Ni Griezmann ni Suárez, Carrasco
El Atlético remonta al Espanyol en el minuto 99 después de que Simeone cambiara a su pareja de delanteros estrella
A golpe de riñón, apoyado en la cintura de Carrasco y los pulmones de Lemar, el Atlético ganó en el minuto 99 un partido que perdía mientras tuvo en el campo a Griezmann y Suárez. A Simeone no le quedó más remedio que rectificar después de que su flamante alineación ofensiva no dejara de ser un póster propagandístico en el RCDE Stadium. No ganaba el Atlético en cancha del Espanyol desde 2017. Griezmann también vestía de rojiblanco y no pensaba en fichar por el Barça. El regreso de El Principito al Atlético pasó tan desapercibido como sus últimas actuaciones en el Camp Nou. La figura fue Carrasco, esforzado en el 1-1 después de rebanar por su amor propio una pelota dividida y habilitar más tarde a Lemar en el 1-2 con una pared virtuosa en el minuto 99. El tiempo añadido redimió al Atlético y condenó al Espanyol. Los blanquiazules acabaron enfadados y derrengados después de un encuentro sofocante y titánico, muy bien jugado hasta el descanso, a gusto en la cancha y en el marcador después de que Raúl de Tomás, pichichi de Segunda con 23 goles, anotara el primer tanto de su equipo desde que regresó a la Liga.
Al Espanyol le había alcanzado con un único delantero para marcar mientras que el Atlético ni siquiera remataba con un ataque propio de los tiempos en que campeonaban Luis Ufarte, Luis, Gárate, Irureta y Alberto. Muy pocas veces se había visto a un equipo tan descompensado y desajustado como el que claudicaba en la cancha de un Espanyol que se batió como un jabato hasta que vio el cartel con el 10, los minutos a recuperar a juicio del colegiado, tiempo para el remonte del Atlético de Carrasco y Lemar y de cuantos salieron del banquillo por orden de Simeone.
Oblak, un seguro
Aunque el Cholo pregona que entrena al equipo del pueblo, la opulencia del Atlético contrastó con la precariedad del Espanyol, diezmado por las bajas de David López, Puado y Sergi Gómez. La nómina de los suplentes rojiblancos (João Félix, Lemar, De Paul, Cunha, Kondogbia, Giménez) resultaba tan intimidatoria como una alineación marcadamente ofensiva por la presencia de Correa junto a Suárez y Griezmann. Nadie reparó en el portero hasta que Savic se confió en un balón que se frenó en la zona muerta y posibilitó el tiro cruzado de Embarba. Al excelente remate respondió Oblak con una parada prodigiosa por la estirada y los dedos de la mano derecha que mandaron la pelota al córner derecho del Atlético. La formación rojiblanca puede acabar de la manera que quiera su técnico mientras empiece por Oblak.
El arquero es un seguro de vida, también en los partidos aparentemente favorables como el del RCDE Stadium, sobre todo cuando el equipo no encuentra el hilo de juego, confundido por la aglomeración de atacantes y extrañado por la suplencia de Lemar y De Paul. El Atlético quería ganar por atropello más que por fútbol y el plan de Simeone permitió al Espanyol cerrar su cancha con una defensa de ayudas y hasta cinco centrocampistas, atacar el espacio con vertiginosas transiciones en busca de Raúl de Tomás. Las llegadas blanquiazules eran más punzantes que las barrocas acometidas del Atlético. No entraba en juego Griezmann y tampoco aparecía el goleador Correa.
Al Atlético se le notaba incómodo, no atacaba ni defendía, no funcionaba con ni sin balón, controlado el partido por Darder y Melendo.
No despabiló el Atlético ni en la pausa de hidratación sino que empeoró porque Oblak le sacó un disparo envenenado a Embarba antes de encajar el gol a la salida de un córner cabeceado por Raúl de Tomás. El ariete se anticipó a Marcos Llorente en el primer palo ante la impotencia de Oblak. El primer gol blanquiazul en la Liga llegó después de 310 minutos, ante uno de los porteros más reputados del campeonato y en el partido más difícil para el plantel del buen estratega que es Vicente Moreno. Simeone volvió sobre los pasos que la temporada pasada le llevaron al título y le dio la vuelta a la pizarra: Lodi, Lemar y Kondogbia sustituyeron a Trippier, Hermoso y Correa. Tres cambios que cambiaron el perfil del Atlético, ya dispuesto con una defensa de cuatro, un centrocampista más y un delantero menos, y varió el tono del choque ante un rival privado por lesión del central Calero.
Al Atlético se le resistía el empate después de que el árbitro anulara un gol de Lemar por fuera de juego de Luis Suárez. El colegiado visionó el VAR e interpretó que el uruguayo atacó la pelota en posición antirreglamentaria antes de que impactara en la zurda de Lemar. Simeone, mientras, no paraba de intervenir y a la hora de partido quitó a Griezmann y más tarde a Luis Suárez. El protagonista, sin embargo, fue Carrasco, astuto en un mano a mano con el debutante Luis Recasens. El rojiblanco porfió por el esférico hasta batir a Diego López. Los blanquiazules levantaron el ánimo con los jugadores de refresco hasta que dieron por terminado el partido antes de tiempo y propiciaron una última acometida del Atlético. Lemar profundizó por la izquierda, tiró la pared con Carrasco y doblegó las manos de Diego López.
El encuentro se hizo demasiado largo para el Espanyol, abrasado por el bochorno de una tarde diseñada para Griezmann, el niño pródigo del Atlético que pasó de puntillas por Barcelona, como si nadie le hubiera extrañado todavía, al menos mientras sigan jugadores que mezclan igual de bien con los nuevos y con los viejos como Carrasco. Aunque el encaje de Griezmann puede que lleve un tiempo, Simeone tiene futbolistas de sobra para jugar distintos partidos en uno y cantar victoria como ante el Espanyol. El campeón es candidato a revalidar el título con y sin Griezmann.