El PP rebaja la euforia ante un 28-M reñido
Los populares creen que ganarán en votos en mayo, pero no dan por seguro arrebatar gobiernos al PSOE
El PP ya no proclama que las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo actuarán como la verdadera moción de censura —en lugar de la de Vox— a Pedro Sánchez. Ni Alberto Núñez Feijóo ni los principales dirigentes del partido sostienen ahora que esos comicios funcionarán como un primer plebiscito sobre el presidente del Gobierno. La razón es que cierta incertidumbre se ha apoderado del cuartel general de los populares, en el número 13 de la madrileña calle de Génova. Las perspectivas son buenas en las municipales: el PP cree que ganará en el cómputo total y que conquistará muchas nuevas capitales de provincia; también augura que mantendrá su poder autonómico, pero no ve seguro arrebatar gobiernos al PSOE en ninguna comunidad relevante, así que, en las autonómicas, la lectura el día después podría no ser la victoria contundente que Feijóo ansía. “Podemos ganar en todos los sitios o en ninguno”, reconocen fuentes de la dirección nacional, conscientes, además, de que dependerán de Vox para gobernar.
Feijóo acostumbra a la prudencia en las previsiones electorales, aseguran en su entorno, pero ahora ya no es solo él: toda la dirección del PP ha rebajado la euforia ante el 28 de mayo, que venía alimentada por meses de encuestas a favor. Aunque los populares ganasen en votos al PSOE —como prevén—, si la ventaja es corta y no arrebatan ninguna plaza de relieve a los socialistas, será más difícil que puedan imponer la lectura de que hay un cambio de ciclo en favor de la derecha.
“Ese mensaje va a depender de si podemos conquistar algunas de las autonomías más pobladas gobernadas ahora por el PSOE, como la Comunidad Valenciana, Aragón, Castilla-La Mancha o Baleares. También de si consolidamos el cambio en Andalucía con un vuelco en las alcaldías, que tienen mayoritariamente los socialistas. Y de si mejoramos en Barcelona”, reflexiona un miembro del comité de campaña del PP.
Tanto en la sede central de Génova como en los territorios se percibe, no obstante, optimismo por el desgaste que los populares observan en el Gobierno. “Los ciudadanos no se ponen en campaña hasta 20 o 25 días antes de las elecciones. Ahora solo se pueden ver las tendencias, y la del PSOE no es buena. La marcha de España de Ferrovial, la inflación, el caso de Tito Berni... El PSOE está rompiendo con la centralidad, Sánchez tiene mucho plomo en las alas”, analiza un presidente autonómico popular. “Apenas un 3% del voto lo va a decidir todo. Por ejemplo, un 3% arriba o abajo decide si los socialistas pierden o no la alcaldía de Sevilla”, advierte.
Pero las municipales y autonómicas llegarán antes que las generales de diciembre y el otro problema para el líder del PP es que todo su poder territorial va a depender de Vox. Y la izquierda usará la imagen de la coalición de las derechas a escala municipal y autonómica para cuestionar la estrategia moderada con la que Feijóo se presentará a las generales.
El Partido Popular lo sabe y confía en que para entonces la formación de Santiago Abascal ya no dé tanto miedo al electorado, porque no hay otro socio alternativo. En el cuartel de campaña de los populares prevén que los ultras “sufran” en las municipales, aunque descartan un descalabro. El PP quiere a Vox debilitado para que no le exija entrar en muchos gobiernos, al tiempo que su relación es de dependencia. Algunas fuentes de la dirección reconocen que ahora su preocupación es que Vox pinche por el fiasco de la moción de censura y la suma de las derechas no sea suficiente para arrebatar plazas a la izquierda.
Pacto en conjunto
Alberto Núñez Feijóo y su dirección se preparan, en todo caso, para gobernar con Vox si es necesario. En el entorno del líder aseguran que el PP gobernará “con lo que pueda”. Feijóo va a involucrarse en la decisión sobre los pactos poselectorales “en conjunto” con los barones, aunque tratará de evitar que se conformen muchos gobiernos de coalición. Para eso “no es lo mismo que saquen cuatro que 14” escaños, apuntan en su entorno.
En función de los resultados de mayo, la dirección popular pretende entablar una negociación global con Vox, según fuentes de la cúpula. El objetivo es que Abascal acepte que su partido pueda gobernar en unas plazas, pero dejando fuera otras, con un pacto sobre el mapa de España en conjunto.
Los populares saben que nuevos gallardos [por el polémico vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, de Vox] son piedras en su mochila para las generales. A pesar de ello, nadie en el PP defiende renunciar a su poder territorial por no gobernar con la extrema derecha. “Hay que sacar gobiernos adelante. Pájaro volando, a la cazuela. Aunque yo entablaría acuerdos de mínimos y llevaría a Vox al límite”, reflexiona un barón moderado del PP.
La dirección popular prevé curvas en los próximos meses de campaña. El episodio de esta semana, en el que Sánchez sacó a relucir en el Congreso la amistad que mantuvo Feijóo en los años noventa con un contrabandista (condenado después por narcotráfico), se analiza en Génova como la primera señal de que La Moncloa ha activado la maquinaria contra el PP. Los populares aseguran también, sin pruebas, que la Fiscalía va a estar involucrada en esa estrategia de desgaste.
Las filas están prietas ante lo que viene, aunque en principio Feijóo tiene el viento a favor. “Lo único que tenemos que hacer es no meter la pata”, resume un barón popular. Feijóo se lo ha tomado al pie de la letra y ha activado la estrategia conservadora: esta semana se ha quitado de en medio, sin intervenciones públicas salvo el lunes, mientras el Gobierno sufría con la crisis de la ley del solo sí es sí. El resultado en mayo está tan reñido que Feijóo sabe que no puede cometer errores.
“Podemos ganar en todos los sitios o en ninguno”, apuntan en la dirección
Génova intentará que Abascal acepte pactar en unos sitios y no en otros