La Confederación Sindical Internacional destituye a su jefe por el ‘Qatargate’
Un informe de la institución admite su “vulnerabilidad” ante la corrupción
El Qatargate también está sacudiendo con fuerza al mundo sindical. La Confederación Sindical Internacional (CSI) destituyó ayer a su secretario general, Luca Visentini, implicado en la trama de corrupción para favorecer presuntamente intereses de Qatar y Marruecos en instituciones como el Parlamento Europeo y que, según avanza la investigación, se teme podría haber extendido sus tentáculos a otras organizaciones internacionales.
Aunque la CSI no ha constatado que el italiano cometiera una ilegalidad, considera que su actuación en el contexto de la trama dirigida por el exeurodiputado (y también exsindicalista) Pier Antonio Panzeri, del que recibió dinero en efectivo para su campaña, lo deslegitima como cabeza del movimiento trabajador internacional, puesto para el que acababa de ser elegido cuando estalló el escándalo. El caso ha generado una gran preocupación en el entorno sindical porque ha puesto de relieve la “vulnerabilidad” de la organización a intentos de injerencia o corrupción exterior, como advierte un informe interno que ha podido consultar EL PAÍS. Que no se haya logrado del todo esta vez no significa que no haya que reforzar los mecanismos para evitar un nuevo Qatargate, porque “daña la credibilidad del movimiento sindical, su fuerza y representatividad”, subrayan fuentes sindicales presentes en la reunión de la CSI celebrada ayer en Bruselas.
Visentini ha proclamado una vez más su inocencia ante los miembros del consejo general de la CSI, reunido en la sede sindical belga para decidir el futuro del italiano, que el 21 de diciembre fue apartado de sus funciones, pero no obligado a dimitir. Ante la reiterada negativa de este ahora a renunciar a su puesto, el órgano de decisión de la organización sindical decidió someterlo a un voto de confianza que perdió claramente: 57 votaron en su contra, solo 12 lo apoyaron y hubo una abstención, según fuentes presentes en la reunión.
El sindicalista italiano, de 53 años, dirigía la Confederación Europea de Sindicatos (CES) hasta su elección el 21 de noviembre como secretario general de la CSI, que representa a hasta 200 millones de trabajadores en 168 países y territorios. No llevaba más que unos días en el puesto cuando fue detenido en el marco de la primera oleada del Qatargate, el 9 de diciembre.
Aunque ha admitido haber recibido 50.000 euros de Panzeri para su campaña por el liderazgo de la CSI, y realizó poco antes de su elección un controvertido viaje a Qatar pagado, al menos en parte, por ese país, siempre ha negado haberse dejado influir por Doha. El juez que instruye el Qatargate lo dejó en libertad vigilada dos días después de haber sido detenido junto a Panzeri y la entonces aún vicepresidenta del Parlamento Europeo, la socialista griega Eva Kaili. Ambos siguen hasta hoy en detención preventiva, acusados de corrupción, blanqueo de dinero y pertenencia a organización criminal. El pasado enero, la CSI decidió encargar a la sindicalista y exministra sueca de Trabajo Eva Nordmark una comisión especial que investigara “las circunstancias vinculadas a las alegaciones emitidas contra Visentini”.
En el informe final, que ha podido consultar este diario, se concluye que Visentini tomó en repetidas ocasiones “decisiones atípicas” con las que mostró “escaso criterio” y contribuyó a “erosionar el liderazgo” de la organización con actuaciones que “podrían haber superpuesto ambiciones personales al bienestar de la organización”.