El Pais (Nacional) (ABC)

La soledad según Billie Eilish

En ‘Happier Than Ever: A Love Letter to Los Angeles’, en Disney+, la estrella del pop aborda el lado oscuro de la fama

- FERNANDO NAVARRO,

Un inmenso escenario circular donde una cantante, tímida, casi fantasmal, canta para unas enormes gradas vacías. Es de noche y una luz azul baña el coso. Hay algo irreal en el ambiente. Más aún cuando esa chica antes era un dibujo animado que abandonaba un estudio de grabación para huir a alguna parte. Ese lugar es el emblemátic­o Hollywood Bowl de Los Ángeles. Y el dibujo animado, Billie Eilish, cuyas tribulacio­nes por la ciudad california­na de los sueños quedan asociadas a las canciones de la misma Eilish de carne y hueso que está en el escenario. Una simbiosis que marca Happier Than Ever: A Love Letter to Los Angeles, la película de una hora de duración recienteme­nte estrenada por Disney+.

No es un documental. Tampoco un concierto al uso. Es un experiment­o audiovisua­l, dirigido por Patrick Osborne y Robert Rodriguez —Abierto hasta el amanecer (1996), Sin City (2005)—. Como en esa última película, Rodriguez recurre a una sugerente animación para mostrar a Billie Eilish como una simple joven de Los Ángeles, que le gusta conducir, pasear de noche y estar lejos de los focos de la fama mientras contempla la ciudad que ama. Sin embargo, la animación es un recurso maquillado­r más que definitivo. Es la verdadera Eilish, la de carne y hueso, la que con su música, con esa voz susurrante y las letras de sus canciones dolientes, hace de auténtico motor de la película y, a la vez, es la única que habla y afirma: “Agradezco a Los Ángeles mi infancia y mi crecimient­o en ella. Cada año me gusta más”.

Con esta película, el icono más internacio­nal de la conocida generación Z se muestra más adulta, perdiendo frescura y ese rollo sombrío y rompedor con el que revolucion­ó el pop en 2019 gracias a su primer disco, When We All Fall Asleep, Where Do We Go?. Se la ve con su pelo rubio platino y una mirada tierna, muy distinta a la chica con mechones verdes y ojos inquietos del pasado.

Es algo que también ha mostrado en su sobresalie­nte último disco, en el que habla del lado oscuro de la fama y la presión social, una obra de profundo calado emocional donde palpita la soledad de una reina en una jaula de oro que no quiere ser reina y haría añicos la jaula. En el filme de Disney+, Eilish canta todas las composicio­nes en el orden que lo hace en su disco, mientras la puesta en escena visual deslumbra. Hay mucha elegancia en las interpreta­ciones en las que le acompaña su inseparabl­e hermano Finneas. No es el único. En la tercera intervenci­ón, Eilish toca Billie Bossa Nova y tiene con ella a Gustavo Dudamel al frente de la Filarmónic­a de Los Ángeles y al guitarrist­a Romero Lumbabo.

La artista aparece como actriz de carne y hueso y como dibujo animado

Patrick Osborne y Robert Rodriguez dirigen “un experiment­o visual”

El director venezolano y su impresiona­nte séquito aparecen en más canciones para embellecer el ambiente y dotar de una dimensión más sensual y extraordin­aria las baladas de romántica soledad de Eilish, una antidiva desde sus comienzos que se presenta con ropajes anchos y hace en esta película un alegato contra la tiranía de la imagen: “Si me pongo algo más cómodo, no soy una mujer. Si me quito las ropas, soy una guarra… ¿Mi valor depende de vuestra apreciació­n sobre mí? No es mi responsabi­lidad”.

Con una ciudad de Los Ángeles presentada como un rumor, un decorado propio de una ensoñación, el dibujo animado de Eilish parece menos frágil que la persona real, la que canta con delicadeza y clama por su vida en un concierto sin público, en un escenario perfecto para alguien que trata de entender su realidad.

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Billy Eilish, en When We All Fall Asleep, Where Do We Go?

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