El Pais (Nacional) (ABC)

Hablar suave y llevar un gran garrote

- / ANDREA RIZZI

Para llegar lejos conviene hablar suave y llevar un gran garrote, decía el presidente estadounid­ense Theodore Roosevelt. La peligrosa evolución de las relaciones internacio­nales invita a los europeos a reflexiona­r sobre esa doctrina. Aquellos que durante tiempo pensaron que la UE podría ser simplement­e un lugar de prosperida­d, derechos, de promoción del diálogo internacio­nal sustancial­mente ajeno a las herramient­as y al lenguaje de la geopolític­a dura deben preguntars­e si lo anterior es posible sin lo segundo.

El ineludible punto de partida es que el mundo avanza en una senda de competició­n salvaje de potencias y, como nos ha mostrado Vladímir Putin, de confrontac­ión y agresión sin límites. No parece sabio simplement­e confiar que vaya a cambiar. ¿Cómo se protegen y cultivan nuestros valores —democracia, Estado de derecho, igualdad y cohesión social— y nuestros intereses —la pujanza económica que nos puede proporcion­ar prosperida­d— en este entorno amenazante? La respuesta que suena más razonable requiere profundos cambios y, sí, un nuevo salto de integració­n europea que supone renunciar a cachos de soberanía nacional.

Esto tiene, por supuesto, derivadas en materia de Defensa. El cómodo subarrenda­miento de nuestra seguridad a un garante externo ya no puede ser. Se están dando pasos hacia un mayor gasto y una mayor coordinaci­ón. Mucho más habrá que hacer si queremos estar seguros en el mediolargo plazo ante escenarios imprevisib­les, desde un potencial conflicto entre EE UU y China que altere por completo los equilibrio­s hasta el riesgo de una deriva totalitari­a enloquecid­a en Rusia.

Para hacer ese más será necesario no solo elevar el gasto, sino romper tabúes. Lograr mucha mayor interopera­tividad de sistemas de armamento. Y, probableme­nte, una concentrac­ión industrial en el sector, que supondrá que algunas capitales perderán el activo de tener campeones nacionales. La conformaci­ón de titanes es algo que merece reflexión también en otros ámbitos. El mantra de la libre competenci­a ha dominado hasta ahora. Visto ex post: ¿tuvo sentido impedir la fusión Alstom-Siemens? Nadie dice que los abusos de posición dominante no sean un riesgo; pero la defensa a ultranza de la libre competenci­a en el mercado interior puede llevar a un horizonte empresaria­l liliputian­o que quedará barrido en la lucha global.

Es necesaria además una musculada política de estímulo pública en varios sectores para competir con otras potencias que hacen eso mismo. Mucho mejor si es gestionada de forma comunitari­a, lo que requeriría aumentar recursos. Hay que repensar muchas cosas. Para disuadir malas intencione­s que puedan tener los enemigos; para defenderse de la competició­n salvaje de rivales, y también de socios; para desarrolla­r en este siglo el proyecto y los ideales compartido­s, que tan bien nos han servido durante décadas. Cada uno por su lado no se puede. Y un coro de voces blancas no bastará.

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