Cuenta atrás para el despegue del primer cohete europeo reutilizable
Pedro Sánchez y la ministra Morant visitan la instalación onubense “Es un hito técnico, científico, humano y estratégico”, afirma el cofundador
La empresa española PLD Space prepara el lanzamiento, en un mes, del ‘Miura 1’ en el centro aeroespacial de El Arenosillo, el Cabo Cañaveral ibérico
PLD Space es una empresa atípica, joven y osada. La crearon los ingenieros Raúl Torres y Raúl Verdú cuando tenían 23 y 22 años, respectivamente, hace poco más de una década y con 3.000 euros que aportaron ellos y sus familias. Trabajan desde la España periférica: sede en Elche, centro de pruebas en Teruel y base aeroespacial en Huelva. Hoy, con 120 empleados (con una media de edad de 35 años) y 60 millones de financiación, están al frente de la primera empresa privada europea dedicada a los cohetes reutilizables que sitúan satélites en el espacio. Los fundadores de PLD Space presentaron ayer al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a la ministra de Ciencia, Diana Morant, en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (en la costa onubense), el Miura 1, el lanzador suborbital cuyo despegue desde territorio continental europeo está previsto para dentro de un mes y que pretende convertir a España en el décimo país con acceso al espacio.
“Es un hito técnico, científico, humano y estratégico. Todas las pruebas se han superado en Teruel y el Miura 1 está preparado para volar”, comenta Torres, que además de cofundador es director de lanzamiento. Añade que el reto ha sido diseñar la nave desde cero —“hasta los tornillos”, comenta—, con un coste de 50 millones y que, según señala Verdú, “tiene que ser infalible”. El presidente del Gobierno coincide con sus palabras y considera que iniciativas como la de PLD Space logran “que la España acomplejada del ‘que inventen ellos’ sea ya solo un mal recuerdo del pasado”.
Los Miura, cuya versión inicial es suborbital (entre 130 y 150 kilómetros de altitud) y la siguiente será orbital, siguen la estela de los lanzadores de Space X de Elon Musk, quien creó su compañía espacial con 10 años más que los ingenieros españoles. El primer lanzamiento transportará dos experimentos propios y 100 kilos de material del Centro Alemán de Tecnología Espacial Aplicada y Microgravedad (instituto ZARM de la Universidad de Bremen).
Esta primera misión, aunque incluirá las pruebas del ZARM y las propias, está diseñada para ensayar durante 12 minutos el 70% de las tecnologías que se implementarán en el modelo definitivo, el que abrirá la vía comercial de la compañía para situar satélites en el espacio. El primer vuelo pretende comprobar que las fases de despegue funcionan y se alcanza la altitud prevista. Con los datos de telemetría se analizarán las posibles mejoras a aplicar en los sistemas antes de lanzar el Miura 5, a finales de 2024 o principios de 2025.
La propulsión del primer Miura, bautizado así por la ganadería brava y como símbolo de la marca española, utilizará un combustible jet-A1, común en aviación. El siguiente recurrirá al habitual en cohetes, de queroseno-oxígeno líquido (KeroLOX). No obstante, PLD Space y Repsol Technology Lab investigarán el uso de combustibles renovables para vehículos espaciales a partir de 2025. Este desarrollo y la reutilización de hasta un 50% de los lanzadores están en línea con el objetivo de neutralidad climática de la UE para 2050. “Es muy complejo lanzar un cohete y más hacerlo de forma sostenible”, resalta el director general de la compañía, Ezequiel Sánchez.
El Miura 1 ha llegado a Huelva tras superar la prueba más crítica: un análisis exhaustivo de todos los sistemas durante 122 segundos, equivalentes al tiempo que el motor permanecerá encendido el día de su lanzamiento. Durante este examen, realizado en Teruel en septiembre, no se registraron fallos en los subsistemas fundamentales, pero sí se observó que era posible introducir mejoras.
Por eso el lanzador trasladado a Huelva presenta diferencias con respecto a la primera unidad de pruebas. En su estructura se ha sustituido el acero por aluminio utilizado en misiles, las aletas, aerofrenos y paracaídas del sistema de recuperación se han mejorado y la zona de carga se ha dotado con la infraestructura mecánica, eléctrica y electrónica necesaria para llevar los dispositivos de los clientes.
También se ha diseñado la rampa de lanzamiento, que sirve, además, para el remolque del lanzador, y se han acondicionado las instalaciones en Huelva del Centro de Experimentación del Arenosillo (Cedea), una pequeña porción de litoral entre los enclaves costeros de Matalascañas y Mazagón que constituye el Cabo Cañaveral español por disponer de condiciones meteorológicas óptimas el 85% del año.
La elección del Cedea de Huelva también se ha debido a que el centro incluye las instalaciones del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), donde se en
cuentran los equipos necesarios para el lanzamiento de cohetes suborbitales y que cuenta con laboratorios para la calificación de los componentes de la nave.
De este complejo partió el 15 de octubre de 1966 un primer Skua, de la compañía británica BAJ, al que siguieron otros dispositivos de la misma empresa y los Judi-Dart para estudios meteorológicos. Este centro ha acogido medio millar de lanzamientos de sondas por encargo, principalmente, de las agencias espaciales de Estados Unidos y Europa (NASA y ESA).
“Un fallo catastrófico”
En abril de 2019, en esta misma base se completaron las pruebas de recuperación del cohete de PLD Space con la ayuda de un Chinook CH-47 del Batallón de Helicópteros de Transporte V del Ejército de Tierra. El aparato llevó el lanzador de prueba, de 15 metros de longitud y 1,4 metros de diámetro, a 5.000 metros de altitud, pero un fallo eléctrico en el mecanismo de separación obligó a abortar la primera prueba, que se desarrolló después con éxito a seis kilómetros de la costa, en una zona de control del INTA, donde el dispositivo de prueba amerizó a 10 metros por segundo sustentado por tres paracaídas de Airborne Systems North America, la empresa que diseñó los artefactos de frenado de las cápsulas Apolo de la NASA.
El proyecto Miura acumula más de un año de retraso respecto a lo previsto. Una de las causas se registró un mes después de la prueba de recuperación, cuando se produjo, según la compañía, “un fallo catastrófico” en el motor Teprel-B. Ocho meses después, se rectificaron los errores y se validó el funcionamiento del motor que lleva el Miura 1 asentado ya en Huelva.
Si tiene éxito esta primera misión, se completará el desarrollo del Miura 5, que se prevé lanzar desde Kourou, en la Guayana Francesa. Este cohete, de 34,4 metros de longitud (como un edificio de 11 plantas), frente a los 12 metros de largo por 70 centímetros de diámetro del primero, prevé comenzar su actividad comercial y realizar hasta 14 misiones anuales para llevar 540 kilogramos de carga en cada vuelo a la órbita terrestre.
La línea de negocio de la compañía es la de establecer un servicio comercial de lanzadores para satélites de menor tamaño, ya que los grandes cohetes, para sacar el mayor rendimiento, están copados por los dispositivos de gran volumen. La tecnología de menor envergadura está sujeta a listas de espera y se sitúa en ocasiones en órbitas que limitan su operatividad.
Verdú explica que el 77% de los satélites son de menos de 500 kilos y en ese mercado esperan alcanzar una facturación de hasta 150 millones de euros anuales. “Podemos reducir costes y acelerar la entrega de lanzadores. Las opciones de acceso al espacio por parte de lanzadores europeos para 2023 son muy limitadas, entre cero y dos lanzamientos, algo totalmente insólito para Europa y para este sector”, añade Ezequiel Sánchez.
El sector denominado New Space, que engloba a empresas aeronáuticas emergentes para la explotación comercial del espacio, facturó 348 millones de euros en 2020 y espera superar los 1.000 millones en siete años. PLD Space ha contado con un 30% de financiación pública y asegura tener en cartera media docena de contratos con las principales agencias espaciales del mundo. “Todos consumimos industria espacial. El espacio será el próximo internet por su impacto global”, argumenta Verdú.
El presidente del Gobierno ha resumido que el sector aeroespacial español en su conjunto supone un impacto económico de más de 130.000 millones, un 1,2% del PIB nacional, un 5% del industrial y, según ha dicho, “una potencia capaz de traducirse en 655.000 empleos directos e indirectos”.