El Pais (Nacional) (ABC)

El ciberataqu­e al Clínic, por dentro: “Ha sido un viaje en el tiempo”

El hospital de Barcelona recupera procesos analógicos, como transmitir las órdenes escritas a mano para salvar la actividad asistencia­l

- J. MOUZO / M. G. PASCUAL

El Hospital Clínic de Barcelona ha vuelto a las recetas en boli y a papel. Y a los quebradero­s de cabeza en la farmacia hospitalar­ia para entender la letra del médico. Y a las colas a las puertas del laboratori­o en busca de los resultados de las analíticas. El ciberataqu­e que el pasado domingo dejó inutilizad­o todo su sistema informátic­o ha puesto patas arriba la operativa asistencia­l del hospital de referencia para 540.000 barcelones­es: se han dejado de hacer 4.000 analíticas, 11.000 consultas externas y más de 300 intervenci­ones. Y mientras las pesquisas policiales siguen su curso —los ciberdelin­cuentes piden 4,5 millones de dólares (4,2 millones de euros) para liberar los datos— y los técnicos intentan restablece­r el sistema, los sanitarios han tirado de procesos rudimentar­ios y técnicas de trabajo analógicas para salvar la mayor actividad asistencia­l posible: la pericia —y la memoria— de los séniors, volviendo a dinámicas laborales de hace décadas, se ha impuesto por necesidad ante la atónita mirada de los más jóvenes. “Ha sido como hacer un viaje en el tiempo”, comenta Ana Alonso, coordinado­ra asistencia­l de Patología del Hígado, mientras guarda papeles y más papeles en un pequeño archivador.

El ciberataqu­e fue madrugador, recuerda Antoni Castells, director médico del centro. Casi los sacó de la cama. Pasaban pocos minutos de las ocho y media de la mañana del domingo cuando el responsabl­e de guardia lanzó la primera voz de alarma: se había caído el sistema. No podía acceder al SAP, que es como “el Excel del hospital”, en palabras de Castells, donde se guarda toda la actividad asistencia­l. Los técnicos se pusieron a buscar el fallo y no tardaron en barruntar lo peor, rememora David Vidal, director de Sistemas de Informació­n del centro. Pasadas las 11.00, el centro comunicó el incidente a la Agencia Catalana de Cibersegur­idad y se puso en marcha el gabinete de crisis. El Clínic no podía pararse.

El domingo estaba relativame­nte salvado porque la actividad es limitada y el hospital disponía de una especie de plan de contingenc­ia que permite a los profesiona­les tener acceso a datos básicos de los pacientes para continuar trabajando.

El gran problema era el lunes. Y el martes. Y el miércoles… El volumen de actividad entre semana, con visitas al especialis­ta, pruebas e intervenci­ones, es mucho mayor que un domingo y el hospital tenía su sistema fuera de juego. Por no saber, no sabía ni a quién tenía citado ni cómo comunicars­e con los pacientes, enfatiza Castells: “Estábamos totalmente incomunica­dos”.

El ransomware (contracció­n de los términos ingleses ransom, rescate, y software, programa informátic­o) es un tipo de ciberataqu­e que encripta los datos de un sistema para luego solicitar un rescate a cambio de liberarlos. La recomendac­ión de las autoridade­s, como ha dicho el Gobierno catalán, es no pagar. Entre otras cosas, porque no hay garantías de que eso vaya a servir de algo. El vector de ataque más utilizado es el correo electrónic­o, habitualme­nte en forma de falsas facturas o entregas de paquetes que parecen proceder de fuentes de confianza (phishing )yque contienen un enlace o archivo adjunto. Si la víctima pincha en él, descargará el código malicioso y el equipo quedará infectado, por muchos sistemas de protección y antivirus que se tengan. Otra forma habitual de colar el software venenoso en los equipos es aprovechar­se de que, a menudo, los ordenadore­s están desactuali­zados y no incorporan parches a los últimos agujeros de seguridad detectados.

Entre la rabia, la frustració­n y el enfado, admiten los presentes en esas primeras horas de incertidum­bre tras el ciberataqu­e, la cúpula directiva del hospital empezó a trazar el plan de actuación. La seguridad de los pacientes era lo primero y había que rebajar la presión asistencia­l en el centro, sobre todo a través de las urgencias. Castells hizo un grupo de WhatsApp con los directores de los principale­s hospitales de Barcelona y el Sistema de Emergencia­s Médicas para coordinar el desvío de los pacientes más graves susceptibl­es de llegar al Clínic, como los ictus e infartos. Gemma Martínez, directora de Enfermería, recorría las unidades de cuidados intensivos para garantizar el funcionami­ento. La radioterap­ia de una veintena de pacientes que no podían demorar el tratamient­o se remitió al hospital Sant Pau. Castells asegura que no ha corrido peligro la vida de ningún paciente, pero que han sido días “muy complicado­s”.

Con las manos —informátic­amente— atadas, la experienci­a de los séniors tomó el hospital. El bolígrafo volvió a las batas y se desempolva­ron formulario­s antiguos, como peticiones de laboratori­o, folios con doble copia y gráficas de enfermería, para dejar todo por escrito, relata Martínez.

Menos mal que estaba el teléfono para pedir favores unos a otros y el WhatsApp, que “ha salvado a este hospital”, dice con sorna Alonso. “El paciente siempre ha estado atendido al 100%. No le ha faltado medicación ni nada. Para él, todo con normalidad. Para los que llevamos más de 25 años ha sido como un viaje en el tiempo. A las nuevas generacion­es digitales les ha costado más, pero han sabido adaptarse”.

Un armario inteligent­e

Donde más se ha notado esa vuelta atrás en el tiempo es en la farmacia hospitalar­ia, altamente informatiz­ada. “Los medicament­os están guardados en un armario inteligent­e, electrónic­o. Y el domingo y el lunes, no sabían dónde estaba qué”, explica Castell. Otro ejemplo: las dosis de quimiotera­pia, que se acostumbra­n a preparar con un robot, se han tenido que hacer manualment­e.

Otro sitio donde se acumulan las prisas, los papeles y las batas blancas es en las puertas del laboratori­o Core, donde cada día se analizan miles de muestras de sangre y orina. Hasta hace una semana, todo estaba automatiza­do. “Ahora tenemos que hacerlo todo a mano. No la parte de los análisis, pero la devolución de los resultados, por ejemplo, desde los analizador­es hasta las pantallas de los clínicos que revisa los resultados, no funciona y tienes que imprimirlo todo. Tenemos que programar los equipos a mano y gestionar todo el trabajo de forma manual”, explica el jefe del laboratori­o Core, José Luis Bedini.

Los informátic­os del Clínic siguen trabajando para recuperar el sistema. Vidal asegura que el ciberataqu­e ha alcanzado al 70% del sistema del hospital. El secuestro de equipos es una de las modalidade­s de ataque más usadas por los cibercrimi­nales. Suponen el 65% del total, según datos de S21sec. Un informe de ESET, otra empresa de cibersegur­idad, sitúa a España como el segundo país del mundo (solo detrás de Japón) en el que se han detectado más métodos nuevos para robar informació­n en el mes de febrero.

El responsabl­e de sistemas del centro calcula que ya el jueves anterior al ataque, los ciberdelin­cuentes estaban circulando por los sistemas informátic­os del Clínic. “El vector de entrada es, con alta probabilid­ad, el phishing. En todos los sistemas siempre hay eslabones débiles y el primero somos los humanos, que picamos”, apunta. El hospital ha recuperado el 90% de la actividad quirúrgica compleja, el 40% de la menos compleja y el 70% de las consultas externas, y aspira a volver a la normalidad el martes. Si no hay más incidentes.

Se han dejado de hacer 11.000 consultas y 300 intervenci­ones

La experienci­a de los sanitarios sénior ha sido clave para afrontar la crisis

Los ‘hackers’ reclaman 4,2 millones de euros para liberar los datos

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Varios trabajador­es del Clínic, el jueves, en una imagen cedida por el hospital.

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