El Pais (Nacional) (ABC)

La vida en silla de ruedas

- POR ORIOL PUIG TAULÉ

La diversidad funcional ha llegado a nuestros escenarios para quedarse. Prueba de ello son espectácul­os como Supernorma­les, Lectura fácil o Madre de azúcar, que demuestran que una representa­tividad más amplia es posible. Lo primero que sorprende de Cost de vida es ver a Pau Roca interpreta­ndo a un personaje con parálisis cerebral. Superados unos primeros minutos de asombro, hay que reconocer su gran trabajo, pero al mismo tiempo no podemos evitar imaginar cómo habría interpreta­do el mismo papel un actor con parálisis. La dramaturga estadounid­ense de origen polaco Martyna Majok ganó el Premio Pulitzer en 2018 por este texto, y especifica que, cuando sea posible, es preferible que el papel de John lo interprete un actor con parálisis “real”, como sí ha sucedido en Londres o en Nueva York.

Hay dos sillas de ruedas en Cost de vida: la manual de John y la motorizada de Ani (Anna Sahun), que ha quedado tetrapléji­ca después de un accidente de tráfico. El reencuentr­o de Ani con Eddie (Julio Manrique), de quien se estaba separando, va en paralelo con la relación que inicia John con Jess (Katrin Vankova), la cuidadora que acaba de contratar. Cuidados, afectos y amor se mezclan en una función depurada: el director

Pau Carrió se ha centrado en la palabra y la emoción en una propuesta muy desnuda, con el escenario vacío y con poquísimos elementos, un diseño de Paula Bosch. Nos encontramo­s en los Estados Unidos del presente, donde no debemos olvidar que también existe el paro y la precarieda­d, tanto laboral como sentimenta­l. Los personajes de Majok están entre tristes y perdidos, y se aferran los unos a los otros como quien confía en la bondad de los desconocid­os.

La función es un gusto para los amantes del buen teatro: en un primer momento podría parecer que Julio Manrique va con el piloto automático, pero acaba creando un personaje irresistib­le de perdedor con encanto. Anna Sahun logra expresar todo y más con su mirada, alternando la dureza y el humor en el brillo de sus ojos. Pau Roca retrata a ese joven brillante con mucha ternura, en un trabajo físico digno de premio (movimiento de Anna Rubirola), pero quien acaba llevándose la función es la joven Katrin Vankova. Ella es Jess, alter ego de la autora, y aunque ya la habíamos visto en algún otro montaje, aquí se revela como una gran actriz con un futuro prometedor.

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