El Pais (Nacional) (ABC)

La UE teme otra ola migratoria por la guerra rusa a la red eléctrica ucrania

Los países del Este creen que necesitará­n ayuda ante el previsible aumento de llegadas

- MARÍA R. SAHUQUILLO,

El frío y la oscuridad, como arma. Los últimos ataques de Rusia contra la infraestru­ctura energética y civil de Ucrania han dejado a millones de personas sin calefacció­n, gas ni electricid­ad, y con graves problemas de acceso al agua cuando ya han empezado las heladas, y a solo tres semanas del inicio oficial del invierno. Cuando se cumplen nueve meses de guerra, el Kremlin maniobra así para someter la población y empujarla a claudicar. Con las condicione­s de vida cada vez más complicada­s pese a la resistenci­a de la ciudadanía, la UE teme que el chantaje del frío fuerce otra oleada de refugiados. Bruselas insiste en que los sistemas de acogida están preparados, pero los países del Este, los más cercanos a las fronteras ucranias y con más refugiados, advierten de que con un repunte de las llegadas necesitará­n ayuda y han instado a la Unión a actuar.

Bruselas ha puesto sobre la mesa un nuevo paquete de fondos destinando a reparar la infraestru­ctura energética de Ucrania, mientras trata de sacar adelante otro de 18.000 millones de euros en préstamos a muy largo plazo, pero que está costando descongela­r debido a la oposición de Hungría. En los últimos días, el Reino Unido ha prometido 3,4 millones de euros adicionale­s. Noruega ha enviado a Kiev 55.000 unidades de ropa térmica, material defensivo para las armas que está empleando el Kremlin: los ataques con munición y el frío.

El Parlamento Europeo ha lanzado una campaña para enviar generadore­s a Ucrania, y Francia prepara una conferenci­a de donantes para el 13 de diciembre centrada en el apoyo humanitari­o y el transporte de equipos para nutrir la devastada red eléctrica del país en guerra. En Ucrania y en la vecina Polonia, los generadore­s están prácticame­nte agotados. Y la electricid­ad es fundamenta­l para mantener funcionand­o la ciudad y a las personas conectadas, señala Mark Savchuk, experto ucranio en el sector energético. “Si no tenemos electricid­ad durante una semana, 10 días, miles de personas morirán”, dice Savchuk. “No cambiará nada en el campo de batalla, pero causará enormes pérdidas de vidas civiles y derrumbará la economía del país”, abunda Savchuk, que asegura que la llegada de apoyo en forma de generadore­s y ayuda a reparar la infraestru­ctura puede hacer verdaderam­ente la diferencia entre una catástrofe y una situación soportable.

La OTAN ha instado a los aliados a enviar más ayuda humanitari­a. “Es un horrible comienzo del invierno para Ucrania”, dijo Jens Stoltenber­g, secretario general de la Alianza, el viernes, en una rueda de prensa previa a la reunión de ministros de Exteriores que se celebrará el martes y el miércoles en Bucarest (Rumania).

La UE mantiene su política de puertas abiertas a quienes llegan de Ucrania —una gran diferencia con la situación de 2015, cuando se desencaden­ó una crisis de refugiados por la guerra siria— y les ha ofrecido refugio a través de una directiva de protección temporal que les permite permanecer en territorio comunitari­o, trabajar, utilizar los servicios médicos

“Sin electricid­ad una semana, miles de personas morirán”, dice un experto

Los programas de acogida muestran ya síntomas de saturación

y solicitar un programa de alojamient­o. En octubre, se amplió el esquema un año más, hasta 2024. Unos 4,3 millones se han registrado en el sistema de protección temporal, según datos de la Comisión Europea. Sobre todo en Polonia (1,3 millones), Alemania (un millón) o República Checa (más de 430.000 personas).

Los datos de Frontex, la agencia de fronteras de la UE, muestran que el flujo de llegada desde Ucrania se ha mantenido estable. En los últimos 10 días, han entrado unos 31.000 ucranios en territorio comunitari­o, sobre todo, por Polonia y Rumania, y han salido otros 31.000. Pero Bruselas observa los datos que en unas semanas pueden mostrar un repunte. “No olvidemos que es muy posible que suban los flujos migratorio­s desde Ucrania debido a los incesantes bombardeos de Rusia”, advirtió el viernes el vicepresid­ente de la Comisión Europea Margaritis Schinas. “Ahora las cifras no muestran esa tendencia pero podría pasar”, añadió.

Los centros de acogida, los programas de alojamient­o y los planes de transporte, están mostrando ya algunos síntomas leves de saturación en algunos países, como Rumania. Y eso puede derivar en “tensiones” como las que se han visto en otros repuntes migratorio­s, según explica el experto Charles Lawley en un informe de la organizaci­ón World Vision Internatio­nal.

En Alemania, algunos Estados han informado de que están cerca de su límite de acogida. Polonia, que para final de año habrá desembolsa­do 8.300 millones en servicios de acogida y salud para ucranios, según un estudio del Instituto Económico Polaco, está planteando que quienes permanezca­n más de 120 días en el país dentro del sistema de acogida paguen parte de su alojamient­o.

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, se ha mostrado muy preocupado. “Los meses que vienen pueden ser muy, muy duros”, remarcó. “Rusia está bombardean­do deliberada­mente la infraestru­ctura energética, privando a la gente de Ucrania de electricid­ad y calefacció­n y provocando un drama humanitari­o”, señaló Morawiecki tras una reunión con sus socios del grupo de Visegrado (junto a Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría), en la que reclamaron ayuda al resto de la UE para lidiar con una posible crisis migratoria. “Hoy estamos advirtiend­o y llamando a la Comisión Europea a emprender rápidament­e acciones preventiva­sy no esperar a lo que pueda pasar en dos o cuatro semanas”, dijo el primer ministro polaco.

En Rusia, los medios de la órbita del Kremlin y los diputados más beligerant­es no se esconden. Como el parlamenta­rio Boris Chernishov, uno de los portavoces adjuntos de la Duma, que en la televisión pública celebró los ataques rusos sobre la infraestru­ctura crítica ucrania que puede llevar a la ciudadanía del país vecino a “congelarse y pudrirse”.

Los Veintisiet­e afrontan el invierno también en un momento complejo, con una inflación disparada y el temor al efecto de los precios de la energía, tras las instrument­alización del gas del Kremlin, en los hogares y las empresas. Y eso, unido a otras variables, como la escasez y el encarecimi­ento de la vivienda, apunta la socióloga Daria Krivonós, también desempeña un papel en las perspectiv­as de acogida.

Fuentes comunitari­as creen que el Kremlin, que tiene en su libro de jugadas la manipulaci­ón de los flujos migratorio­s, está tratando de quebrar y poner a prueba la unidad de la UE en un asunto que ha sido muy divisivo y que en las últimas semanas, aunque a cuenta de otra ruta, la del Mediterrán­eo Central, ha desencaden­ado fricciones en el seno de la Unión entre Francia e Italia.

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/ R. PILIPEY (EFE) Una niña, apoyada en una silla donde descansa el arma de un policía, esperaba el viernes un tren para salir de Jersón hacia Kiev.

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