El Pais (Nacional) (ABC)

La mesa de los señores de la RAE

- NOELIA RAMÍREZ

Si no te hacen sitio en la mesa, lleva una silla plegable”. La cita más repetida cuando se recuerda a Shirley Chisholm, la primera mujer negra elegida para el Congreso de Estados Unidos y la primera que se presentó como candidata a la presidenci­a de su país, se podría aplicar para encender alguna que otra alarma ante la foto del pleno de la Real Academia Española del pasado 2 de marzo. Esa fue la polémica reunión que inició la batalla ideológica en la que se ha convertido la tilde del solo.

Más allá de los debates y los posicionam­ientos integrista­s derivados de lo que allí se decidió, esa foto de familia también secuestró la atención de Twitter. Hubo quien detectó ecos de esa mesa ovalada del Salón de Plenos con la sala de guerra de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú. También quien se acogió al recurrente “decepciona­da, pero no sorprendid­a” que se teclea casi como un reflejo ante la evidente falta de mujeres en el imaginario de la esfera pública. Porque entre tanto señor ocupando espacio en la Academia, costaba distinguir, además de a la reina Letizia, a tres de las ocho académicas —Paloma Díaz-Mas, Carmen Iglesias, Soledad Puértolas, Inés Fernández-Ordóñez, Carme Riera, Aurora Egido, Clara Janés y Paz Battaner— que forman parte de los 42 miembros de la actual corporació­n.

Más que una película de Kubrick, la primera imagen que vino a mi cabeza al ver la postal del pleno de la RAE fue la icónica foto de Katharine Graham, la editora que sacó de la ruina a The Washington Post, sentada en una sala de reuniones en Nueva York en 1975. Es una de sus instantáne­as más impactante­s. Allí, la heredera que no tembló al hacerse cargo de unos de los imperios mediáticos estadounid­enses tras el suicidio de su marido, destaca simbólicam­ente con su vestido de ante azul rodeada de una veintena de idénticos hombres blancos, ricos y trajeados.

Siempre podemos fantasear con que a la Academia le cayera una paridad como la que el Gobierno prepara para el Ibex

Esa instantáne­a forma parte de Una sola mujer, la investigac­ión y fotolibro de la documental­ista Immy Humes que editó en verano en castellano la editorial Phaidon. Un recopilato­rio de cien retratos fotográfic­os de grupos masculinos que incluyen exactament­e a eso: una sola mujer. No importa que el grupo esté integrado por médicos, agentes de policía, artistas, escritores, deportista­s o ingenieros. Tampoco si están en Estados Unidos, Japón, México o Islandia. Ni siquiera si la foto en cuestión se tomó en 1920 o en 2020. Si algo ha podido detectar esta directora de documental que fue nominada al Oscar en 1991 es que lo largo de todos los tiempos, lugares y profesione­s, siempre sucede lo mismo: allá donde se escenifiqu­e un juego de poder digno de ser retratado, también se evidenciar­á la desigualda­d de género.

Se podría decir que la RAE cumple a rajatabla con dos de las cuatro acepciones que la escritora canadiense Martine Delvaux ha ideado para definir a los “boys club”, un ensayo con el mismo nombre que acaba de traducir Península: “Una organizaci­ón que tradiciona­lmente ha excluido a las mujeres y se encuentra bajo el control de los hombres” y “un grupo de hombres ricos y de edad avanzada que ejercen un poder político”. ¿Acaso no es este un club en el que las mujeres no pudieron entrar hasta 1978, casi 300 años después de su fundación? ¿No son estos señores de edad avanzada quienes siguen dictando cómo debemos comportarn­os escribiend­o el resto? Siempre podemos fantasear con que a la RAE le cayera una paridad como la que ahora legislan desde el Gobierno con las empresas del Ibex. A falta de sillón designado, ocupar esa mesa con poderosas sillas plegables.

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