La caída del Silicon Valley Bank destapa las debilidades de la banca de EE UU
La entidad californiana busca ahora un comprador después de la crisis provocada por las pérdidas de su cartera de bonos
cho más. Por eso, duelen esas palabras desde el Gobierno. Yo no lo calificaría de indignación, pero si de un cierto dolor. A mí me duele que el presidente de mi Gobierno hable así de los empresarios. Me duele y lo digo.
P. Desde el verano pasado el presidente del Gobierno ha señalado directamente a algunos empresarios. Aludió a Botín, a Galán y a Del Pino. Dijo que hay poderes ocultos que impiden llevar a cabo su agenda. ¿Qué ha cambiado?
R. Yo nunca he visto poderes ocultos. Tengo auténtica curiosidad, pero no los he visto. He visto empresarios, unos más pequeños, otros grandes, generaciones diferentes, pero todos empeñados en sacar adelante sus empresas. Eso es lo que yo he visto.
P. ¿Qué piensa cuando se acusa a Ferrovial de no ser patriótica porque se va después de haber recibido miles de millones en contratos públicos?
R. Hablar de patriotismo me parece delicado. He trabajado muchos años rodeado de personas que se juegan la vida. He visto sacar náufragos de pesqueros que estaban a punto de hundirse [fue comandante de la Marina]. He visto sacar inmigrantes y la cara de pánico de esas personas. A mí no se me olvidan esas personas que con riesgo de su vida me han enseñado lo que es la vocación de servicio. A mí repartir carnés de patriota me cuesta. Yo sé lo que es el servicio público, lo llevo dentro.
P. Pero, ¿cree que una empresa que ha recibido 9.000 millones en contratos públicos no tiene cierta deuda moral?
R. Creo que lo importante es que las empresas vayan bien. Me parece más importante que no tengan un marco jurídico adecuado en que por decisiones empresariales se tengan que mover.
P. Cuando las empresas salieron de Cataluña no hubo tanta reacción.
R. Podríamos pensar por qué ahora sí y antes no. A mí me dio mucha pena cuando ocurrió lo de Cataluña. Primero porque soy vasco y he vivido una temporada tremenda en el País Vasco, donde había personas que estaban empeñadas en que te fueras de allí. Ellos decidían quién merecía ser vasco y quién no. Probablemente yo tengo una sensibilidad especial de aquella época tan dura en la que mi familia decidió que somos de aquí y que de aquí no nos sacaban. Me dolió lo de Cataluña. Hubiera preferido que las empresas se quedasen. Es más, lo que hubiera preferido es que no hubiesen tenido la necesidad de irse de Cataluña por una situación tremenda.
P. Los empresarios siempre hablan del sector, de otros empresarios, de directivos, de los inversores, pero pocas veces aluden a los trabajadores.
R. Pues a mí me parece clave. Suelo decir que las empresas, al final, llegan a donde llegan sus personas, sus trabajadores, ni más, ni menos. Mirando al futuro creo que tenemos problemas a medio plazo: tenemos un enemigo silencioso pero brutal que se llama la natalidad. La batalla por el talento va a ser una batalla a muerte. Si queremos atraer a las mejores cabezas a nuestras empresas, tenemos que hacer muchas cosas.
Silicon Valley Bank (SVB) no es Lehman Brothers. La caída el pasado viernes del banco californiano no va a desatar una debacle como la crisis que aquella entidad financiera precipitó en 2008. Pero su caso, que provocó la mayor retirada de depósitos en un solo día en la historia reciente de Estados Unidos, ha puesto de manifiesto una serie de vulnerabilidades en el sistema, que tienen su origen en la pandemia y a las que están más expuestas las entidades de menor tamaño.
Como muchos otros bancos en Estados Unidos, SVB vio dispararse sus depósitos en efectivo a raíz de la pandemia de covid y los confinamientos que acarreó. Desde abril de 2020 y durante casi tres años se depositaron en los bancos cerca de 4,2 billones de dólares (3,95 billones de euros). Numerosas entidades financieras optaron por invertir una buena proporción de ese dinero —en total, unos dos billones de dólares— en bonos de renta fija. En concreto, en bonos estatales, considerados de muy bajo riesgo en comparación con el de la concesión de nuevos préstamos.
Durante un par de años, la idea funcionó. Pero llegó la era de la inflación: un alza de precios de unas dimensiones —llegó al 9,06 % en junio del año pasado— y una duración no vistas desde los años setenta. Esa escalada y la subida de tipos de interés motivaron una drástica caída del valor de esos bonos y un agujero sobre el papel de 600.000 millones de dólares (560.000 millones de euros) para la banca. Se trata de una cantidad manejable para el sector en su conjunto y, sobre todo, para las entidades de mayor tamaño y las que no invirtieron en exceso en esos títulos. Pero creaba riesgos para bancos pequeños y regionales que habían apostado en demasía por esa estrategia. Entidades como la también californiana Pac West acumulan un billón de dólares en pérdidas, una cuarta parte de su capital. Este banco ha visto caer un 50% el valor de sus acciones esta semana.
SVB es un caso extremo de esa dinámica. Esta entidad se había especializado en la financiación en el sector tecnológico, especialmente a start-ups para las que el acceso al capital es más difícil en sus inicios. En su cartera se encuentran compañías como Beyond Meat, especializada en productos vegetarianos, o el gigante de la comunicación Discovery. La mayor parte de sus depósitos, de hecho, no corresponden a individuos, sino a compañías del sector. Y en torno a un 50% de esos depósitos se invirtieron en bonos.
Cuando esos títulos empezaron a perder valor ante la subida de los tipos, el banco vio acumular unas pérdidas de 15.000 millones de dólares sobre el papel, algo menos que el valor de toda la entidad. Los clientes empezaron a retirar sus depósitos y llevárselos a otras entidades. SVB comenzó a buscar medidas para intentar paliar esa debilidad. Entre otras cosas, vendió con pérdidas de 1.800 millones de dólares parte de los bonos que había comprado.
Algunos inversores en capital de riesgo comenzaron a aconsejar el pasado jueves a las startups que retiraran sus fondos. Se acabó desatando el pánico entre los clientes del banco. Ese día comenzó una carrera para retirar los fondos depositados en esa entidad. 42.000 millones de dólares esfumados de los libros de contabilidad de SVB, más de un millón de dólares por segundo a lo largo de las 10 horas laborables del día. La mayor fuga de fondos de un banco en los tiempos modernos en EE UU: hasta entonces, el récord lo lucía Washington Mutual en 2008, cuando se retiraron 16.700 millones de dólares en 10 días.
La sangría en SVB era una cantidad inasumible para cualquier entidad, y menos para un banco relativamente pequeño. Aquella pérdida sobre el papel se convertía en real. Según el departamento de innovación y protección financiera de California, el viernes Silicon Valley Bank tenía un descubierto de 958 millones de dólares.
Ese día, los organismos reguladores asumieron el control del banco. Se suspendió la cotización de sus acciones, a la espera de mayor información sobre la situación de la entidad californiana. A 31 de diciembre de 2022, el banco disponía de unos 209.000 millones de dólares en activos (196.000 millones de euros) y 175.400 millones en depósitos. SVB busca ahora un comprador, algo que le permitiría calmar a los inversores y reabrir las cuentas de sus clientes.
El sector tiene un agujero de 600.000 millones a raíz de la subida de tipos
Las firmas pequeñas son las más expuestas a los riesgos
Efectos en las compañías
Entre los interrogantes que deja el fracaso se encuentra conocer hasta qué punto va a afectar al sector tecnológico, y lo que pueda ocurrir con los depósitos más allá de los 250.000 dólares que garantizan los reguladores estadounidenses. Esa cantidad es suficiente en la gran mayoría de los casos para un ciudadano de a pie, pero no para una empresa que utiliza sus fondos en el banco para cubrir sus nóminas.
Los próximos días serán clave para determinar hasta qué punto la quiebra del banco se convierte en un problema para sus clientes (y sus empleados), cuánto dinero pueden retirar y cuándo. Es un interrogante fundamental para muchos de ellos: dado que en numerosas empresas estadounidenses las nóminas son quincenales, el próximo día de paga llega el miércoles, el día 15 de marzo. Entre los afectados se encuentra la empresa de criptomonedas Circle, que ha revelado que mantenía 3.300 millones de sus 40.000 millones de reservas en SVB. Los reguladores solo han adelantado que los depositarios que contaran con más de 250.000 dólares en el banco “recibirán un dividendo de anticipo a lo largo de la próxima semana”.
De momento, las autoridades financieras han llamado a la calma. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, destacó que “el sistema bancario mantiene su resistencia” y que “los reguladores cuentan con herramientas efectivas para responder a este tipo de situación”, indicó su departamento en un comunicado. Yellen se reunió el viernes con representantes de la Reserva Federal, la Corporación Federal de Garantía de los Depósitos y otras entidades para abordar el caso de SVB.
El legislador demócrata Eric Swalwell, de California, insistió en la necesidad de proteger los depósitos superiores a los 250.000 dólares en el banco. “La clave de la banca es la confianza”, declaró.