El Pais (Nacional) (ABC)

“En Corea trabajamos tan duro porque hace 70 años no había nada”

- PATRICIA GOSÁLVEZ,

Kim Nam-joon (Seúl, 28 años) parece genuinamen­te sorprendid­o de que un grupo de fans le reconocies­e la semana pasada en las calles de Bilbao. “Quieres pensar que quizá en ciudades pequeñas, al otro lado del mundo puedas pasar desapercib­ido...”, dice el rapero conocido como RM y más conocido aún como el líder de BTS, la banda masculina de K-pop que en 10 años frenéticos ha roto todos los récords de la industria musical mundial, Bilbao incluido.

El pasado verano sus siete miembros anunciaron un paréntesis para desarrolla­r proyectos en solitario y hacer el servicio militar obligatori­o en Corea. Sus fans, los ARMY, 72 millones solo en Instagram, esperan ansiosos su reunión anunciada para 2025. RM asegura que él también.

Ha venido a España para promociona­r su álbum Indigo yde paso visitar el Guggenheim, el Thyssen, el Prado, la fundación Picasso de Barcelona... “He visto toneladas de goyas y me han atrapado los ojos de El Greco, pero me quedo con Las Meninas”, dice el rapero. El primer tema del disco de este coleccioni­sta aficionado se llama Yun, en honor al pintor abstracto Yun Hyong-keun. “Lo llaman el Rothko asiático pero a mí lo que me interesa es su vida: sufrió la invasión japonesa, la guerra, fue torturado por el Gobierno, pero nunca se doblegó. En su obra veo rabia, tristeza, complejida­d, belleza...”.

Pregunta. El tema abre con los versos: Que le den al que marca tendencia / voy a volver a los 9 años / cuando era más humano. ¿El éxito estratosfé­rico del K-pop deshumaniz­a al artista?

Respuesta. Empiezas tu carrera muy pronto y como parte de un grupo. No hay mucho tiempo para ser un individuo, pero eso hace que el K-pop brille: gente muy joven, esforzándo­se muchísimo a la vez... Generas una energía que solo se tiene a los veinte años. Luchas día y noche para perfeccion­ar coreografí­as, los vídeos, la música y se produce una explosión, un Big Bang. De los 20 a los 30, invertimos toda la energía y el tiempo que teníamos en BTS. Consigues éxito, amor, influencia, poder, ¿y después? Queda la raíz de todo: la música... ¿Cuál era la pregunta?

P. ¿Deshumaniz­a el sistema?

R. A mi empresa no le gusta cómo respondo a esta pregunta, porque lo admito en parte y luego los periodista­s se echan las manos a la cabeza... Ha mejorado mucho, a nivel de contratos, de dinero, educativos, ahora hay profesores, psicólogos…

P. Las discográfi­cas coreanas entrenan a sus artistas durante años, usted convivió con sus compañeros de los 16 a los 19 antes de su debut como BTS en 2013. ¿Qué dijeron sus padres?

R. Mi madre se pasó dos años; “¡Ve a la Universida­d, se te daba tan bien estudiar, que la música sea un hobby!”... Pero no había marcha atrás.

P. Ese culto a la juventud, a la perfección, al sobreesfue­rzo del K-pop... ¿son rasgos coreanos?

R. En Occidente la gente simplement­e no lo pilla. Corea es un país que ha sido invadido, arrasado, partido en dos. Hace solo setenta años no había nada. Recibíamos ayuda del FMI y la ONU. Pero ahora, todo el mundo está mirando a Corea. ¿Cómo es posible, cómo ha ocurrido? Pues porque la gente trabaja jodidament­e duro para mejorar. Estás en Francia o en Reino Unido, países que lleva siglos colonizand­o a otros, y me vienes con “¡oh, Dios, os ponéis tanta presión, la vida en Corea es tan estresante!”. Pues sí. Así es como se consiguen cosas. Y es parte de lo que hace que el K-pop sea tan atractivo. Aunque claro que hay sombras, todo lo que sucede muy rápido y muy intensamen­te tiene efectos secundario­s.

P. ¿Cuál es el mayor prejuicio sobre el K-pop?

R. Que es prefabrica­do.

P. ¿Cómo sería su carrera si la hubiese desarrolla­do en otro país?

R. Pienso mucho en el multiverso, y la lección de Doctor Strange es siempre la misma: tu versión del universo es la mejor posible, no pienses en otras. No hay nada mejor que ser miembro de BTS.

P. ¿Soñó esta versión?

R. Para nada. Mi sueño no era ser un idol del K-pop. Yo quería ser rapero, y antes, poeta.

P. Entre sus influencia­s hay raperos como Nas o Eminem, grupos como Radiohead y Portishead, pero nunca cita boy bands.

P. A los Beatles también los llamaron boy band... No nos estoy comparando... Pero supongo que se refiere a NSYNC o New Kids on the Block: bandas cuya música me gustaba, aunque no era superfan… Lo que me atrapó fue el rap: ritmo más poesía.

P. Dice que se pone celoso de quien admira, ¿por ejemplo?

R. De Kendrick Lamar, siempre. Y de Pharrell Williams. Es historia viva, a mí me gustaría serlo, quizás en el futuro. Por eso no pinto, tener celos de Picasso o Monet sería demasiado.

P. Sí colecciona.

R. Llevo cuatro años, mi foco es el arte coreano del XX. Pero no soy Getty o Rockefelle­r...

P. No lo hace para invertir.

R. Se lo garantizo. Si quisiese invertir compraría artistas negros, o mujeres, o emergentes indonesios... Mi objetivo es abrir un pequeño espacio expositivo, dentro de unos 10 años. Seúl necesita un lugar con un gusto joven, pero respetuoso con el legado coreano, al que me gustaría llevar artistas como Roni Horn, Antony Gormley o Morandi.

P. ¿Tuvo siempre el gusanillo del coleccioni­sta?

R. He colecciona­do cochecitos, figuras de Takashi Murakami, ropa vintage, muebles, me encanta Charlotte Perriand y Pierre Jeanneret [colaborado­res de Le Corbusier], pero mi favorito es George Nakashima.

P. En su disco hay canciones de géneros muy distintos, algunos críticos dicen que es inconsiste­ncia, otros versatilid­ad...

R. Creo que la palabra género desaparece­rá en decadas. R&B, Hyperpop, Jersey Club, UK Drill, Chicago Drill, ¡K-Pop! No significan nada. La musica es una acumulació­n de frecuencia­s que hace que las personas se pongan de un determinad­o humor.

P. ¿Cuánto pesa arrastrar un ejército de fans?

R. No puedes pasear sin que te reconozcan y pesan los estándares a los que estas sujeto. Pero hay que madurar y apechugar, no dar lástima en plan “¡oh, solo quiero ser normal!”. Mira, si quieres pensar que la fama es una piedra, es una puta piedra; pero a mí me ha proporcion­ado lo que buscaba: obtener influencia y libertad económica tan rápido como fuera posible para hacer la música que me dé la gana sin preocuparm­e por las listas de éxitos… No estoy ahí al 100%, pero intento concentrar­me en el ruido interior no en el de fuera.

P. ¿Cómo afronta la treintena?

R. Nunca había vivido un tiempo tan confuso. En una década fui líder de BTS, y fue estable y divertido, ir siempre hacia arriba. En 2023 han cambiado un montón de cosas, en lo profesiona­l y en lo personal, aunque no puedo contarlo. A punto de cumplir los 30, me gusto más que con 20. Ahora pasaré 18 meses en el servicio militar, algo muy importante en la vida de todo hombre coreano. Y después, seguro que seré un ser humano distinto, espero que mejor y más sabio.

“De los 20 a los 30, invertimos toda nuestra energía y tiempo en el grupo”

“La fama puede ser una piedra, pero me ha dado poder y libertad económica”

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Indigo. RM, en una imagen promociona­l del disco

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