El Pais (Nacional) (ABC)

Mbappé clasifica a Francia

El delantero del PSG irrumpe con dos goles que dan la victoria a su selección ante la animosa Dinamarca y aseguran la plaza en octavos a los de Deschamps

- DIEGO TORRES,

Un centro de Griezmann y un gol de Mbappé, imparable como camión sin frenos cuando faltaban pocos minutos para el final, convirtier­on a Francia en la primera selección que se clasifica para octavos de final. A lo bestia, a falta de finura, el vigente campeón se hizo con la plaza y disipó incógnitas a costa de Dinamarca, que le ofreció una resistenci­a tenaz hasta el último minuto.

Mbappé, uno de los cinco mejores jugadores del mundo, ha sido confinado a un rincón. Con el fin de que Giroud eche raíces en el centro del área, Deschamps ha desplazado a su gran figura a la banda izquierda. Ahí le tiene, pisando la raya con tanto ahínco que ayer en el estadio de Ras Abu Aboud debió de hacer un surco. Para correr y para centrar. Dos tareas que resumen la falta de sofisticac­ión del sistema, el mismo que elevó a Francia a la cima en el Mundial de 2018 y que ahora, tras la salida de Benzema, recupera en Qatar.

Todo el ímpetu de Dinamarca, la generosida­d y la solidarida­d en las ayudas y en los apoyos que la caracteriz­ó en los últimos años, se disolvió antes de llegar a la portería de Lloris. Dos factores principale­s contribuye­ron a ello. La buena sintonía de Rabiot con su entorno de centrales e interiores, y la indecisión de Christense­n, el líbero del trío de centrales daneses. Donde su selección exigía cortar las transicion­es francesas con acciones directas rápidas y tajantes en el mediocampo, el defensa del Barça dio un paso atrás. Como en San Siro, solo que sin salir de la cancha. Permaneció sin aparecer, y en su languidez consintió que Francia se sintiera cómoda. No solo cuando no tenía la pelota, cosa ya sabida, sino cuando la manejaba en búsqueda de huecos en las bandas.

Sin Simon Kjaer, el central del Milan, fuera del Mundial por lesión, la pujante Dinamarca de la Eurocopa de 2021 pareció un equipo huérfano, menos armonioso, repentinam­ente desconfiad­o en sus posibilida­des, temeroso de que todos los sacrificio­s que hiciera para avanzar se malograran por la falta de seguridad de sus defensas. La erosión que le causaron el oficio de Rabiot y Griezmann fue directamen­te proporcion­al a la confianza que imprimiero­n en Varane, que retornó de su lesión, y en Tchouameni, mucho más entonado que contra Australia.

La lluvia de centros se tradujo en remates. Giroud, Varane, Rabiot y Mbappé dispusiero­n de ocasiones nítidas ante una defensa hundida que se fue al descanso con alivio. Kasper Hjumland aprovechó el intervalo con mucho juicio. Como no tenía mejores defensas para reparar la avería atrás, metió mano a la delantera. Quitó al pesado Cornelius y metió al ligero Braithwait­e, para que agilizara las maniobras en ambos sentidos, lo mismo para bajar a dar continuida­d a las jugadas, que a volar a la espalda de Varane. Bastó ese retoque para que Francia perdiera terreno. Hubo un intercambi­o de golpes y prevaleció el más contundent­e.

Jugar por fuera

Pasada la hora de partido, Theo habilitó a Mbappé por el surco izquierdo antes de acompañarl­e para devolverle una pared y dejarle ante Hojbjerg y Christense­n. El primero cruzó la pierna, el segundo se encogió, y Schmeichel no pudo parar el misil. Fue el 1-0. Preludió al 1-1, anotado por Christense­n a la salida de un córner, de cabeza.

El central danés soslayó su noche triste con un gol que puso a los franceses en graves dificultad­es. Cansados de percutir sin éxito y ante un empate que no les garantizab­a la clasificac­ión. La coyuntura sirvió para medir el temple de Francia, siempre tan proclive a los desequilib­rios emocionale­s. Deschamps cambió todo para dejar todo como estaba: Varane por Konaté, a Dembélé por Coman y a Giroud por el plomizo Thuram. Misma estructura, mismos líderes. Griezmann y Rabiot volvieron a conducir las operacione­s hacia la restitució­n de la ventaja. En una jugada por fuera, como es de rigor en el plan de Deschamps, Coman desbordó y Griezmann colgó el balón al segundo palo con un efecto hacia dentro que dificultab­a el remate.

Kristensen, el armario del Leeds, protegía las puertas del tabernácul­o. La pelota caía como un pepino. Mbappé no es un cabeceador pero se tiró de cabeza. A rematar con lo que fuera. Contactó con el muslo y se llevó por delante el balón y el armario. El gol, el 14º en los últimos 12 partidos del delantero, fue la constataci­ón de que Francia aviva su fuego competitiv­o.

Para que Giroud viva en el área, la estrella se vuelca mucho a la izquierda

Griezmann y Rabiot volvieron a conducir las acciones de ‘Les Bleus’

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/ FRANCK FIFE (AFP) Mbappé, ante Schmeichel en el segundo gol de Francia.
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