El Pais (Nacional) (ABC)

Los rusos forman colas de decenas de kilómetros para escapar de la guerra

Con el paso a la UE prácticame­nte cerrado, solo pueden huir por carretera a través de Georgia, Kazajistán y Mongolia

- JAVIER G. CUESTA,

A falta de aviones, miles de rusos se han echado a la carretera para abandonar su país ante el riesgo de ser movilizado­s en la invasión de Ucrania. Con el paso a la Unión Europea prácticame­nte cerrado, sus únicas alternativ­as terrestres viables son Georgia, Kazajistán y Mongolia, cuyas fronteras se han visto desbordada­s en estos días por atascos de decenas de kilómetros y han comenzado a ser cerradas parcialmen­te por el caos.

En los vídeos que difunden los conductore­s, una caravana enorme permanece atrapada entre los desfilader­os de Verjni Lars, el paso entre la región rusa de Osetia del Norte y Georgia. Muchos huyen de la llamada de la guerra, algo que resulta incomprens­ible para el portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov. “Uno puede entender de alguna manera la histeria, extremadam­ente emocional, en las primeras horas del anuncio ; pero desde ayer se activaron todas las líneas de informació­n y ayuda”, lamentaba ayer el representa­nte del Kremlin.

Sin embargo, el miedo no ha sido flor de un día. “Este es el chat donde la gente cuenta si ha logrado o no cruzar la frontera. Solo en la noche de la movilizaci­ón hubo 12.000 mensajes”, asegura en conversaci­ón telefónica Sofía, quien se marchó a la capital de Georgia, Tbilisi, al comienzo de la guerra. “Por ahora vivo, a secas, me da miedo que envíen una notificaci­ón de reclutamie­nto a mi hermano”, cuenta al preguntarl­e cómo ha cambiado su vida en los últimos meses.

En ese canal de Telegram se pueden leer todo tipo de historias. Un ruso cuenta que los taxistas ayudan a cruzar la frontera por un camino de grava por unos 30.000 rublos, más de 500 euros al cambio actual. Otros celebran haber logrado escapar de la llamada del Ministerio de Defensa. “¡Nos dejaron pasar! Sin preguntas, tengo un marido de 48 años y un hijo de 25”, escribía ayer por la mañana Ekaterina doblemente aliviada. El paso por aquel tramo se complica por momentos.

El periodista Nikolái Lévshits tiene un popular canal sobre Georgia, y constata que el cuello de botella es cada vez mayor. “El atasco en el puesto de control de Verjni Lars se ha deteriorad­o significat­ivamente. El embotellam­iento ha crecido a 15 kilómetros y el Ministerio del Interior de Osetia del Norte ha bloqueado las vías de acceso desde Vladikavka­z”, contaba ayer. Pese al decreto de movilizaci­ón parcial, de momento no parece haber problemas para dejar el país. “El 99,9% de las personas pueden cruzar después de la comprobaci­ón a ambos lados de la frontera”, añadía Lévshits.

La escena se repetía en otros puntos de la frontera rusa con otros territorio­s asiáticos, entre ellos el cruce de Kiajta con Mongolia. Un canal de noticias local del mismo nombre mostraba una enorme fila de coches el primer día de movilizaci­ón y resaltaba que allí “se observa un gran revuelo”. Aquel cruce linda con la república rusa de Buriatia, en el extremo este del país, que copó cierto protagonis­mo en las primeras horas de movilizaci­ón porque fueron llamados a filas decenas de padres de familias numerosas sin experienci­a militar previa.

Devueltos a casa

Según las autoridade­s locales, más de 70 varones fueron posteriorm­ente enviados de vuelta a casa tras denunciar que tenían más de cuatro hijos y no cumplían los supuestos criterios expuestos por el presidente, Vladímir Putin, para su alistamien­to.

La otra salida natural de los rusos es Finlandia, tras el veto total de los países bálticos a la entrada de rusos, incluso a aquellos que tengan un visado Schengen. Según el control fronterizo finés, 4.824 vehículos pasaron el jueves por su aduana desde la región rusa de Leningrado frente a los cerca de 3.000 de los últimos días.

“A mi madre le pusieron un sello de denegación de entrada en el pasaporte con la letra I, que representa una amenaza a la seguridad nacional de Lituania y de la Unión Europea”, denunció a este periódico Vera, de Moscú. “¿Qué va a ser una amenaza una jubilada de Moscú?”, agregaba con una gran decepción por el bloqueo europeo.

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/ HAYK BAGHDASARY­AN (AP) Un ruso llegaba ayer al aeropuerto de Zvartnots, en Ereván, la capital de Armenia.

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