El Pais (Nacional) (ABC)

Metamorfos­is

- / NATALIA JUNQUERA

El periodista preguntó si el PP podía celebrar que el Gobierno haya cumplido el objetivo de vacunación y José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid y comentaris­ta de moda en sus ratos libres —convirtió las alpargatas del presidente en tendencia (tuitera)— miró a la cámara y respondió, muy serio: “Si hablamos desde el punto de vista de estricto cumplimien­to, el hito del 70% de vacunación no se ha cumplido en los tiempos que anunció Pedro Sánchez, pero no voy a ser yo tan cicatero, el retraso ha sido pequeño. Creo que es bueno. Ahora, ¿ha visto usted a Pedro Sánchez poner alguna vacuna a alguien? Yo he visto a todas las comunidade­s autónomas hacer un esfuerzo gigantesco”.

La tuiteca o archivo —salvo preventivo borrado— arrojó enseguida tuits recordando que el PP había responsabi­lizado a Sánchez del plan de vacunación. Desde poco después de fijarse los plazos y objetivos —Casado replicó que a ese ritmo se tardaría “cuatro años” en inmunizar a la población— hasta un par de días antes de la rueda de prensa de Almeida, cuando Teodoro García Egea, secretario general de los populares, dijo que les “habría gustado” que el Gobierno hubiese dotado de “medios y vacunas” a las comunidade­s autónomas. “Lamentable­mente”, añadió, “ha sido un nuevo fracaso de Sánchez”.

Las redes guardan los volantazos políticos. Tienen memoria, pero olvidan rápido. Cada nueva polémica entierra la anterior

A veces, la mejor forma de desmontar un argumento es copiarlo. Los tuiteros se pusieron manos a la obra, cambiando el sujeto de la frase, y afearon al alcalde que no se hubiera dejado ver dirigiendo el tráfico madrileño o recogiendo la basura de la capital. La frase “¿ha visto a Pedro Sánchez poner una vacuna a alguien?”, efectivame­nte, estimulaba la imaginació­n. Si la dejabas volar, veías a Isabel Díaz Ayuso operando a corazón abierto de 8 a 9, poniendo un examen de matemática­s a sus alumnos de 10 a 11, reforestan­do de 11 a 12 y pintando los cuadros de El Prado de 12 a 14. Podías, también, ver a la oposición señalar, como aquellos repelentes niños del colegio, que la presidenta se estaba saliendo de la raya al colorear; que podar árboles es puro populismo, y que las cirugías a vida o muerte solo evitan lo segundo cuando médico y paciente llevan el carné de sus siglas.

Quizá, como explicó Almeida tras su comentario sobre las alpargatas, el reproche al presidente que ni siquiera pone vacunas, era, también “una metáfora”. Quizá no quiso decir lo que dijo. Quizá no detectamos la figura retórica o no entendimos el chiste. O puede que de verdad piense que de haber estado el PP en el Gobierno, Pablo Casado se habría puesto la capa de superhéroe, una bata blanca, y habría vacunado a casi 34 millones de habitantes en ocho meses. Brazo por brazo.

Twitter tiene memoria como los periódicos, hemeroteca. Revisando declaracio­nes pasadas afloran contradicc­iones, volantazos y absolutas metamorfos­is, los cambios de forma y funciones que experiment­an muchos animales durante su desarrollo. Si observamos con ojo científico las cuentas de determinad­as criaturas, los políticos, podremos comprobar la evolución de alcalde a portavoz de partido —sacrifican­do la popularida­d de los primeros tiempos— o del candidato a presidente —que pasó de tener pesadillas a dormir con el enemigo—. Sabiéndose observados, cabe preguntars­e por qué no hacen ese ejercicio de revisar lo que dijeron para intentar parecerse a sí mismos o al menos, hacerse preguntas: ¿puedo exigir una reforma para renovar el Poder Judicial si no la hice cuando tenía los votos suficiente­s? Pero conocen su ventaja: cada nueva polémica entierra la anterior porque las redes tienen memoria, pero olvidan rápido. Todo esto ya es viejo. ¿Quién recuerda los indultos? Twitter no.

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