‘La ruta’ desanda los pasos del bakalao en busca de su lado creativo
La serie relata las sombras y luces de la cultura de club de los ochenta y noventa en Valencia
De la Ruta del bakalao noventera se conocen sus fiestas interminables, las drogas y la oscuridad de sus discotecas. Pero en sus orígenes, a comienzos de la década anterior, se vivía una efervescencia cultural similar a la de la Movida madrileña. La serie La ruta, que estrena AtresPlayer Premium el domingo 13 de noviembre, desanda los pasos de este fenómeno social de forma paralela a la que lo hacen sus cinco protagonistas.
El primero de los ocho capítulos comienza en 1993, con un grupo de casi treintañeros a punto de despedirse de la noche valenciana y de su amistad. A medida que pasan las semanas, el espectador asistirá al origen de todo, paso a paso, hasta llegar a 1981 y a una escena nocturna muy diferente al cúmulo de excesos que ha quedado grabado en el imaginario colectivo. En el libro ¡Bacalao! Historia oral de la música de baile valenciana (Contra, 2016), el periodista y DJ Luis Costa defiende el legado de un movimiento creativo que quedó desdibujado por lo mediático y frenético de sus últimos años. Ese es uno de los puntos de partida de esta ficción creada por Borja Soler —socio habitual de Rodrigo Sorogoyen, como cocreador del largometraje Stockholm y como director de algunos de los capítulos de la serie Antidisturbios— y Roberto Martín Maiztegui —guionista de la serie La valla—.
Soler anuncia que La ruta compondrá un retrato muy diferente: “Vamos a estar en discotecas, pero la parte musical y los diálogos nos van a mostrar otro tipo de ruta, más cultural. Un local como Barraca tenía su propio equipo artístico encargado de diseñar la puesta en escena de sus eventos”, explicaba el jueves en el Festival de San Sebastián, donde Atresmedia presentó esta serie que mima especialmente su guion y diseño de producción. “Quienes estuvieron allí cuentan que el fin de la ruta llegó cuando las discotecas dejaron de ser también centros culturales”, amplía Martín Maiztegui.
Su narración a la inversa ha definido el tono de la serie y su proceso de trabajo. Esa primera entrega se titula Puzzle en referencia a la mítica discoteca en la que se ambienta y a la particular estructura de sus episodios. En él conocemos a Marc (interpretado por Àlex Monner), una estrella de la noche valenciana con la mirada puesta en Ibiza. Toni (Claudia Salas) le sirve de ancla emocional. Sento (Ricardo Gómez) es un empresario que representa a la España que está por venir y que contrasta con Nuria (Elisabet Casanovas), cuya esencia creativa ha quedado atrás, en favor de lo masivo y lo lucrativo. Sobre ellos planea la ausencia de Lucas (Guillem Barbosa), hermano de Marc.
“Las jornadas iniciales de ensayos en Madrid fueron prácticamente una dinámica de grupo, para que los actores se conocieran entre ellos. Lo primero que había que transmitir al espectador es esa sensación de que se han querido mucho en el pasado y de que hay algo entre ellos que ya no está bien”, cuenta el dúo responsable de La ruta. La música, otro de los elementos más mimados, ha ayudado al quinteto de intérpretes a unirse delante y detrás de la cámara, desvela Casanovas. Ese permanente ir hacia atrás supuso un esfuerzo actoral extra, comenta Monner, quien destaca la dificultad de “ir rejuveneciendo al personaje hasta retratar a la adolescencia de los ochenta, ajena a la sobreexcitación de la actual”.
Profesionales de la ruta, como el DJ Fran Leaners, y empresarios nocturnos de la época han ayudado al equipo a recabar referencias más allá de los clichés. Algunas de sus historias se han incorporado. “Lo más loco que aparece en la serie es la parte real de la historia”, comentan Soler y Martín Maiztegui, quienes han mantenido las propias leyendas que se han creado sobre la ruta a través de “guiños humorísticos”.
Atresmedia ya ha anunciado que prepara una segunda temporada, ambientada esta vez en Ibiza y, en principio, con otros personajes. “Estamos pensando mucho cómo seguir la historia, porque hay muchos caminos por explorar”, precisa Soler.
Ocho capítulos desvelan la ruptura emocional de un grupo de amigos
“Lo más loco es la parte real de la historia”, asegura uno de los creadores