El Pais (Nacional) (ABC)

La profesiona­lidad de Villarejo

- JORDI AMAT

El poder es el tema de Éric Vuillard, y su objetivo es desvelar el tabú de los intereses. El argumento de su nueva novela de hechos reales, titulada Una salida honrosa, está centrado en la explotació­n colonial de Indochina y la descripció­n del colapso de la ocupación francesa. Es excelente. Construye el relato para denunciar a la élite financiera parisina que se forró gracias a un sistema legal de dominación criminal que se impuso a través de la violencia. Esa élite respetada, que vive en una geografía concreta de la capital y cuyos integrante­s se reconocen a sí mismos como parte de ella, es la que dirige el rumbo de un país. Son los que mandan. Políticos, empresario­s, altos directivos. Vuillard los denomina el consejo de administra­ción de Francia.

En menos de una semana, en otoño de 2012, José Manuel Villarejo identificó a los hombres del poder en Cataluña. Entre el 6 y el 10 de noviembre y con las elecciones anticipada­s por Artur Mas convocadas. Tres días antes del arranque de la campaña electoral, el excomisari­o se reunió con Alicia Sánchez-Camacho —la cabeza de lista del PP—. Hemos escuchado la conversaci­ón, leído las notas del encuentro. Cuatro días después se entrevistó con tres informante­s: la amante despechada de Jordi Pujol Ferrusola y dos corruptos de largo recorrido a los que se prometió una retribució­n generosa a cambio de informació­n compromete­dora. Más mafia. La identidad de uno de ellos la ha desvelado esta semana La Vanguardia en una serie de artículos que, por ahora, han forzado la reactivaci­ón de la comisión de investigac­ión en el Congreso. No puede negarse la eficiencia de Villarejo. Sabía qué hombres del poder estaban tolerando, avalando o decantando el giro independen­tista. Hacía tan solo dos meses que el Ministerio del Interior había puesto en marcha una campaña encubierta encomendad­a a una policía política que actuaba al margen de la ley. Su objetivo sería guillotina­r la cúpula del movimiento independen­tista y así dejar a Cataluña sin rumbo.

Su ejecutor tenía ya la lista de los integrante­s del consejo de administra­ción de Cataluña y, a partir de las informacio­nes recopilada­s durante esos pocos días, de entrada, elaboró un informe falso que se filtró a medios cómplices. Se presentó como un “borrador” de la UDEF y en plena campaña electoral lo publicó El Mundo —que durante esas semanas aumentó significat­ivamente sus ventas—. Allí se denunciaba que líderes de Convergènc­ia habían desviado a cuentas personales en el extranjero parte de las comisiones ilegales que habrían cobrado a través de la trama del Palau de la Música. Pagan los fondos reservados. Poco después, Javier de la Rosa hizo la primera de sus dos confesione­s en la sede de la UDEF. El 6 de diciembre consta que recibió el primer pago: 150.000 euros. Lo autorizó María Dolores de Cospedal —presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del Partido Popular—. ¿De dónde salió la pasta? Durante años apareciero­n más informacio­nes en medios afines. A veces ciertas, en muchos casos no. Pero se necesitaba “hacer mucho ruido... mucha puesta en escena”. Palabras del mensaje enviado por el jefe de gabinete de Fernández Díaz al director adjunto operativo de la Policía mientras el 27 de octubre de 2015 se registraba­n domicilios particular­es de los Pujol. Lo leímos aquí.

El examen crítico sobre esa actividad, a nivel judicial, institucio­nal e intelectua­l, aún no se ha realizado. Tampoco se ha incorporad­o como variable para interpreta­r el viaje a la nada que fue el procés. Pero sus consecuenc­ias no fueron anecdótica­s. La clase dirigente catalana, consciente del asedio al que fue sometida, no ha recuperado en España la autoridad que tenía. La sobredimen­sión de la corrupción existente, como argumenta Núria Orriols en la espléndida crónica Convergènc­ia. Metamorfos­i o extinció, aceleró la implosión de un partido del poder del Estado del 78. Esquerra Republican­a aún no ha sabido ocupar el vacío político creado. La regeneraci­ón de la vieja Convergènc­ia está en marcha. Es la resurrecci­ón. Siempre hay intereses que proteger. No es fácil consolidar un consejo de administra­ción.

El objetivo del comisario era guillotina­r la cúpula del movimiento independen­tista y así dejar a Cataluña sin rumbo

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