Alfombra roja en el mundo del dinero
La privacidad y la exclusividad son dos requisitos innegociables para los clientes de banca privada. Edificios señoriales en el barrio de Salamanca o en el paseo de la Castellana de Madrid cobijan las oficinas de la mayoría de las entidades que administran el patrimonio de las grandes fortunas. Apenas un discreto letrero en el portal informa de su presencia. Desde hace unos años es habitual escuchar acentos procedentes del otro lado del Atlántico en estos templos del dinero.
“La llegada de altos patrimonios latinoamericanos empezó en 2012. Con la crisis del euro, muchos family offices de estos países comenzaron a analizar oportunidades de inversión en España”, explica el responsable de banca privada de una entidad estadounidense. “Esta tendencia se ha acelerado en los últimos cuatro años. Los cambios políticos en la región, con el acceso al poder de gobiernos de tinte populista, han hecho que muchas familias se planteen un cambio de residencia buscando mayor seguridad jurídica para su patrimonio. Y Madrid es un destino muy atractivo para ellos por ser la puerta de entrada a Europa, por su calidad de vida y por los lazos culturales que nos unen”, añade este banquero.
Cuando un millonario mexicano, venezolano, colombiano o brasileño decide emigrar de su país de origen, lo más habitual es buscar el apoyo de una entidad global que le dé servicio en los diferentes países en los que tenga residencia. Sin embargo, si lo que buscan son expertos que conozcan las especificidades jurídicas y fiscales del país donde aterrizan, la opción de contratar a un banco privado local gana enteros. “Evidentemente, este tipo de clientes se ha convertido en un objetivo claro para nosotros”, reconoce Juan Carlos Solano, director de key clients en Andbank. “Hay muchos motivos por los que pueden requerir nuestros servicios, pero, si su contacto inicial tiene que ver con la obtención del permiso de residencia [hay que cumplir uno de los tres requisitos: inversión inmobiliaria de más de 500.000 euros, compra
de deuda pública española por más de dos millones o adquisición de acciones de empresas españolas por más de un millón], eso ya condiciona la confección inicial de su cartera de activos”, añade Solano.
Los crecientes lazos entre el mundo del dinero latinoamericano y Europa hacen que algunas entidades agrupen ambas regiones bajo la misma unidad de negocio. Una de ellas es la suiza Lombard Odier. Su responsable para el sur de Europa y América Latina, Stephen Kamp, cree que estos altos patrimonios presentan unos rasgos comunes y diferenciales con respecto a los de otras latitudes. “Mientras que los clientes europeos tienen mayor tendencia a invertir en empresas cotizadas o activos alternativos, los latinoamericanos están más acostumbrados a tener exposición a la renta fija porque vienen de países que han tenido históricamente tipos de interés muy altos. Otra diferencia tiene que ver con la forma en la que gestionan sus carteras: los altos patrimonios delegan más en la gestión discrecional de su dinero por parte de los gestores de banca privada, mientras que los europeos son más intervencionistas, quieren tener mayor control”, argumenta Kamp.
Lo que empieza como una relación puramente financiera entre el alto patrimonio latinoamericano y su entidad de banca privada suele derivar en una ampliación del perímetro de servicios que demandan. “Nos gusta tener una relación de socios con nuestros clientes. Al principio nos ven como un asesor financiero y fiscal, pero es habitual que poco a poco nos empiecen a pedir servicios inmobiliarios o incluso de banca de inversión porque quieren nuestro consejo a la hora de valorar la adquisición de posibles empresas”, reconoce Diego Elejabeitia, director de desarrollo de negocio de A&G.
Los expertos consultados creen que la llegada de ricos latinoamericanos se puede frenar debido al impuesto a las fortunas —denominado de solidaridad— que tramita el Gobierno para financiar los mayores gastos derivados de la guerra de Ucrania. “Evidentemente, la tasa puede ser una barrera. Estas familias buscan una fiscalidad razonable y una mayor seguridad jurídica que la que tenían en sus países de origen”, advierte Elejabeitia. Esta opinión es compartida por su colega que trabaja para una gran firma estadounidense: “Nosotros estábamos trabajando con varios clientes latinoamericanos que querían fijar su residencia en España y que, cuando se supo de este nuevo impuesto, han optado por Italia como nuevo destino”.
El impuesto de solidaridad que tramita el Gobierno puede frenar la llegada de altos patrimonios