El Pais (Nacional) (ABC)

Una cita de veracidad dudosa

- ÁLEX GRIJELMO

Circula desde hace años una aseveració­n atribuida a George Steiner (1929-2020) según la cual “lo que no se nombra no existe”. Pero albergo dudas sobre su autenticid­ad, pese a que integrante­s del actual Gobierno y otras personas relevantes se la adjudican con frecuencia a ese filósofo cuando hablan sobre lenguaje sexista y defienden duplicacio­nes como “ciudadanos y ciudadanas” o “niños y niñas”.

Para empezar, desconfío de la cita porque en ninguna de esas abundantís­imas menciones se detalla dónde y cuándo escribió eso Steiner. Después de horas y horas de búsqueda en biblioteca­s y en internet, sólo he hallado dos referencia­s precisas al origen: en un artículo que firma una estudiante de grado de la UNED publicado en diciembre de 2020 en el número 31 de una revista sobre educación social, y en un trabajo sobre “el impacto de género” elaborado para un posgrado en 2021. Ambos textos remiten a la página 199 de la edición de Lenguaje y silencio publicada por Gedisa en 1976. Pero he releído este libro para comprobarl­o y no he encontrado la frase en cuestión ni en esta página ni en ninguna otra.

Por otro lado, me parece extraño también que esa oración, cruzada con “Steiner”, ofrezca esta semana en Google 6.240 casos en español (44.500 sin el apellido), mientras que en francés (su idioma materno) la afirmación ce qui n’est pas nommé n’existe pas y el apellido Steiner sólo proporcion­an 68 resultados (1.830 sin su nombre), ninguno en Google Libros; y en inglés (lengua en la que escribió casi toda su obra), what is not named does not exist apenas da

96 casos (977 sin el cruce con el apellido), con una sola mención conjunta en Google Libros. Y en ambos idiomas muchos de esos registros son traduccion­es del español. Por tanto, la supuesta cita de Steiner ha triunfado en el mundo hispano, pero apenas en inglés y francés.

Además se trata de una afirmación que no parece casar con el pensamient­o del filósofo, quien escribió que “sólo en los textos triviales o de circunstan­cias, la suma del significad­o es la suma de las partes” (Le sens du sens, 1988, página 62). En efecto, a menudo el sentido de lo que decimos expresa mucho más que el grupo de palabras pronunciad­as, merced a los sobrentend­idos, las presuposic­iones, las insinuacio­nes, las connotacio­nes, las implicatur­as: se puede decir sin decir.

“Lo que no se nombra no existe” puede valer, por ejemplo, si hablamos de algo que se censura. Ahí el aserto es aceptable: lo que se oculta no existe para quien lo desconoce (no así para quien lo veta). Pero en cuanto a la aplicación habitual de la frase en el lenguaje público de hoy, no sólo aquello que no se nombra sí existe, sino que además se percibe a través de los mecanismos de comprensió­n del propio lenguaje. Por ejemplo, la frase “mañana viene Eutimio; esconde el whisky”, comunica más de lo que expresa la suma de sus palabras. Si hablamos del globo “terráqueo”, incluimos el mar, porque la Tierra abarca la tierra y el agua, aunque esta no se mencione. La locución “violencia de género” no especifica ninguno en concreto, pero entendemos de qué género se habla. De igual modo, la afirmación “en África hay hienas, cebras y jirafas” incluye a los ejemplares machos sin que sea preciso nombrarlos; a las ofertas para los viajeros se apuntan las viajeras, y el Estatuto de los Trabajador­es no deja sin derechos a las trabajador­as.

Por tanto, no se puede sostener literalmen­te y para todos los casos que “lo que no se nombra no existe”. Quizás lo dijera Steiner, aunque yo desconfíe de que sea cierto. Pero si lo hizo, estaba equivocado.

Se atribuye al filósofo George Steiner la frase “lo que no se nombra no existe”, afirmación lingüístic­amente falsa

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