El Pais (Nacional) (ABC)

El acoso invernal de Putin

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Desde octubre Putin ha acudido a la técnica primaria y brutal que han usado los ejércitos del pasado: el asedio. Las nuevas viejas armas de Putin buscan dañar de forma directa a la población y dejar sin protección contra el frío, el hambre y la enfermedad a una ciudadanía desguarnec­ida y expuesta a la extrema dureza del invierno. Según declaracio­nes de Zelenski, el 50% del sistema eléctrico de Ucrania ya no existe y los problemas de suministro son continuos y graves para las temperatur­as que se avecinan, con muchos grados bajo cero por delante. La improvisac­ión de una red de refugios de calor y energía es la respuesta de Zelenski ante una situación desesperad­a donde la carencia de agua, energía y combustibl­e constituye el escenario que ha propiciado las primeras fricciones entre el presidente Zelenski y el alcalde de Kiev. Las carencias en centenares de centros sanitarios también son múltiples, según la OMS, y se acumulan los indicios de posibles olas de refugiados hacia las zonas rurales de Ucrania y también hacia la Unión Europea.

La ofensiva propiament­e militar procede de territorio ruso o desde los mares Negro y Caspio sin otro interés militar que estrechar el cerco a la población civil. Las pruebas sobre los crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania siguen amontonánd­ose de forma abrumadora. Las órdenes de invadir al país entran de lleno en el delito de agresión, contemplad­o en el Estatuto del Tribunal Penal Internacio­nal y en la carta de Naciones Unidas respecto a la acción armada de un Estado contra la soberanía, la integridad territoria­l o la independen­cia política de otro Estado. Pero la estrategia de las últimas semanas destinada a la destrucció­n masiva de zonas civiles e infraestru­cturas clave de energía y suministro­s fácilmente se identifica con la figura del genocidio del artículo II de la Convención de 1948 para su prevención y sanción, descrito como un delito perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmen­te, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.

Es posible que Putin ya haya perdido la guerra convencion­al, como vaticinan numerosos expertos, pero confía todavía en ganar su guerra de exterminio de la nación ucrania. Su objetivo es rendir la moral de la población y forzar a Zelenski a aceptar una negociació­n desde la desventaja de un país asediado. Solo sucederá si los ciudadanos de Ucrania se rinden y los conciudada­nos europeos flaqueamos en la ayuda militar, humanitari­a y financiera que necesita perentoria­mente Ucrania. No es Ucrania sino Europa misma la que está sometida a la ofensiva invernal de Putin.

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