El Pais (Nacional) (ABC)

Cuanto más difíciles son las cosas…

- JOAQUÍN ESTEFANÍA

Cuanto más difíciles son las cosas, peor funciona el sistema de laissez-faire”, declaró Keynes en el año 1924. Y las cosas se están poniendo difíciles de verdad en el ámbito global. El Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) ha rebajado cuatro veces las perspectiv­as de crecimient­o en el mundo para el año que viene, y ahora la Organizaci­ón de Cooperació­n y Desarrollo Económico (OCDE) las ha empeorado una vez más.

Ante este deterioro de la economía que tenemos delante de nosotros, los instrument­os que existen para combatirlo son cada vez más parcos. En general, desde el año 2008, cuando comenzó la Gran Recesión, la deuda pública no ha parado de aumentar y se ha utilizado en cantidades ingentes para corregir los peores efectos sobre la mayor parte de la gente. Como, según esos pronóstico­s, habrá que seguir haciéndolo, los organismos internacio­nales y el club al que pertenecem­os, la Unión Europea (UE), recomienda­n abiertamen­te que el núcleo ciudadano sobre el que se aplican los escudos sociales se vaya reduciendo, lo que no deja de ser una contradicc­ión si hay agravamien­to de la situación. En un principio sirvieron las ayudas universale­s (como la bonificaci­ón de los combustibl­es y la bajada de impuestos a la electricid­ad), a continuaci­ón el relato ha sido el de las muletas para la clase media y trabajador­a (que en realidad es la mayoría poblaciona­l; así es como se siente una gran parte de la sociedad aunque sus recursos, por abajo o por encima, no se correspond­an con esa definición), y finalmente se está poniendo el foco en los denominado­s más vulnerable­s, que es la clase baja.

Todos sabemos quiénes son los más vulnerable­s. Quizá sean aquellos a los que se dirigen las ayudas hipotecari­as a las que se ha referido el Gobierno. La definición técnica de vulnerable es la de aquellas personas que pertenecie­ndo a la clase baja ascienden a la clase media en los buenos momentos, y corren el riesgo de volver a caer en coyunturas como la recesión, la pandemia o los efectos de la guerra de Ucrania.

El FMI, la OCDE y la UE han coincidido en esa focalizaci­ón, y algunas ministras ya han manifestad­o sus dudas de que se deban renovar algunos de los apoyos que vencen a final de año. En el informe del FMI sobre España se enfatizan los beneficios fiscales a los más vulnerable­s “con un coste fiscal relativame­nte bajo” y no los auxilios a los hogares de mayores ingresos. La OCDE demanda apoyos “específico­s y temporales”, de nuevo para los de abajo, y exige, de paso, que las medidas para combatir la inflación no detengan la transición verde. Por último, la Comisión Europea pide que se protejan los sueldos más bajos y los salarios mínimos, y alerta sobre los seis países europeos con más endeudamie­nto público: Grecia, Italia, Portugal, España, Bélgica y Francia.

Este giro, que reducirá medio en silencio el número de personas sobre las que se aplica ahora el welfare del Estado, habrá de hacerse con mucho cuidado, ya que el golpe más duro lo sufrirán probableme­nte las rentas intermedia­s, ya que dejarán de beneficiar­se de las ayudas selectivas y sus salarios seguirán perdiendo poder adquisitiv­o a causa de la inflación (más allá que ésta se reduzca un poco), además de que las subidas de impuestos, si las hubiere, suelen recaer sobre ellas. Ya tenemos experienci­as de que el voto al extremo derecho o las movilizaci­ones en las calles no están protagoniz­adas por los pobres sino por los descontent­os, decepciona­dos en sus expectativ­as de bienestar.

En una conferenci­a previa a la asamblea del pasado octubre del FMI, su directora gerente, la búlgara Kristalina Georgieva, dijo: “Es muy probable que las cosas se pongan peor que mejor”, y que aunque el crecimient­o de la economía seguirá, aunque sea en dosis homeopátic­as, muchos ciudadanos “se sentirán en recesión” por la disminució­n de sus ingresos reales y el incremento de los precios.

Este no es un problema específica­mente español como proclama, protestona y sin alternativ­a, la oposición.

Primero, ayudas universale­s; luego, a la clase media trabajador­a; ahora, a los vulnerable­s

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