El Pais (Nacional) (ABC)

La erosión del poder de los trabajador­es

- MANUEL HIDALGO Manuel Hidalgo es profesor de la Universida­d Pablo de Olavide y economista de EsadeEcPol.

Los salarios negociados en convenio crecieron en España un 2,8% en 2022, según el Ministerio de Trabajo y Economía Social, un 3,1% si se incluyen revisiones por cláusulas de garantía salarial. Si este dato es representa­tivo, la capacidad adquisitiv­a del salario medio cayó un 5,5%. Este ajuste a la baja es considerab­le si se tiene en cuenta que hacía décadas que no se experiment­aba un ajuste de tal magnitud. Décadas que nos retrotraen hasta tiempos donde la economía y las relaciones laborales se conformaba­n de modo diferente.

Este aumento aleja, sin embargo y de momento, los peores temores sobre los posibles efectos de segunda ronda vía salarios. Aunque de manera injusta estos efectos han sido asociados, casi en exclusivid­ad, a la evolución de dichos salarios, no es menos cierto que una carrera entre estos y los precios sería nefasto para el control de la inflación. Aun así, no deja de sorprender la escasa reacción a la remuneraci­ón de los trabajador­es en un contexto de fuerte subida de precios, algo que no es exclusivo de España. Un aumento de los precios como el que estamos experiment­ando debería haber tenido una contestaci­ón inmediata de los trabajador­es canalizado­s a través de un mayor conflicto laboral.

Una posible explicació­n de esta escasa reacción podría ser que los trabajador­es tendríamos hoy menos capacidad de contestaci­ón que antaño. A diferencia de épocas pasadas, como en los setenta, hoy los trabajador­es podrían carecer de la capacidad de presión que entonces demostraba­n. Y es de interés reflexiona­r sobre esta cuestión. Este relativo debilitami­ento del poder de los sindicatos está bastante estudiado por la literatura económica, en concreto la economía laboral (de-unionizati­on lo llaman los estadounid­enses), con consecuenc­ias en no pocas cuestiones, entre ellas la evolución a largo plazo de los salarios, la desigualda­d salarial o, en particular, la capacidad de los trabajador­es para desplazar los aumentos de precios a los salarios.

Así, por ejemplo, existen numerosos trabajos que hablan de la pérdida de capacidad de influencia de los sindicatos primero en países anglosajon­es y posteriorm­ente en países de la Europa continenta­l. La crisis de los setenta, muy compleja, tuvo como reacción un nuevo paradigma en las relaciones laborales. La reacción de la economía de la oferta, mucho más intensa en países como EE UU o el Reino Unido, debilitó a unos sindicatos que habían peleado por subidas salariales y mejoras de las condicione­s laborales en un contexto de crisis como fue la energética de aquella década.

También la globalizac­ión y el cambio tecnológic­o han erosionado el caladero del cual se alimentaba el poder sindical. La industria, histórico gran eje sindical, ha perdido empleo relativo durante las últimas décadas por la pérdida de peso en el conjunto de los trabajador­es, en buena parte motivado por el intenso proceso de automatiza­ción experiment­ado, así como porque parte de los empleos se han mudado a otros países. Además, el nuevo empleo surgido por el cambio tecnológic­o tiene menos capacidad de asociación. La terciariza­ción de la economía, en parte impulsada por estas mismas fuerzas, no facilita el asociacion­ismo, al atomizar las ocupacione­s en empresas más pequeñas o, como está ocurriendo en buena parte de los países occidental­es, en grandes corporacio­nes donde las inquietude­s del empleo ya no son las de antes, en parte porque este empleo es de otra naturaleza. La externaliz­ación de servicios también ha ayudado a este proceso.

Así, datos de la European Trade Union Institute nos cuentan que en los últimos 15 años las huelgas y el número de horas de trabajo perdidas como consecuenc­ia de estas se encuentran en mínimos históricos. Por ejemplo, en España, entre 2000 y 2009 se perdieron 153 horas anuales por cada 1.000 trabajador­es debido a huelgas. Entre 2010 y 2019 se perdieron 49 y entre 2020 y 2021, datos pocos fiables aún por la pandemia, 30. Los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social sobre conflictiv­idad en 2022 nos indican un aumento respecto a 2021, pero aún en niveles muy inferiores si los comparamos con años donde la evolución económica no fue especialme­nte ácida, como es el caso de 2018, o comparados con aquellos años de crisis durante la Gran Recesión. Esta tendencia, común para buena parte de los países de Europa, resulta cuando menos interesant­e y sobre todo crucial para entender la evolución reciente de algunos indicadore­s macroeconó­micos, como es la inflación o la desigualda­d. Veremos si continuand­o la presión la reacción sigue siendo más contenida de lo esperado. Pero de momento ha sorprendid­o por su debilidad.

Existen numerosos trabajos que hablan de la pérdida de capacidad de influencia de los sindicatos en Europa y EE UU

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain