Un nuevo comienzo de la identidad vasca y su lengua
Algunos expertos admiten una utilización política de la mano de Irulegi, que reaviva la “controversia vascónica”
Los catedráticos disienten sobre si son vocablos en euskera, celtíbero o latín
El reciente hallazgo de la conocida como mano de Irulegi a 10 kilómetros de Pamplona —una pieza de bronce de hace 2.100 años y que incluye supuestamente las primeras palabras escritas en vasco— ha reavivado el debate sobre el origen del pueblo vascón y del euskera y sobre si ambos proceden o no de poblaciones de la antigua Aquitania —al norte del Pirineo y en actual territorio francés— o de las asentadas en lo que hoy es Navarra.
La polémica se alarga al disentir los expertos sobre si se trata de las primeras palabras escritas en vasco o, por el contrario, son vocablos en lengua celtíbera o, incluso, en latín pero grabados en signatario —una combinación de letras y sílabas— de una lengua indígena. El problema se complica por las implicaciones políticas y culturales que cualquiera de las respuestas conlleva, puesto que los lingüistas sitúan el uso originario del vasco en Navarra, La Rioja y Aragón, no en el actual Euskadi, donde no se hablaría vasco, excepto en el área de la antigua Oiassó (actual Irun, Gipuzkoa).
Una cuestión compleja que va más allá de lo identitario y que el catedrático de Historia Antigua de la UNED, Juanjo Sayas, califica de “controversia vascónica”. Por su parte, el catedrático de Historia Antigua y director del Diploma en Arqueología de la Universidad de Navarra, Javier Andreu, denuncia la “utilización política” del hallazgo y recuerda, por ejemplo, el caso de la estatua de bronce del Togado de Pompelo el pasado junio. “Llegó [desde Estados Unidos] al Museo de Navarra el mejor bronce de la península Ibérica y uno de los mejores de Occidente, y no lo recibió la presidenta del Gobierno de Navarra. En cambio, aparece una mano de 14 por 12 centímetros y se monta el boato que se ha montado con presidenta incluida”.
De lo que no hay duda es de la autenticidad del hallazgo. De ello se ha ocupado la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que documentó exhaustivamente el proceso de desenterramiento, apunta la catedrática y epigrafista en la Universidad Autónoma de Madrid, Alicia María Canto, que en 2006 fue la primera en señalar “rarezas e imposibles en los revolucionarios grafitos” de Iruña-Veleia, un caso de falsificación epigráfica vascónica que acabó con la condena judicial de los supuestos descubridores. Los falsificadores incluyeron jeroglíficos egipcios, una representación del calvario y diversos vocablos en euskera que demostrarían la antigüedad bimilenaria de este idioma.
Así, con la aparición de la mano de Irulegi, han aflorado antiguos tópicos. Canto opina que el hallazgo de este objeto a tan solo 10 kilómetros de la antigua Pompaelo (la Pamplona romana) “puede terminar con la idea de quienes, desde el actual País Vasco, no se resignan al hecho de que en este antiguo pasado —excepto en la zona costera de Irun— no habitaban vascones, sino indoeuropeos. Y a la vez, con la de muchos navarros que, cansados de tan continua identificación, quieren negar que Navarra fue la verdadera cuna y solar de los viejos vascones”. El catedrático en Sociología y Trabajo Social por la Universidad Pública de Navarra, Josetxo Beriain, cree que la relevancia de la mano radica en que genera “un nuevo comienzo, puesto que todas las comunidades tratan de marcar un punto cero a partir del cual se va desparramando la identidad”.
Para Beriain lo que está claro es que “no existe una memoria única”. Considera que para toda la cultura vasconavarra este hallazgo “puede representar una cierta conquista del pasado como un modo de conquistar el futuro, con ese nosotros estábamos ya allí cuando los romanos llegaron”. Lo que todavía no se puede determinar es si la cultura “vascona” era dominante o dominada. Es probable, indica Beriain, que los sectores nacionalistas utilicen este hallazgo para reivindicar que la cultura vascona no fue sojuzgada, si bien “eso es una construcción ideológica más que una construcción histórica con entidad”. Lo más probable es que la zona de Navarra fuera un crisol de culturas y lenguas mucho antes de la romanización, completa el catedrático Javier Andreu. En cuanto a la lengua en la que está escrita la mano de Irulegi, tanto el catedrático en Lingüística Indoeuropea, Joaquín Gorrochategi, como el catedrático en Filología Latina, Javier Velaza, han concluido que es vasco arcaico. A su juicio, se ha descifrado la primera palabra, sorioneko, que recuerda al término actual zorioneko, traducido como buena fortuna.
Es probable que la zona de Navarra fuera un crisol de culturas