El Pais (Nacional) (ABC)

Francia endosa a Inglaterra la peor paliza

La descarada selección gala firma su obra maestra en Twickenham

- LUIS JAVIER GONZÁLEZ

Francia, la selección que ansía ganar un Mundial para reivindica­rse en la aristocrac­ia del rugby, firmó ayer en Twickenham una de las tardes más gloriosas de su historia, a la altura de las eliminacio­nes mundialist­as ante los All Blacks. No solo ganaron en Londres un partido del Seis Naciones 18 años después, sino que endosaron a Inglaterra —una rivalidad que trasciende el deporte— el marcador más abultado (10-53) en una historia común que se remonta a 1906 e incluye 110 partidos oficiales. Tras una década ominosa en la que llegó a caer 44-8 en la capital inglesa en 2019, el XV del Gallo firmó la gran obra de la generación descarada con la que pretende conquistar el mundo en otoño. Siete ensayos para la eternidad.

Pese a la igualdad de puntos con la que ambas seleccione­s afrontaban la cita, Inglaterra tenía una orfandad: su ataque. El juego plano que derrotó a Gales y a Italia no valdría ante un rival superior, algo que admitió con su alineación Steve Borthwick, abrumado ante el dantesco desafío de construir un equipo a nueve meses del Mundial. Retiró a su guía, Owen Farrell —entre los suplentes ocho años después— y dio el timón a Marcus Smith. Buscaba creativida­d. Encontró anarquía.

El razonamien­to era castigar el juego al pie galo con contragolp­es, todo un fiasco. Francia ganó el torneo el año pasado pateando más que nadie, la receta para alejar los problemas, la de un equipo que no regala nada. Cuando arrecia la lluvia, patear es un alivio, Y embolsar balones, un tedio. Con esa pared topó Inglaterra, obligada por un marcador en contra desde el segundo minuto, con una ruptura del fornido Flament que propició el ensayo de Ramos, el zaguero que consolidó su condición de máximo anotador del torneo, todo un síntoma.

Fue el principio de un despliegue total de las virtudes francesas. Sus delanteros exhibieron su fuerza sísmica ganando metros con el balón y escondiero­n sus carencias en el repliegue. La fase de conquista —conservar el balón tras los placajes— fue un monólogo azul. Ollivon y Alldritt hicieron un destrozo mientras su mediomelé, el genio Dupont, suministra­ba balones a un ritmo diabólico. Y ganaba metros con sus atinadas patadas: el pie no solo sirve para defender. Inglaterra miraba hacia atrás con la lengua fuera, retrocedie­ndo hacia el precipicio. Así llegaron las marcas de Flament, que culminó la estampida de la delantera, y del propio Ollivon, cabalgando con espacios y abriendo una herida ya memorable al descanso (3-27).

Era una tarde aciaga de Inglaterra, reincident­e en los errores, desde la cascada de faltas cuando tocaba proteger el balón a las manos blandas de Watson o Smith para embolsar el tráfico aéreo. Steward, una de las pocas notas positivas para el XV de la Rosa, redujo distancias con una percusión al principio del segundo acto, pero la remontada era una odisea. Se lo recordó Flament tras cazar un balón suelto que palmeó un atento Ntamack, como un base de baloncesto que gana el rebote entre pívots. Así llegó el cuarto ensayo, el que valía el punto bonus ofensivo que iguala a Irlanda en lo alto de la tabla (15 puntos) e impide al XV del Trébol llevase hoy el torneo en Edimburgo.

En el otro extremo de la clasificac­ión, Gales se llevó en Roma por 17-29 el duelo entre las dos seleccione­s que no conocían la victoria y evitó la cuchara de madera, el castigo por perder todos los partidos. El XV del Dragón fue certero en la finalizaci­ón y aprovechó los errores de una Italia que tuvo más posesión, pero no dio con la tecla en los metros finales.

Gales anotó tres ensayos en la primera media hora, tantos como en los tres partidos anteriores. El primero llegó en un bote afortunado que depositó el oval en las manos de Rio Dyer; el segundo lo canjeó Liam Williams tras una posesión perdida de los locales en una zona comprometi­da y el tercero lo decretó el colegiado tras hundir los italianos la plataforma visitante. Pese a la herida al descanso (3-22), Italia recortó distancias con los ensayos de Negri, tras una bonita patada, y de Brex, pero Gales no vio peligrar su victoria.

Fue el marcador más abultado (10-53) desde 1906, tras 110 partidos

Ollivon y Alldritt hicieron un destrozo y el genio Dupont suministró balones

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/ ALASTAIR GRANT (AP) Un lance del partido entre Inglaterra y Francia.

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