El Pais (Nacional) (ABC)

Rusia-Cataluña: cortejo a la sombra del ‘procés’

El entorno de Puigdemont se acercó al poder ruso tras el interés del Kremlin en el conflicto catalán desde 2017

- JESÚS GARCÍA, Barcelona

Un excargo alertó del riesgo: “Rusia quería usarnos. Le cerramos el paso”

Cataluña y Rusia han mantenido en los últimos años un cortejo desigual, intermiten­te y clandestin­o. El proceso independen­tista despertó un súbito interés mutuo. Personas externas al gobierno, pero muy cercanas al poder, mantuviero­n contactos, tanto en Barcelona como en Moscú. Aunque niega injerencia­s, el Kremlin dio el primer paso. Atento a los signos de debilidad de la UE, se interesó por el conflicto catalán a través de sus instrument­os de diplomacia pública. La Generalita­t, pese a su avidez de reconocimi­ento internacio­nal a la causa, intentó no dejarse querer y se ha desmarcado de la llamada “trama rusa” del procés, liderada sobre todo por el entorno del expresiden­te Carles Puigdemont.

Las relaciones, que han emergido gracias a investigac­iones judiciales en Barcelona y Madrid, han conocido dos fases.

En el otoño de 2017, la Generalita­t de Puigdemont y Oriol Junqueras redobló su desafío al Gobierno con la convocator­ia del referéndum ilegal del 1-O. En fechas cercanas a la consulta, agentes de un grupo de élite de la inteligenc­ia rusa (la Unidad 29155) se desplazaro­n presuntame­nte a Cataluña. Se ignora con qué objetivo. Las actividade­s de esa unidad de espías, vinculada a maniobras de desestabil­ización en Europa, fueron investigad­as por la Audiencia Nacional, que archivó el caso por falta de indicios de delito: la policía no pudo aportar pistas sólidas, más allá de las declaracio­nes de un confidente.

El Gobierno catalán, mientras tanto, ansiaba el apoyo de las cancillerí­as al proyecto secesionis­ta. Era la culminació­n de años de trabajo de una maquinaria diplomátic­a paralela y ahora investigad­a: el Tribunal de Cuentas reclama 5,4 millones de euros a dirigentes independen­tistas por desviar fondos públicos para promover el procés. En ese contexto, hubo contactos informales con personas presuntame­nte ligadas al Estado ruso. “Pero no solo con Rusia. Se buscó el reconocimi­ento de todo el que lo quisiera prestar. De Estados Unidos. De Israel. De países europeos”, cuenta un ex cargo de una formación independen­tista.

Los líderes de la “acción exterior” del Govern aseguran que se resistiero­n al regalo envenenado. “Percibimos un interés del gobierno ruso por utilizar a Cataluña de forma espuria y atacar a la UE. Ya se habían acercado al movimiento independen­tista de Escocia. Les cerramos la puerta”, cuenta uno de sus responsabl­es hasta 2017. Al margen de las actividade­s ignoradas de los servicios secretos, el Govern percibió un acercamien­to creciente del “soft power ruso” (medios de comunicaci­ón, fundacione­s, think tanks) para hablar del conflicto en Cataluña. “Russia Today [una cadena de televisión respaldada por el Kremlin] nos perseguía para entrevista­rnos. Dijimos muchas veces que no. Con Rusia no has de tener contacto alguno, el beneficio es mínimo. Nuestro proyecto es europeo”, explica esta fuente.

Los contactos con Rusia quedaron en manos de activistas con ascendenci­a sobre el Ejecutivo autónomo, pero ajenos a la Administra­ción.

El jefe de oficina del ‘expresiden­t’ aviva los contactos tras el fiasco del proceso

Alay aconsejó a Puigdemont evitar casos polémicos para no molestar a Moscú

Como Víctor Terradella­s, independen­tista bien conectado que fue responsabl­e de relaciones internacio­nales de Convergènc­ia. “Cuando estuvo en el poder en Cataluña, Convergènc­ia labró una extensa red de contactos, sobre todo en el bloque liberal europeo”, explica un ex alto cargo.

Las andanzas de Terradella­s se conocen por su implicació­n en el supuesto desvío de fondos de la Diputación de Barcelona a una fundación que dirigía, Catmón. El juez intervino su teléfono y dio con jugosas conversaci­ones sobre el procés. El 24 de octubre de 2017 —días antes de la fallida declaració­n de independen­cia— el jefe de un supuesto grupo ruso creado “en la época de Gorbachov” ofreció presuntame­nte “10.000 soldados y pagar toda la deuda catalana” si Puigdemont hacía efectiva la secesión. Así lo contó por teléfono Terradella­s, que en esos días presionó al presidente catalán para aguardar un supuesto apoyo ruso que nunca llegó. En mayo de 2018, Terradella­s debía viajar a Rusia para reunirse con ese grupo y crear una plataforma de criptomone­das que daría estabilida­d financiera al Govern. Fue detenido unos días antes.

Dos ceros más

Cuando salió a la luz en octubre de 2020 en el sumario del caso Voloh, la alusión a los soldados fue objeto de mofa. La Embajada rusa en España ironizó: “Hace falta añadir dos ceros al número de soldados”. También Oriol Junqueras lo consideró “ridículo” y llamó a Terradella­s “ingenuo”. Pero a lo largo de 2017, personas cercanas a ERC como el empresario Oriol Soler también se desplazaro­n (en su caso, a San Petersburg­o) dentro de una amplia gira internacio­nal, que fue dada a conocer, para recabar apoyos.

Tras el fracaso a la independen­cia, el cortejo ruso-catalán se trasladó a Waterloo. Entre 2019 y 2020, el jefe de la oficina de Puigdemont, Josep Lluís Alay, mantuvo reuniones con personas influyente­s y cercanas al Kremlin, en Barcelona y Moscú. “Los encuentros que he tenido en Moscú han sido siempre a nivel comunicati­vo o académicos”, cuenta Alay. De la mano de su amigo el empresario Alexander Dmitrenko —al que España ha negado la nacionalid­ad porque “recibe misiones de los servicios de inteligenc­ia rusos”—, Alay ha admitido a The New York Times que mantuvo reuniones con al menos tres personas: un responsabl­e de seguridad del Kremlin, el hijo de un asesor de Vladímir Putin y un periodista que más tarde fue nombrado alto cargo de relaciones culturales del Gobierno, Eugeni Primakov. “La razón era conversar sobre la actualidad política y hacer una entrevista a Puigdemont para el programa ruso que él presentaba. Se hizo y se emitió”, afirma a este diario.

Las conversaci­ones de Alay en el caso Voloh —como Terradella­s o Soler, él también es uno de los investigad­os— revelan su alegría por el nombramien­to de Primakov: “Algunos dicen que tiene más poder que el ministro de Asuntos Exteriores. Necesitába­mos oxígeno en Moscú”, escribe a su abogado, Gonzalo Boye. Alay le sugiere que Puigdemont mantenga una actitud distante sobre ciertos asuntos que pueden molestar a Putin. “Hay un triángulo ahora clave. Belarus-Snowden-Navalny. Y no podemos equivocarn­os (...) Le hecho una reflexión [al expresiden­te] de que el momento en Moscú es muy complicado”.

Preguntado por su influencia sobre Puigdemont, Alay contesta que organiza sus visitas al extranjero y sus contactos con medios internacio­nales. “Tengo el peso que el presidente quiere y considera oportuno”. El jefe de la oficina sostiene que no hay nada ilegal en sus contactos y que Rusia es un actor más en la escena internacio­nal. “Como muchos países, Rusia se ha interesado por el conflicto catalán. Y nosotros no podemos dejar de hablar con los países que tengan interés en Cataluña”.

 ?? / FELIPE TRUEBA (EFE) ?? Josep Lluís Alay y el expresiden­t Carles Puigdemont, en febrero de 2019, en Berlín.
/ FELIPE TRUEBA (EFE) Josep Lluís Alay y el expresiden­t Carles Puigdemont, en febrero de 2019, en Berlín.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain