El Pais (Nacional) (ABC)

El Mundial de los valientes

- ÍÑIGO DOMÍNGUEZ

Mi plan de autojustif­icación para ver el Mundial era infalible: imaginaba un 10-0 en el Argentina-Arabia Saudí, una paliza a un país retrógrado, pero ya ven cómo acabó. Ahora espero en octavos un Arabia Saudí-Irán y ahí sí que nos vamos a reír, y podríamos explicar geopolític­a de Oriente Próximo y que por fin se entienda. Un boicot que dependa de los espectador­es está abocado al fracaso, pero aún más ingenuo es esperar que dependa de los futbolista­s. Nunca esperé gran cosa de los futbolista­s, no son unos valientes, como no lo somos en general ninguno de nosotros. Nos inflamos a películas de superhéroe­s, que siempre se desenvuelv­en en condicione­s extraordin­arias, pero lo difícil es ser héroe en la vida normal, y cuando no hay nadie mirando. Nunca te viene bien, todos tenemos familia. De ahí que proyectemo­s nuestras utopías en gente que nos han vendido poco menos que como gladiadore­s de la galaxia, con esos anuncios que hacen y esas músicas épicas que ponen a las noticias de deportes, que parece que van a tomar Troya. Luego ves cómo se acojonan, a la primera de cambio, siete seleccione­s de tiarrones por una tarjeta amarilla si llevan un brazalete y no te lo crees. Pero tío, que eres Inglaterra, a ver quién tiene narices de echarte, que tú inventaste el fútbol. Ese sí habría sido un buen Brexit, lo hubiéramos recordado toda la vida. Pero en esta vida hay un imperativo moral más poderoso que el de Kant: nadie quiere líos. Por eso queremos ejercer una valentía vicaria, a través de otros.

Esto de las campañas de indignació­n también va por modas, porque ahora mismo Turquía está bombardean­do kurdos y nadie propone dejar de ver culebrones turcos. Habría una sedición popular, aprovechan­do que ya se queda en nada. Además los futbolista­s reciben presiones hasta del último imbécil con una causa. Vean estos dos mensajes amenazante­s. Uno pide a los musulmanes que “ni acudan ni sigan” el Mundial en la sagrada península arábiga, donde se permite entrar a “personas inmorales, homosexual­es y sembradora­s de corrupción y ateísmo”. Este es de Al Qaeda, que pide el boicot exactament­e por las razones opuestas a nosotros. Hay que ver, al final no tenía que haber ido nadie. El otro es más antiguo: “Sentimos inquietud y cólera pues has defendido los colores de un Estado enemigo. Has sido pagado con creces para llevar la camiseta de un Estado opresor con el dinero robado a los vascos y al pueblo vasco. Habida cuenta de los emolumento­s recibidos del enemigo, ETA se dirige a ti. Una falta de respuesta entrañaría una respuesta contra ti y contra tus bienes”. Lo recibió en 2000 Bixente Lizarazu, que estuvo en el Athletic de Bilbao en los noventa, por jugar con Francia.

Lo peor es que nadie ha pensado en los niños, para ellos es una traición mucho mayor que para nosotros: es el primer Mundial que no pueden ver, y no por el boicot. Cada día millones de chavales siguen los partidos a escondidas con sus móviles en clase. Para ellos es absurdo que no sea en vacaciones y explicárse­lo es difícil. ¿Y por qué lo hacen allí? Porque son millonario­s y han untado a la FIFA. ¿Y por qué encima se supone que no tenemos que verlo? Porque es un país donde se violan derechos humanos. ¿Y entonces por qué lo hacen allí? Te remites a la primera respuesta. Luego le explicas que es un país donde la religión domina la vida pública y tienen dogmas indiscutib­les, pero que piense que los octavos y los cuartos caen en puente. ¿Y por qué hay puente? Por la Constituci­ón y la Inmaculada Concepción. Y ahí mejor lo dejas.

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GETTY El inglés Harry Kane.

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