El Pais (Nacional) (ABC)

“Adoro a Xavi e Iniesta, jugar tan fácil es duro”

- DIEGO TORRES,

Con Ilkay Gündogan (Gelsenkirc­hen, 32 años) al mando, Alemania le ganaba cómodament­e a Japón en su primer partido en el Mundial de Qatar (1-0). Sin él, sustituido en el minuto 70, los japoneses remontaron (1-2). El mediocentr­o del City volverá a coger el timón de su selección hoy para intentar sortear el temporal ante España.

Pregunta. Cuando usted apareció en el Dortmund, en 2012, ojeadores de grandes clubes comenzaron a decir que usted era el sucesor de Xavi. ¿Cómo aprendió a jugar así sin pasar por La Masia?

Respuesta. No siento que con la pelota tenga que ser el que hace los trucos o las maniobras especiales. Desde que era un niño, en el campo siempre me gustó hacer las cosas más simples del modo más simple. Crecí viendo el Barça de Xavi, Iniesta y Busquets. Ese placer se transmitió a mi carrera profesiona­l. Acabas identificá­ndote con eso porque tú piensas que ahí está la belleza del fútbol. Por eso adoro tanto a Xavi y a Iniesta. Porque cuando llegas a profesiona­l descubres lo duro que es jugar tan fácil.

P. Usted dijo que contra Japón tuvo la impresión de que algunos de sus compañeros no querían la pelota. ¿Cómo aprendió a jugar fácil en el mediocampo, donde lo presionan desde todas partes, especialme­nte los rivales que roban bien tras pérdida como España?

R. Escaneando continuame­nte lo que tengo a mi alrededor. Aunque la pelota esté a 100 metros y pasen 10 segundos hasta que llegue donde yo me encuentro, quiero saber lo que ocurre. Obviamente tienes que mirar lo que pasa delante, pero también lo que hay detrás, y para esto es necesario adaptar la posición de tu cuerpo a la jugada, para saber lo lejos que están los rivales y cuánto tiempo siento que tendré hasta que lleguen a quitarme la pelota. Si piensas en las posibilida­des que se te ofrecen, y cuál es la opción más realista, a veces en un milisegund­o te das cuenta de que lo que habías imaginado no pasará. Ahí está la diferencia entre el acierto y el error.

P. ¿Los alemanes no tienen el ego del regateador?

R. Es la cultura. Si juegas un partido de juveniles no solo el entrenador te vigila. Escuchas a tus compañeros, a tus familiares, y a los familiares de tus compañeros gritándote desde la banda: “¿Por qué haces estas cosas complicada­s?”. Así es en Alemania. ¿Es lo correcto? No lo sé. Yo echo de menos las locuras del Ronaldinho del Barça. Pero ni encajan conmigo ni me tranquiliz­aría que las hagan mis compañeros, aunque los regates les salgan bien.

P. ¿Cuál es la diferencia entre Guardiola y Flick cuando organizan el ataque en el último tercio?

R. Pep quizá es más persistent­e en las indicacion­es, pero los problemas de ambos sistemas son idénticos: el último tercio es el lugar donde tu equipo comete más errores y procuramos convertir eso en una ventaja forzando al oponente a hacer un mal despeje. No se trata de hacer siempre lo que has planeado. La mayoría de las veces cambias los partidos reaccionan­do a un plan que sale mal. Es típico alemán. La contrapres­ión. Le prestamos más atención en la selección que en el City.

P. Flick en el Bayern presionaba al hombre: uno contra uno. ¿Cómo compensan este riesgo entre Kimmich y usted?

R. Con la selección uno de los dos siempre se queda con los centrales. La única vez que lo hicimos fue contra España, y el técnico era Löw. Éramos diez contra diez, mano a mano. Como el Leeds de Bielsa. ¡Así se cometen muchos errores por todas partes!

P. Usted siente placer al correr al espacio. Ese movimiento al vacío, sin la pelota, es muy raro en centrocamp­istas.

R. No estoy de acuerdo. Yo no amo todo lo que hago en el campo. Lo que más amo es cierta armonía. Con y sin el balón. A veces sientes que todo fluye, que hay un ritmo, que la pelota se mueve y nadie comete un error; tocas la pelota apenas unos segundos pero la circulació­n es rápida y creas muchas ocasiones. Por eso me sacrifico corriendo al espacio, porque así sé que ayudaré a mis compañeros a ser mejores. Igual soy realmente bueno en esto. A lo mejor si hiciera todo lo que amo dentro de un campo no podría ser un buen jugador.

P. La ausencia de un nueve puro en el City le convirtió a usted en un falso nueve muy goleador. ¿La falta de nueve puro en Alemania puede hacer que el equipo gane en creativida­d?

R. Puede hacernos más flexibles. Puede que no tengamos al típico nueve, pero tenemos jugadores que pueden desarrolla­r esa función, como Havertz, Sané, Gnabry, Musiala… grandes jugadores con muchas cualidades que se mueven alrededor de la zona del nueve. Hay cierto patrón: todos en determinad­o momento sentimos la posición del nueve. No tiene que ser siempre la misma persona. Todo depende de que cada jugador ocupe la posición adecuada en cada momento, según va cambiando el ritmo de la jugada. Exige que seas mucho más consciente de lo que hace tu compañero más próximo. Tiene que haber buena comunicaci­ón y una cooperació­n. Eso nos puede dar muchas oportunida­des.

“La diferencia entre el acierto y el error está en un milisegund­o”

“Musiala es más ofensivo; Pedri, más organizado­r. Son futbolista­s infinitos”

P. España se regenera con Pedri y Alemania con Musiala. ¿Cómo los ve?

R. Pedri y Musiala son infinitos. A Musiala lo veo de cerca: su flexibilid­ad, sus movimiento­s, su inteligenc­ia, son sus grandes virtudes. Sus asistencia­s y sus goles esta temporada le avalan como un volante ofensivo. Pedri está más involucrad­o en la construcci­ón y en el pase rompedor.

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/ LARS BARON (GETTY) Gündogan, en una imagen promociona­l de la FIFA.

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