El Silicon Valley Bank protagoniza la mayor caída de un banco en EE UU desde 2008
Los reguladores intervienen la entidad, especializada en conceder préstamos a emprendedores y pequeñas tecnológicas
Los reguladores bancarios estadounidenses intervinieron ayer el Silicon Valley Bank ante la veloz fuga de depósitos que sufría. La intervención de la entidad con sede en California, que tiene como principales clientes a emprendedores y empresas tecnológicas de su Estado y de Massachusetts, acaba con dos días de incertidumbre en los que sus acciones se desplomaron en Bolsa, después de que se dieran a conocer sus planes para ampliar capital y la venta en pérdidas de una importante cartera de bonos para no quedarse sin liquidez.
La súbita quiebra de la institución ha traído a la memoria de los analistas lo peor de la crisis financiera que estuvo en el origen de la Gran Recesión. Aunque poco conocido internacionalmente por su labor más enfocada a las empresas, se trata de la segunda mayor caída de un banco estadounidense, solo por detrás de Washington Mutual, que colapsó en 2008. En medio de la crisis, los reguladores han tratado de dar certezas. “Todos los depositantes asegurados tendrán acceso completo a sus depósitos asegurados no más allá del lunes 13 de marzo de 2023”, indicó la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), el organismo público que desde hoy controla a la entidad financiera creada en 1982.
Los no asegurados, es decir, todos aquellos con más de 250.000 dólares (234.000 euros al cambio actual) en sus cuentas, lo tendrán más complicado: recibirán un anticipo la próxima semana, y un certificado donde se indique lo que resta de sus fondos. Cuando se vayan vendiendo activos irán cobrando más, aunque ahora mismo nada garantiza que vayan a recuperarlo todo. Todavía se desconoce cuántos afectados hay, pero a 31 de diciembre de 2022, el banco contaba con unos 209.000 millones de dólares en activos (196.000 millones de euros) y 175.400 millones en depósitos.
La FDIC ha informado de que se ha creado otra institución bancaria, el Banco Nacional de Santa Clara, para absorber los clientes y cuentas del Silicon Valley Bank. “Al momento del cierre, la cantidad de depositantes que excedían los límites de la cobertura del seguro era indeterminada”, afirma el comunicado. La cifra estará disponible en los próximos días, una vez que el banco de Santa Clara obtenga la información adicional de las cuentas y contacte a los clientes. La FDIC ha solicitado a todos aquellos depositantes con saldos superiores a los 250.000 dólares que se comuniquen con ellos directamente por teléfono.
Para tranquilizar a los clientes del banco, el regulador ha informado de que las oficinas centrales del Silicon Valley Bank y todas sus franquicias reabrirán sus puertas el lunes. También estarán disponibles los servicios de banca en línea.
El caso no solo trae de nuevo a un primer plano la crisis financiera. Para encontrar el precedente más próximo hay que remontarse a octubre de 2020, cuando cerró el Almena State Bank, de Kansas, aunque de menor tamaño. La caída del Silicon Valley Bank ha provocado descensos en las Bolsas mundiales.
La quiebra del banco es un duro golpe para el corazón tecnológico de California, que es a su vez uno de los motores más importantes de la economía local. Hace algunos años, los ejecutivos del banco presumían de que daban servicio al 65% de las compañías de emprendimiento de Estados Unidos. La estrategia entonces era convertirse en el primer banco, aquel en el que los nuevos empresarios maduraban sus proyectos hasta que estaban listos para dar el salto a instituciones más grandes.
En la década pasada, la institución había mostrado un crecimiento sostenido, ampliando su capacidad de préstamo un 25% cada año desde 2012. Esto los llevó a trascender sus fronteras naturales de San Francisco y Boston. El dinero del banco también respaldó proyectos de compañías de Canadá, China, Dinamarca, Alemania, Irlanda, Israel, Suecia y Reino Unido.
Aunque sí la más grave, esta no ha sido la única etapa de turbulencias para el banco. En 2001 las acciones perdieron el 50% de su valor cuando reventó la burbuja tecnológica. Ahora, su nombre se une al de otros bancos caídos mientras analistas, inversores y autoridades vigilan posibles contagios.