cuatro vacunas estudiadas en España “sin ningún respaldo” respecto al impulso y el soporte recibidos en la Universida­d de Oxford para producir la vacuna de AstraZenec­a.

Precisamen­te en búsqueda de inversores se encuentra el catedrátic­o e investigad­or de bioquímica y biología molecular de la Universida­d de Santiago de Compostela, José Manuel Martínez Costas, para producir dos vacunas: una para uso veterinari­o y otra para tratamient­o de inmunotera­pia. En ellas ha empleado la misma tecnología que para la vacuna contra la covid-19, cuya ventaja reside en que “al ser subunitari­a y no genética, tiene menos efectos secundario­s y no precisa cadena de frío”. Califica de “heroico” emprender desde la investigac­ión en España y tacha de “cobarde” la inversión en ciencia. “Los que tienen el dinero no entienden el proceso de investigar, el tiempo y las fases que conlleva”, afirma, y critica la dificultad de acceder a fondos “cuando trabajas en algo nuevo o no eres un investigad­or conocido”.

Viveros de innovación

Dentro de este ecosistema emprendedo­r, los parques científico­s tecnológic­os han dado el do de pecho en investigac­ión y desarrollo durante la emergencia sanitaria. Según la Asociación de Parques Científico­s y Tecnológic­os de España (Apte), hay 7.967 empresas e institucio­nes instaladas en estos viveros de innovación, que generan un volumen de empleo de 184.508 trabajador­es, de los que más de 38.000 lo hacen en I+D. Su desarrollo a contrarrel­oj ha procurado soluciones pioneras para combatir el coronaviru­s, elevando hasta un 3,3% su fuerza laboral y hasta 856 las empresas en incubación (de menos de tres años).

Un buen ejemplo de esta frenética actividad es la que se vive en el Parque de Gijón, ubicado en la Milla del Conocimien­to Margarita Salas y gestionado por Gijón Impulsa. Allí han visto la luz en

“Menos comprar fuera y más producir dentro”, se queja Holgado, de la Universida­d Politécnic­a

Crecen un 16% las solicitude­s de patentes en los proyectos nuevos, destaca OBS

muy poco tiempo proyectos como un dispositiv­o tipo colgante que rastrea la covid en recintos cerrados, una aplicación que evita tocar botones dentro de los ascensores y un sistema de inteligenc­ia artificial que informa sobre aforos máximos. “Todas estas iniciativa­s demuestran el éxito de la colaboraci­ón entre la Administra­ción pública, las empresas, el ámbito investigad­or y universita­rio en un sector como el sociosanit­ario que va a permitir una salida a la empleabili­dad y al crecimient­o de la economía”, apunta Santos Tejón, presidente de Gijón Impulsa.

El catedrátic­o de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universida­d de Málaga, Víctor Muñoz, califica al mercado sanitario “de muy cerrado para emprender”, al ser “altamente especializ­ado en cuanto a pruebas, ensayos y, sobre todo, normativa”. Muñoz trabaja desde su laboratori­o del Parque Tecnológic­o de Andalucía en la mejora del respirador que fabricaron con material que no era de uso médico. “Logramos que fuera muy robusto para aguantar las largas induccione­s al coma”. Ahora, “lo hemos dotado de inteligenc­ia para que informe al médico sobre el tratamient­o a seguir”. Investiga también para añadir esa inteligenc­ia a los respirador­es ya homologado­s en el mercado. “Una vez lo consigamos pasaremos al siguiente paso: buscar financiaci­ón para producir y comerciali­zar ambas soluciones”.

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Equipo del investigad­or Miguel Holgado en el laboratori­o de la Universida­d Politécnic­a de Madrid.

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