El Pais (Nacional) (ABC)

“Somos como hablamos”

Leonor Lavado Actriz e imitadora

- LUZ SÁNCHEZ-MELLADO

Leonor Lavado llega a la Casa Encendida, un centro cultural en Madrid, y parece una más de las urbanitas que lo abarrotan un martes a media tarde. Alta, morenísima de ojos negros, extremadam­ente amable, su acento sevillano desaparece cuando habla de los personajes cuyas voces imita. Entonces, una no solo cree escuchar a Isabel Díaz Ayuso, María Jesús Montero, Susanna Griso, Rocío Monasterio o Tamara Falcó. Cree verlas. El hechizo se esfuma en cuanto la actriz vuelve a su ser, pero funciona.

Desde que en 2014, en paro, grabó un vídeo con voces de famosas no ha parado de trabajar.

Ese vídeo fue mi salvación. Tenía 27 años, había pasado ese verano trabajando de ama de llaves de una mansión inglesa tipo Downton Abbey y, aunque cobré y me trataron genial, eso me sirvió para saber lo que no quería hacer con mi vida. Pensé que imitadores había muchos, pero no imitadoras, me encerré dos meses a estudiar los personajes, me lo tomé como una oposición, lo subí a internet, se hizo viral y me contrataro­n. Soy hija de YouTube.

¿Ama de llaves de un casoplón británico a los 27? Qué exótico.

Pasé muchas entrevista­s y mi jefa, una tía riquísima, me eligió porque dije que sabía peinar y hacer las uñas. Fui jefa del servicio de una mansión de 16 habitacion­es, 15 baños y mucha gente entrando y saliendo. No era lo mío.

Menudo observator­io tuvo.

Sí, aparte de ver que hay mundos donde al niño se le estropea el coche y, en vez de arreglárse­lo, se le compra otro, aquello me sirvió para aprender de la naturaleza humana. Somos como hablamos. La voz es nuestro ADN psicológic­o.

También se puede impostar.

Es muy difícil. Cuando preparo los personajes, estudio entrevista­s, los interioriz­o. Soy muy espiritual y, creo que, además de la voz, se trata de captar la energía del personaje. Me lo planteo como una cita con ellos. A algunos los calo a la primera. Con otros, hay que insistir, hasta que te los comes y hay un momento en que tú misma dices: “Lo tengo”.

¿A quién cree clavar mejor?

A Tamara Falcó, a Isabel Díaz Ayuso, a Susanna Griso, a Gloria Serra. Cierro los ojos escuchando y dudo si soy yo o ellas mismas.

De hecho, adopta sus gestos.

Sí, a veces el gesto te lleva a la voz, y a veces, al revés. Tú ves esto [pone los ojos en blanco y tuerce el morro] y estás en modo Belén Esteban. O esto [sacude la melena y ríe] y tienes a María Jesús Montero. O esto otro [estira el cuello y sube las cejas] y ya eres Carmen Lomana, con ese cuajo y esas eses eternas. El personaje te posee.

¿Qué tiene la ese de especial?

Que nos retrata muchísimo. La reina Letizia y su hija Leonor, a quienes estoy estudiando, las tienen muy sonoras. Y las eses de Rocío Monasterio, y sus ummm

dan informació­n subliminal: piensa más cosas de las que dice.

¿En qué se parece una política del PSOE a una del PP o de VOX?

En que, al final, tienen un discurso comedido, institucio­nal, de argumentar­io. Entonces, sacarlas de ahí es divertido. Como cuando hago parecer a [Isabel Díaz] Ayuso más chulapa aún de lo que es.

¿Por qué hay tan pocas imitadoras? ¿Por falta de imitables?

Yo aproveché el nicho. Ahora hay más. Alguna copia alguno de mis personajes. No me molesta. Al revés, es un halago. Si imitas a alguien es porque hay complicida­d y admiración, aunque seas consciente de sus puntos flacos.

¿Y a usted, se le ha molestado alguna de sus imitadas?

Yo soy una persona muy blanca y no me gusta que nadie salga herido. Esa es mi línea roja. Reírse de los defectos es fácil y puede que efectivo, pero no me compensa. Me consta que hay a quien le ha molestado que la imite, pero es gente que no tiene sentido del humor, o que no me conoce.

Los imitadores varones imitan a mujeres. Si usted imitara a hombres doblaría el repertorio.

Jajaja. No imito a hombres porque una sabe la garganta que tiene y conoce su instrument­o. Aún hay muchas mujeres para imitar.

Y si no, siempre podría volver de gobernanta a Downton Abbey.

Es un plan B, jajaja. Pero no. Soy mi producto y me dedico a sembrar. He dicho que soy hija de YouTube y las redes. Volvería a hacer otro currículo.

Por cierto, tras la mansión, tendrá su casa impoluta.

Para nada, soy un desastre.

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/B.P. Leonor Lavado, el pasado martes, en Madrid.

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